miércoles, 29 de noviembre de 2023

LA FIESTA DE LOS SACRAMENTOS

RECONCILIACIÓN
COMUNIDAD DEL CERRO
Queridos hermanos y hermanas, a través del Bautismo,nos integramos a una comunidad recibiendo: la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, llevamos esta vida «en vasijas de barro» (2 Cor 4, 7), estamos aún sometidos a la tentación del mal
Por ello el Señor Jesús quiso que la Iglesia continúe su obra de salvación por medio del sacramento de la  reconciliación es un sacramento de curación, de poda de lo que no es bien. La imagen bíblica que mejor los expresa, en su vínculo profundo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y los cuerpos (cf. Mc 2, 1-12; Mt 9, 1-8; Lc 5, 17-26)
Celebrar el sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos en un abrazo caluroso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre.
 Recordemos la hermosa, hermosa parábola del hijo que se marchó de su casa con el dinero de la herencia; gastó todo el dinero, y luego, cuando ya no tenía nada, decidió volver a casa, no como hijo, sino como siervo. Tenía tanta culpa y tanta vergüenza en su corazón. 
La sorpresa fue que cuando comenzó a hablar, a pedir perdón, el padre no le dejó hablar, le abrazó, le besó e hizo fiesta. Pero yo os digo: cada vez que nos confesamos, Dios nos abraza, Dios hace fiesta. Sigamos adelante por este camino. Que Dios os bendiga. También yo me confieso, recen por mi. Francisco Papa
COMUNIONES
COMUNIDAD CERRÓ CUENTAS
 La eucaristía es el alimento espiritual que allí se recibe, bajo los signos del pan y del vino. Junto a la Palabra de Dios, en comunidad. Palabra y pan, en comunidad, en la misa se convierten en una sola cosa, como en la Última Cena, resumido en : «Tomad, comed, éste es mi cuerpo… Tomad, bebed, ésta es mi sangre». 
El gesto de Jesús realizado en la Última Cena es la gran acción de gracias al Padre por su amor, por su misericordia. «Acción de gracias» en griego se dice «eucaristía». Y por ello el sacramento se llama Eucaristía: es la suprema acción de gracias al Padre, que nos ha amado tanto que nos dio a su Hijo por amor. 
COMUNIONES
FRAILE CENTRO
La comunión con Jesús no es para sentirnos bien o para que nos vaya bien. Es para transformarnos en quien comemos. Hay indicadores muy concretos para comprender cómo vivimos todo esto, cómo vivimos la Eucaristía; indicadores que nos dicen si vivimos bien la Eucaristía o no la vivimos tan bien.
El primer indicio es nuestro modo de mirar y considerar a los demás. La vida de Jesús es un acto de total entrega de sí por amor; por ello, a Él le gustaba estar con los discípulos y con las personas que tenía ocasión de conocer. Esto significaba para Él compartir sus deseos, sus problemas, lo que agitaba su alma y su vida. Ahora, nosotros, cuando participamos en la santa misa, nos encontramos con hombres y mujeres de todo tipo: jóvenes, ancianos, niños; pobres y acomodados; originarios del lugar y extranjeros; acompañados por familiares y solos…
 
¿Pero la Eucaristía que celebro, me lleva a sentirles a todos, verdaderamente, como hermanos y hermanas? ¿Hace crecer en mí la capacidad de alegrarme con quien se alegra y de llorar con quien llora? ¿Me impulsa a ir hacia los pobres, los enfermos, los marginados? ¿Me ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús?
 
Todos nosotros vamos a misa porque amamos a Jesús y queremos compartir, en la Eucaristía, su pasión y su resurrección. ¿Pero amamos, como quiere Jesús, a aquellos hermanos y hermanas más necesitados? 

COMUNIDAD
FAMILIARES Y AMIGOS
 

A veces alguien pregunta: «¿Por qué se debe ir a la iglesia, si quien participa habitualmente en la santa misa es pecador como los demás?». ¡Cuántas veces lo hemos escuchado! 
En realidad, quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o quiere aparentar ser mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de misericordia. Si cada uno de nosotros no se siente necesitado de la misericordia de Dios, no se siente pecador, es mejor que no vaya a misa. Nosotros vamos a misa porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Dios, participar en la redención de Jesús, en su perdón. El perdón al inicio de cada misa, no es un «pro forma», es un auténtico acto de penitencia. 

 

Una celebración puede resultar incluso impecable desde el punto de vista exterior, bellísima, pero si no nos conduce al encuentro con Jesucristo, corre el riesgo de no traer ningún sustento a nuestro corazón y a nuestra vida. Y si realmente me encuentre con Jesús en la eucaristía, lo reconoceré en mis hermanos menos amados. 
Después de la comunión:  se nos ofrece el sacramento de la «Confirmación» que nos aporta un crecimiento de la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo; conduce a su realización nuestro vínculo con la Iglesia; nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no avergonzarnos nunca de su cruz
 Encendiendo en nosotros sus dones;  Sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Recen por mi. Francisco Papa

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