- Padre Nacho ¿Cual es su experiencia en la CEBs.?
- Me integre siendo joven a la Iglesia, en la Catedral de
Melo, donde estaba el padre Javier y el padre Cesar. Eran años de la
resurrección de la democracia, después de la dura dictadura militar. Las
parroquias católicas estaban llenas de
gente, ya que había sido uno de los pocos lugares donde se podía vivir una
participación comunitaria, reflexiva y con obras de solidaridad hacia los más
empobrecidos. En toda la diócesis como en el país y el continente las CEBs,
eran un modo de ser iglesia que estaba en pleno desarrollo. Si bien me integre
a la Pastoral Juvenil, en la parroquia y en la diócesis había reuniones,
celebraciones, trabajo social, retiros y misiones en común con las CEBs.
- ¿Qué le llamo la atención de ese modelo de Iglesia de las
CEBs.?
- Me encontré como “pescado en el agua”, porque venía de
una familia, de una experiencia de estudiante, laboral, y deportiva (ciclismo)
muy comunitaria. La vivencia eclesial fue como una continuidad de esa vida
“participativa, festiva, diversa, viajera… comunitaria”. Lo nuevo eran las
propuestas de “interioridad y de solidaridad”. La solidaridad nos llevo a la
participación en lo político, en lo barrial, esa iglesia nos indicaba “comprometernos
ahí en el mundo”, además del compromiso en lo familiar y en el estudio o
trabajo. Se trabajaba mucho la “interioridad” en cuanto a dinámicas y retiros
de autoconocimiento, oración, meditación, contacto y valoración de la
naturaleza. En esto había hermanas religiosas y animadores laicos muy bien
preparados. La palabra bíblica era la gran columna vertebral de todo.
- ¿Ahí surge su vocación al sacerdocio?
- En ese contexto comunitario, comprometido con la
realidad, misión y de vida interior. Misteriosamente la pregunta sobre esta
vocación me la hice, cuando las referencias sacerdotales siguieron su camino y
vinieron otras propuestas. Especialmente para los jóvenes vino una propuesta
moralista, sacramental. Unos cuantos se fueron, ya con un país en democracia,
con más posibilidades de participación, a otros directamente los corrieron, a
los más pensantes a los que hacían su aporte desde el arte. Las dificultades
son una oportunidad que nos despiertan preguntas. La primera generalmente es
¿Por qué ocurre esto?, y después gracias a Dios me ayudaron a preguntarme ¿Qué
puedo aportar ante esta dificultad? Y la respuesta que Dios me dio y la
comunidad fue: “tu vida”.
- ¿Y al seminario?
- Después de un buen discernimiento, y con una valorización
profunda sobre la mujer, la familia, discernimos y me decidí por esta vocación
creyendo que era lo que Dios me pedía. Considero que fue muy bueno haber pasado
por el dolor de haber conocido distintos modelos de Iglesia, porque en la
comunidad de compañeros había de todo… Me siento con cinco talentos recibidos, consiente
que se me pedirá diez. También en el equipo de formadores siempre hubo
sacerdotes que nos acompañaron para que respondiéramos a Dios al servicio de la
gente, trabajando en equipo. También me toco parroquias de formación pastoral
con propuestas comunitarias de servicio al Reino. No todo fue un caminar
lineal, el crecer se aprende cayendo y siempre había que elegir entre diferentes
modelos de Iglesia, también en los estudios, el desarrollo de la vida
espiritual y la maduración afectiva.
- ¿Llego la ordenación y el regreso a la Diócesis?
- Justo ahí se da un cambio de obispo y de Iglesia. Creo
que nos salvo lo recibido anteriormente y el no estar solo, los dos primeros
párrocos fueron fundamentales para “mantenerme vivo vocacionalmente, sin
olvidar la vida de oración y el apoyo de las comunidades. Superamos crisis
difíciles… Y en esos primeros seis años pudimos compartir la experiencia de la
iglesia de la CEBs. Que a esa altura tenía muy poco apoyo jerárquico y era
llevada adelante más bien por laicos, las religiosas y religiosos. En el mundo
era el tiempo de los movimientos y del combate a la teología de la liberación y
a las CEBs. Entonces en nuestra diócesis poco apoco fue quedando en los papeles
como opción preferencial. Creo que no la sacaron de los papeles por la madures
que había en muchos laicos y en las religiosas.
- ¿Y después usted es enviado a Bolivia como misionero?
- Si, pero antes tuvimos un nuevo cambio de obispo, que
procuro volver a centrar la Iglesia en el horizonte del Reino. Esos cambios
bruscos en pocos años hizo perder mucha gente de un lado y de otro. En cuatro o
cinco años tres diferentes obispos, bien distintos, con parroquias que vieron
pasar varios curas “cada uno con su librito”. Algunos con una propuesta clara de exterminio
de las CEBs. por ideología o por ignorancia.
- ¿Y allá en Bolivia como lo vivió usted?
- Junto a las comunidades indígenas, pude hacer la lectura
que la experiencia familiar, la deportiva, la política, y la eclesial de las
CEBs, me había preparado para poder encarnarme en un pueblo “comunitario”, como
son los pueblos indígenas. Lo primero que formamos fue una CEBs, de vida,
itinerante. No se puede anunciar el evangelio que es comunitario si no se vive
en comunidad y menos hacer ese anuncio a personas que son de vida comunitaria.
La persona individualista a lo sumo puede aportar a personas quebradas en lo
comunitario, solitarias o amontonar individuos, hacer eventos, pero no formar
comunidades. Por allá pudimos dejar una buena huella eclesial, en cuanto apoyar
el proceso de liberación de los indígenas.
- ¿Nuevamente de regreso a Uruguay y la Diócesis?
- Regresamos más maduro, pero bastante herido… Lo que trajo
sus consecuencias con el tiempo, sumando y restando… Además nos encontramos con
un nuevo obispo, otro presbiterio, otro país, por lo tanto otras CEBs. Sin
olvidar la perdida de religiosas y religiosos que se había dado y se siguió
dando.
- ¿Como encontró las CEBs.?
- En los papeles quedo para el presbiterio, que las CEBs es
una opción preferencial. Con algo maravilloso, que es el centro del evangelio:
las
CEBs. pasaron de ser servidoras de los pobres a estar formadas hoy en día, por
uno de los rostros de la pobreza en Uruguay “la tercera edad”. Creo que
también el cambio del país en cuanto mejoras de posibilidades económicas,
trabajo de la mujer fuera de casa, mayor consumo y que el estado se encargo de
lo social, fue algo que nos quito el protagonismo. También creo que perdimos el
empuje misionero, de las misiones populares, misiones en el campo, dejamos algo
bien propio del cristianismo. . Y además no supimos hacer una nueva propuesta
para la nueva pobreza y nueva búsqueda social: “el hambre espiritual”. Creo que
ese es el gran desafío de las CEBs. hoy:
profundizar, crecer, integrar y
proponer una vivencia nueva espiritual, especialmente para sus animadores y
para la gente nueva.
-
¿Cómo sería?
- Sin perder algunas características fundamentales de las
CEBs: *La vinculación con la parroquia *Con gente abiertas a gente diversa es
decir sin fragmentar como lo hacen otras pastorales especificas de jóvenes,
matrimonios, etc. *Con la Palabra Bíblica tejida con la Realidad *Con un Cristo
en los pobres y excluidos. *Misericordiosa. *Servidora *Fraterna *Misionera *
Comunitaria circular. Pero reitero creo
que tiene que poner un asentó nuevo y profundo en lo espiritual. Hay que escuchar
al espíritu, hay que integrar nuevos métodos de oración, hay que orar, meditar
según la necesidad y de estos nuevos tiempos, adquiriendo otros aportes. Tanto
en lo personal, comunitario como en encuentros. Hay que formarse para esto y
hay que formar.
- ¿Algo más?
- No olvidar integrar lo tecnológico, tanto para la
formación, para lo espiritual y la coordinación. Si las CEBs no tienen un
espacio en estos medios no podrán integrar a gente nueva, no podrán anunciarle
la buena nueva, no podrán ponerse al día. Digo más, quedaran un poco
desconectadas de la realidad y de la Iglesia. Creo que hoy en día por medio de
los celulares y computadoras ya se da la integración de la tecnología a lo
pastoral y espiritual. Pero creo que esta mas en lo personal que en lo
comunitario. Puede prestar un gran servicio la tecnología bien empleada a las
reuniones comunitarias, a la coordinación en redes.
Un cambio también visible en nuestra sociedad es “el
encuentro fuera de casa, ya sea para velorios cumpleaños… y por lo tanto hay
CEBs, que se formar en el entorno de una capilla o salón comunitario, hay que
reconocerlas como CEBs.
Y, no sé cómo se resolverá, pero ante la falta de curas en
números y con carismas hacia este modelo de Iglesia, hay que repensar los
ministerios, la liturgia… en comunión con la iglesia. Las cosas nunca llovieron
del cielo y todo nacimiento pasa por dolores de parto, aprendizaje,
discrepancias, lectura profunda y nueva de la realidad búsqueda de la verdad
del Espíritu, confiados en que
“Dios realiza la el trabajo de la tierra, la
siembra y la cosecha con los bueyes que elige y los que se disponen, que no
necesariamente serán muy buenos”. El es el Señor de la historia, el de
nuestra Iglesia, de la humanidad, del cosmo y está trabajando sin descanso, esa
es nuestra fe.
Nacho