En esto día fuimos a casa de una familia amiga, para que nos contara del viaje que esta realizando su hija Federica por Europa. Hay que darse tiempo para viajar en las alas de otros. Se entiende por familia cristiana, donde dos, tres o mas están relacionados en el Amor.
Virginia la madre de la familia, nos recibió en su casa, y se puso a preparar algo para el almuerzo. Su hijo Francisco, con el cual somos muy amigos, me mostro su caballo y luego nos sentamos a charlar. Y el me pregunto:
- ¿Se puede ver a Dios?
Así son los niños, con sus preguntas... Me tome mi tiempo, le sonreí, lo mire a los ojos y le respondí con otra pregunta:
- ¿Que escuchas?
- El ruido de mama en la cocina, respondió el niño.
Continúe preguntando, para que el niño encontrara la respuesta a su pregunta, sobre cómo ver a Dios.
- ¿Qué olor percibes?
- Olor a guiso que
viene de la cocina.
- ¿Que siente tu
cuerpo?
- Hambre
Fue tan firme y fuerte la expresión ultima de Francisco, que llego a oídos de Virginia en la cocina y se escucho su risa.
El niño parecía haber olvidado su interés de ver a Dios y todos sus sentidos estaban conectados con el almuerzo.
También yo tenia hambre, los niños son mas libres para expresar lo que sienten... Serví en los vasos el jugo de naranja. Llegó la madre con la olla de guiso humeando, y la coloco en el centro de la mesa.
Los tres estábamos sentados en rueda, en silencio. Me di cuenta que me miraban. Entendí, que esperaban la bendición de los alimentos. Lo mire a los ojos a mi pequeño, gran amigo y le pregunte:
- ¿Qué ves?
- Veo que mamá nos cocino con mucho cariño y seguro la comida estará exquisita.
- Brindemos y comamos, Dios se ha dejado ver y nos acompaña; me salio del alma decir.
La verdad, el guiso estaba exquisito, lo disfrutamos charlando, riendo, compartiendo, sin tiempo.
Sintiéndome en casa, al finalizar el almuerzo, levante los platos, los lleve a la cocina, y me puse a lavar. Para sorpresa al darme vuelta, estaba Francisco con un repasador dispuesto a colaborar con el secado. Su madre feliz, nos miraba y esperaba para un café.
El niño me hizo seña que me quería decir un secreto. Me agache y le acerque mi oído y me dijo:
- He visto a Dios en la ternura de mama !!!
Afirme con mi cabeza y agregue:
- Dios ha veces, misteriosamente se presenta sirviéndonos en versión femenina, para escandalo de los fariseo, y cuando nos dejamos amar, espontáneamente nos surge colaborar y servir con Amor.
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