CUMPLEAÑOS FELIZ DE ESTER

Hoy me siento felíz y amada... por Dios y ustedes... Nos compartía Ester responsable de la Fazenda femenina, en la celebración de acción de gracias.

Donde no falto el ENCUENTRO, el recitado, el baile, el canto, acompañado de una picadita familiar.

Agradeció por:  poder experimentar cada día la misericordia amorosa de Dios, en la vida comunitaria con las chicas, y en las relaciones humanas con nosotr@s l@s voluntari@s.

QUE LINDOOO cuando podemos celebrar la vida uniendo a parroquianos ( Buen Pastor) uniendo a los curas ( también estuvo Pablo el obispo) uniendo a las Carmelitas de Vedruna, a los Colibries... a Margarita catequista.... a su propia familia ( conocemos a sus padres) ... todos Unidos en bien de Jesús en las chicas.

TODO crecimiento humano tiene tiempos de SOLEDAD, duda, experimentos, errores... penales errados.... más cuando es el PRIMER año en un servicio como coordinadora de una Fazenda... Y más aún cuando esa entrega es en otro país, otra cultura, con otro idioma y otra espiritualidad...

Por eso desde nuestra espiritualidad uruguaya, que recoge desde la realidad mensajes del Espíritu, para que sean parábolas que sirvan para confiar en Dios Padre y seguir caminado: 

CUENTAN que Pelé despertó mucha expectativa de ser un buen jugador de fútbol. CUENTAN que con 16 años debutó en la primera del Santo.

CUENTAN que no le fue bien en su debut, incluso erró un penal ... fue su primer año decepcionante para los que esperan que las personas hagan un camino lineal de superación. 

CUENTAN que Pelé estuvo al borde de dejar de jugar a fútbol.

CUENTAN que su Padre siguió confiando en él, lo tomo de la mano, cuando otros no creían en el y el mismo no se veía bien, su Padre lo tomo de la mano y lo amo de tal manera, que Pelé superó la crisis, aprendió de los goles errados y al año siguiente ganó su primer mundial de tres con Brasil...

Mi mayor deseo es que las chicas, que tod@s se puedan encontrar y dejarse agarrar de la mano, y ser guiad@s por Jesús, su Padre y su Espíritu.... Nos decía Ester, con lágrimas en sus ojos por conocer la misericordia, la mano de Dios.