Laura Montoya nació en Jericó (Antioquia), Colombia, el 26 de mayo de 1874. Hija de Juan de la Cruz Montoya y María Dolores Upegui. Su padre, que era médico y comerciante, murió asesinado cuando ella tenía dos años de edad durante la guerra civil. Una tragedia en nuestra niñez, en nuestra historia, nos puede traumar o potenciar… todo depende de cómo nos acompañen y lo integremos a nuestra vida.
Este hecho, ocasionó una difícil situación económica en su familia.
Su madre se vio obligada a emplearse como maestra de religión. Por este
motivo, cuando Laura era aún niña, tuvo que habitar primero en la finca de su
abuelo Lucio. Y luego Laura fue dejada en un hogar de huérfanos. Su tía la
inscribió a los 11 años de edad como externa en el Colegio del Espíritu Santo,
una institución educativa frecuentada por niñas de clase alta. Laura, por ser
pobre, se sintió marginada y se retiró de la institución.
Se marchó al cuidado de su tía enferma. Mientras estaba allí se entregó a las lecturas espirituales que despertaron el deseo de hacerse religiosa carmelita. En 1887 regresó al lado de su madre con 13 años y al poco tiempo su abuelo se enfermó, por lo que se retiró a cuidar de él hasta su muerte. La muerte de su abuelo empeoró la situación financiera de la familia. Cuando Laura tenía 16 años, la familia decidió que ella debía hacerse maestra para ayudar económicamente a su madre y hermanos. Obtuvo una beca del gobierno. Para su sustento al inicio de sus estudios, su tía María le dio alojamiento, ofreciéndole a cambio dirigir el manicomio. Al poco tiempo se presentó una vacante en el internado y pasó a habitar en la misma Escuela. En 1893 se graduó como maestra elemental de la Escuela Normal, con 19 años.
A la edad de 39 años, Laura decidió trasladarse a Dabeiba en compañía de 6 catequistas con la aprobación del obispo de Santa Fe de Antioquia, monseñor Maximiliano Crespo Rivera, para trabajar con los indígenas Emberá Katíos. Desde entonces dedicó el resto de su vida al apostolado y las misiones. El 14 de mayo de 1914 fundó la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena con un grupo de catequistas que la acompañaban a las misiones. En 1919 fundó en San José de Uré una misión para trabajar con las personas de raza negra de la región. Practicó la literatura, escribió más de 30 libros en los cuales narró sus experiencias místicas con un estilo comprensible y atractivo. Su autobiografía se titula "Historia de la Misericordia de Dios en un alma". Pasó sus últimos 9 años de vida en silla de ruedas. Falleció en Medellín el 21 de octubre de 1949, tras una larga y penosa agonía. La congregación de misioneras contaba con 90 casas en el momento de su muerte y estaba conformada por 467 religiosas que trabajaban en tres países. Como decíamos al principio, una tragedia en nuestra niñez, o en nuestra historia, nos puede llevar a ponernos en manos de Dios, y él hace el milagro…
Y llegó la hora dada por el tiempo... por el río... y es tiempo de viajar Amazona adentro al encuentro con los que allí habitan...
Compañerxs del mundo colibrí: al comprender la lectura anterior, retrocedí a un encuentro juvenil que hasta ahora me acompaña, donde determine, definieron muchxs el proyecto de vida (en mi caso uno de ellos) compartir y seguir compartiendo porque provengo de ellxs los humildes, sencillos en otra palabras "servir", haciendo, construir haciendo el "vivir bien" para que todos en lo posible estemos bien.
ResponderEliminarUn abrazo espiritual Nahir, Cloe, Gilberto con su ejemplo en la amazonía y de muchxs demuestran que es posible, necesario establecer ese "otro mundo", aquí y ahora,
Un fuerte abrazo a Cloe Gilberto las Lauritas y especialmente a Nahir
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