«Laudato
si’, mi’ Signore»
–
«Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico
nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual
compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus
brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual
nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y
hierba…
Su
testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere apertura
hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la
biología y nos conectan con la esencia de lo humano. Así como sucede cuando nos
enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el sol, la luna o los más
pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las
demás criaturas… Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un
cálculo económico, porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a
él con lazos de cariño. Por eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe…
Por otra
parte, san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza
como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su
hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las
criaturas, se conoce por analogía al autor»…
Deseo
reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores
de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la
casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor
para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las
vidas de los más pobres del mundo. Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se
preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar
en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos…
La creación es de alguna manera la primera Palabra de Dios para la humanidad. Los primeros pueblos en contacto directo con la naturaleza, se relacionan con la naturaleza como algo vivo, con espíritu.
El papa Francisco y la Iglesia, escuchando el
creciente y peligroso deterioro de la biodiversidad, escuchando a los pueblos
originarios y personas, organizaciones en defensa de la casa común, ha predicado
claramente en favor de toda vida sobre la explotación progresista capitalista.
TESTIMONIO - BIENAVENTURADOS
HOY:
La Iglesia
hondureña condena el asesinato del ambientalista Juan López este 14 de
septiembre 2024. El defensor del medio ambiente, concejal, líder de comunidades
eclesiales base y miembro de la Red Eclesial Mesoamericana fue asesinado este
domingo a tiros al salir de misa. El hecho ha sido condenado por la Conferencia Episcopal
de Honduras y el Consejo Episcopal Latinoamericano.
“Querido Juan, que ha sido un verdadero discípulo y misionero, sabías muy bien que el sistema extractivista y minero es un sistema que mata y destruye a todo el mundo, junto con la corrupción de los falsos políticos y los narcogobiernos. Pero, sobre todo, entendiste que la lucha por la vida de los pueblos no termina jamás”, escribió monseñor Jenry Ruiz, obispo de la Diócesis de Trujillo.
Por la defensa de sus ríos, montes, tierras, son miles los indígenas, campesinos ecologistas asesinados, mártires de la casa común. Berta Cáceres, 43 años, cuatro hijos, fue asesina 3 de marzo 2016, por sicarios mandatados por el poder económico trasnacional, que acecha y aspira a explotar los ríos y recursos de territorios en los que nació y creció Berta.
Se erigió como líder opositora al ingreso de las empresas explotadoras; marcó el camino de su pueblo; arengó a su gente e hizo de esta gesta su razón de vida y tristemente, también su razón de muerte. La idea de los asesinos fue sembrar el terror y desmovilizar a la población local. Con la muerte de Berta, el pueblo se unió con más fuerza y coraje en de sus aguas y sus paisajes.
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