jueves, 25 de febrero de 2016

SIEMPRE HAY TIEMPO PARA VOLVER A LA VIDA VERDADERA... Y AVECES QUIEN ANDUVO PERDIDO MAS DISFRUTA EL REGRESO

Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: «Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?» Pero el viñador contestó: «Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas».» Lucas (13,1-9)
ANTE LA MUERTE, siempre hay opiniones de si la muertes es justa o injusta. Para Jesús no hay muerte justa, la muerte siempre es muerte. Todos los seres humanos son iguales ante Dios. A todos Dios nos creo para la vida.

LO IMPORTANTE, no es ¿cuántos años vivimos?, lo fundamental es ¿cómo vivimos? Y lo que hace la diferencia en la vida es la opción por la vida.

EL JUICIO FINAL, nunca podrá ser conocido por nosotros. Hasta el último minuto de nuestra vida podemos elegir la salvación. Podemos haber pasado la vida sin dar buenos frutos y el Señor tiene la paciencia de no cortarnos hasta el último instante, dándonos la posibilidad de entrar en la vida eterna.

CREADOS PARA LA VIDA, quedando claro que hemos sido sembrados para dar frutos de vida, es muy distinto vivir para poseer cosas materiales y para hacernos los gustos… es muy distinto a vivir para dar, defender y cuidar la vida.

LA DEFORMACIÓN DEL SER HUMANO, se da cuando se pone como horizonte algo que no es vida. No hay otra cosa que la vida, para la realización de la vida del ser humano. Cuando la vida se posterga, se posterga la esencia de la realización humana.
¿Cuál es mi horizonte? 
¿Cuáles son mis prioridades?
VOLVER A LA VIDA VERDADERA, es tomar como prioridad la vida humana y todo su entorno de la casa común. Siempre hay tiempo para ser un árbol de vida que dé frutos de vida, Dios es Fiel y paciente.
Nacho

martes, 23 de febrero de 2016

LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS SE ESCRIBE TAMBIEN CON TINTA NEGRA

Todo comenzó muy simple en la formación de la comunidad de aquel monasterio de campaña.
Un pequeño grupo se fue encontrando para rezar juntos, trabajar juntos, estar juntos, con la palabra bíblica en el centro, al servicio del pueblo.
Con el tiempo empezaron las discrepancias y los comentarios que señalan a uno y a otro... circulando por los pasillos de manera solapada.
Lo que más molestaba a los monjes era que: a quien habían elegido como hermano mayor «no hacía nada».
Al principio le hicieron llegar algunos comentarios de sus compañeros.
Como el hermano mayor no tomaba decisiones sobre aquellos que eran visibles sus puntos negros, decidieron comentar en pequeños grupos.
Entonces la comunidad se fue poco a poco dividiendo en cerrados y enfrentados grupos... hasta que el hermano mayor creyó que era la hora de decir algo.
Los monjes además de las tareas de cualquier casa, y de los trabajos en la chacra para su mantención, prestaban el servicio de transcribir pasajes bíblicos.
Recordemos que en esos tiempos no existían ni impresoras, fotocopiadoras ni siquiera maquinas de escribir, todo se escribía a mano de pluma y tinta.
Ocurrió entonces  una mañana, después del desayuno y la oración, en un día de lluvia donde no se podía hacer trabajos en la chacra, todos los monjes se iban a dedicar a transcribir los textos bíblicos. La ubicación en las mesas dejaba claro las divisiones que existía, en lo que había sido una sola comunidad.
Para sorpresa de todos, cuando fueron a empezar el trabajo, cada uno fue viendo que en su tintero no había tinta… El hermano mayor era el único que tenia tinta en su tintero y en silencio realizaba su trabajo. Sin entender... todos pusieron la mirada en el, quien se hacia el desentendido de las miradas.
El hermano mayor dio tiempo al silencio hasta que sonriendo les pregunto:
- ¿De qué color es la tinta con la cual transcriben la palabra bíblica?
– Negra, contestaron.
Entonces se puso de pie y con firmeza les dijo:
- ¿Y porque ustedes no son capaces de convivir con la parte oscura de los demás?
   Nuestro Dios es quien nos convoca a escribir su historia de Salvación.
  Nos convoca a cada uno con sus oscuridades y luces.
  Y la oscuridad del otro sirve para valorar lo que he recibido y para compartir mi luz si me la piden.
SABER CONVIVIR CON LAS OSCURIDADES
 Este es el gran desafío para la bandada de Colibríes y otras... para nosotros mismo, desafío en la relaciones familiares, en las comunitarias, en los grupos de trabajo o de estudio… el gran desafío es saber convivir con mis propias oscuridades y la de los demás. Valorando, compartiendo, acogiendo la luz, intentando ordenar de la mejor manera posible mis oscuridades y la de los demás.
No somos perfectos. No hemos sido elegidos por no tener oscuridades. ¿Quien no las tiene?
Como dice el Francisco el papa: la iglesia es un hospital de campaña. Donde hay lugar para todos los heridos. Hay que tener presente nuestras heridas y ser cuidadoso de no contagiar a otros, ni ser contagia-dos por otros. Que cada cual cargue con su cruz, con su lucha.
Y juntos seamos signo de comunidad de Dios, donde hay lugar para todos, siendo cada uno lo que es, con sus luces y sombras. En la iglesia no hay médicos y enfermos, todos somos enfermos con distintas tareas de servicio al único medico, al servicio a los demás.
Nacho