Celebramos con Florencia en la Fazenda Betania, sus 34 años de edad, sus 5 meses de caminata de liberación de las drogas, buscando ser una mujer nueva. Fue una verdadera fiesta del Reino de Dios.
A orillas del arroyo conventos, en el barrio el fogón, en las periferias de la ciudad de Melo, en el departamento fronterizo de Cerro Largo, en el Uruguay profundo.Hoy, en ese lugar "periférico", hay una comunidad con chicas de uruguay, brasil y paraguay, acompañándose unas a otras, acompañadas por mucha gente y en especial por Jesus, el galileo.
Nosotr@s hoy, en comunión con la creación que nos regalo un día primaveral, con toda la humanidad, en comunión con Francisco, el papa, que realiza una peregrinación "penitenciaria" en Canadá llegando escoltado por los jefes de los Alexis Nakota Siux, al lago Wakamne, el lago de Dios o lago de los Espíritus, para los pueblos originarios. (Bautizado posteriormente lago Santa Ana por un misionero católico).Imaginar a Jesús, que desarrolló gran parte de su ministerio precisamente a la orilla de un lago, el Lago de Galilea. Allí escogió y llamó a los Apóstoles, allí proclamó las Bienaventuranzas, allí narró la mayor parte de las parábolas, realizó signos y curaciones. Por otro lado, aquel lago constituía el corazón de la «Galilea de las naciones» (Mt 4,15), una zona periférica, de comercio, donde confluían distintas poblaciones, coloreando la región de tradiciones y cultos dispares. Se trataba del lugar más distante, geográfica y culturalmente, de la pureza religiosa, que se concentraba en Jerusalén, junto al templo.
Podemos, pues, imaginar aquel lago, llamado mar de Galilea, como una concentración de diferencias. En sus orillas se encontraban pescadores y publicanos, centuriones y esclavos, fariseos y pobres, hombres y mujeres de las más variadas proveniencias y extracciones sociales. Allí, precisamente allí, Jesús predicó el Reino de Dios. No a gente religiosa pre seleccionada, sino a pueblos distintos que, como hoy, acudían de varias partes, predicó acogiendo a todos y en un teatro natural como este.
Dios eligió ese contexto poliédrico y heterogéneo para anunciar al mundo algo revolucionario: por ejemplo “pongan la otra mejilla, amen a los enemigos, vivan como hermanos para ser hijos de Dios, Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos” (cf. Mt 5,38-48).
De ese modo, precisamente aquel lago, “mestizado de diversidad”, fue la sede de un inaudito anuncio de fraternidad, de una revolución sin muertos ni heridos, la revolución del amor. Y aquí, en las orillas de este lago, el sonido de los tambores que atraviesa los siglos y une gentes distintas, nos lleva hasta aquel entonces. Nos recuerda que la fraternidad es verdadera si une a los que están distanciados, que el mensaje de unidad que el cielo envía a la tierra no teme las diferencias y nos invita a la comunión, a volver a comenzar juntos, porque todos somos peregrinos en camino.
No falto el canto de bendición "que los cumpla feliz".... los abrazos... la piza... un recitado... las charlas... el canto... la torta de chocolate y el himno juvenil, (que tiene un muy buen contenido, digno de ser parte de nuestra liturgia) del grupo 4 pesos de Propina:
Mi revolución
Hoy la pelea
que doy
Es quererme
más
Hoy el grito
que doy
Es silencio
Hoy te pido
perdón
Si te
lastimé el corazón
Hoy no quiero
lo que me hace mal
Lo oscuro
del juego
Hoy que es
tiempo de sanar
Las heridas
del tiempo
Hoy que
pronto será ayer
Regálate el
momento
Hoy pude ver
quien soy
Conocerme
más
Hoy que el
veneno
Encontró su
remedio
Hoy me doy
el perdón
Si me
lastimé el corazón
Hoy vale más
despertar
Que soñar en
este juego
Hoy que es
tiempo de sanar
Las heridas
del tiempo
Hoy que es
tiempo de ser luz
Esa es mi
revolución
Llenar de
amor mi sangre
Y si
reviento
Que se
esparza en el viento
El amor que
llevo adentro
Esa es mi
revolución
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