Hoy por pura gratuidad, nos convocó Pablo nuestro obispo, a
almorzar juntos a los sacerdotes, diáconos, y celebrar a Jesús, como sumo y
eterno sacerdote. Alicia, nos preparó uno ricos ravioles, sin faltar el pan y un
vaso de vino para festejar. En los encuentros gratuitos, se dialoga sobre lo
que va surgiendo, hoy en un clima muy ameno de reinos de nosotros mismos. También
se dan encuentros personales, muy necesarios…
Hay tiempos, en que
nuestro interior se llena del soplo del espíritu, dándonos paz y luz para vivir
lo cotidiano. Así como se enciende la luz en una casa y se puede ver como ubicarse
en ella, también se ven las telarañas en los rincones, y la tierra en el piso
si las hay.
Me ocurrió este martes, en otro encuentro con laicos y
sacerdotes, en la pastoral misionera. Desde días anteriores desde mi interior esperaba
este encuentro, para compartir la gracia del fuego que arde en mí y para dar
una limpieza a la casa, aprovechando la participación de siete sacerdotes, y
poder elegir con quien celebrar el sacramento de la reconciliación- confesión.
Llegue con tiempo al obispado… se fue creando un espacio
fraterno de encuentro junto a la estufa a leña encendida. Luego vivimos la
mañana con tiempo de oración, formación, planificación, discernimiento. De
alguna manera “la comida” es donde se trasparenta las relaciones, y fue un
almuerzo en “familia”.
Hoy como en toda familia a la hora del postre hay diferencias... |
Me fui tan apurado, algo me impulsaba a escapar, me quitaba
la paz, pero todo lo justificaba. Incluso me quería justificar diciéndome
la razón, que era bueno irme urgente a acompañar a mi madre que había quedado
sola.
Tan apurado me fui, que no sentí el frio en mi cabeza, que poca
manta tiene. Recién al llegar a casa me di cuenta que no tenía la gorra de
lana. La busqué si la había dejado al llegar en alguna parte y no la encontré. Decidí
volver al lugar del encuentro, con un nuevo propósito: recuperar mi gorra
perdida.
Al llegar busque en los distintos espacios donde había estado,
y la gorra no aparecía. Y apareció el p.
Damián, preguntándome: - ¿que buscas? Mi
cabeza contesto – la gorra. Pero por suerte también la pregunta la escuche con
el alma, y ella contesto – Limpiar mi casa. Y sin pensarlo demasiado, pedí ser
escuchado en confesión…
Al regreso a casa, me sentía más liviano, más libre, más
humano… me sentía Amado… Mi madre me pregunto por la gorra y le respondí – que se
me perdió… pero que, gracias a la búsqueda de la gorra, encontré al p. Damián,
con la mejor escoba para el alma. Mi madre no entendió mucho, pero disfruto de
verme contento. Y me dijo que llevara al
cuarto el bolsito misionero que me había acompañado en la reunión de la mañana.
Misteriosamente, la gorra estaba ahí… seguramente la guarde dentro del bolso, al llegar a la reunión esta mañana. Pero lo culpo a Dios que me dio una mano, escondiéndome la gorra, para que, al buscarla, me encontrara con el regalo de su Amor, que lo necesitaba, pero otra fuerza me postergaba esa gracia.
No olvidemos, que siempre será del mal espíritu, si nuestra razón nos
dice que: “molestamos a un sacerdote, pidiéndole un tiempo, para celebrar el
sacramento de la reconciliación". Es uno de los servicios prioritarios que Jesús
sumo sacerdote, nos ha encargado. Así lo
entiende la gente sencilla y de fe… pase por la radio a dejar los avisos de las
misas de fin de semana, y al salir sentí que alguien corría detrás de mí, y me
dijo: ¿Temes un tiempito ahora como sacerdote, lo necesito? Todo lo demás quedo
para después, y nos sentamos en la plaza… Son días que el Espíritu sopla y
sopla…
Existen los milagros.
ResponderEliminarEncuentros comunitario vitales de experanza, en este caminar que precisan de expresión, RENOVACION comunitaria y personal. El trabajo es arduo y diario, allá donde nos esperan nuestra madre tierra, nuestras comunidades, refrescarse con nuestra presencia, hay mucho x hacer hno. Nacho. MARKO desde Sucre Bolivia 🇧🇴🫂🫂
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