Hoy después del viaje con mi mama, mientras ponía la ropa en nuestro lavarropa, veía manchas, que tenían historia. Un café derramado, un salpicón del barro pisado, el descuido de quien comía a mi lado, pero por sobre todo había polvo del camino.
Hay solamente una manera de no ensuciarse y no ensuciar a otros, es encerrándose en la propia casa y cortando las relaciones humanas. Quizás así, aislándonos, es como más nos ensuciamos, porque lo que realmente limpia es el amor que se vive en las relaciones humanas y con Dios.
Cuando soy consciente de mi fragilidad humana, de mis errores, de carencias de otros, y
encuentro la manera de perdonarme y perdonar, ahí estoy AMANDO… Hasta que un día llegó a ser parte de la gracia mayor, de la plenitud humana: poder perdonar y
amar al que es piensa distinto, incluso cuando me trata como enemigo. Y ahí se terminó
la guerra dentro de mi alma y me transformo en un regalo para los que busquen
la paz y un subversivo para los que viven y fomentan el enfrentamiento, la división.
Hoy lavando la ropa, ahora compartiendo este relato “soñando
con Dios” surgen sentimientos, gestos y actitudes ante los demás que no fueron
de Amor. En algunos momentos mi relación, como por ejemplo con Irineo, un
muchacho de Molles: no le ofrecí totalmente lo que si le di a otras personas
amigas: tiempo, escucha, la buena noticia de Jesús en actitudes de
misericordia, o palabra de aliento.
También me descubrí Amado y Amando, teniendo presente a
mi padre que fue preso, torturado, (al igual que tantas y tantos otros hermanos)
y se quitó la vida como consecuencia, de la tortura, lo cual nos ha hecho
sufrir… Hoy puedo saludar a familiares de los que fueron parte directa de esas
injusticias, deseando para ellos lo que a mí me hace bien: la autocrítica teniendo
como luz la vida de Jesús.
Cuando uno se siente perdonado, limpio por dentro, no
espera que los demás nos amen. Cuando uno es amado, no anda en búsqueda de ser
amado. Ese quizás es el problema profundo de Hoy: no nos hacemos autocritica,
no reconocemos nuestras faltas, no encontramos el perdón y por eso vemos que el
mal está solamente en los demás.
Deseo para todos que volvamos a soñar, a soñar escuchando la voz de Jesús, y él nos mostrara el camino. Nos ofrecerá un lavarropa para nuestra propia ropa, y un lavarropa industrial al servicio de las instituciones a las que pertenecemos. Con nuestros ojos limpios, sintiéndonos Amados, podremos ver mejor la realidad como realmente es, Amando…
Con Shirley y Jorge Coronel |
Montero y Francisco |
LAVANDO NUESTRA PROPIA ROPA,
CAMINAMOS EN EL AMOR
Nos contaba el abuelo que hubo una vez, una situación muy
COMPLICADA en un pueblo. Las relaciones humanas en la familia, en los centros
educativos, en la política, en el deporte, en las iglesias… estaba muy divididas. Y se había creado un clima
de enfrentamiento. Los diálogos eran una guerra, cada cual buscaba argumentos
para descalificar al otro. Argumentos verdaderos, de hoy, del pasado, o
argumentos sacados del contestó, para acusar al otro.
Nos contaba el abuelo, que ese clima de enfrentamiento iba
creciendo. Con palabras, con gestos. Pero peligrosamente ya había habido golpes
y uso de armas, en el ambiente familiar y social. Lo peor de todo que la
violencia era rechazada cuando se iniciaba de parte del OTRO, distinto a mí, o
del grupo que no era el mío, y se justificaba o no se era consciente de la
violencia, cuando salía de mi persona o de mi grupo.
Nos contaba el abuelo, que todos sufrían, todos tenían
perdidas, tanto los que estaban de un lado como del otro. Solamente había un
pequeño grupo, que no se identificaba con ningún partido político, ni religión,
que sus miembros estaban infiltrados en todos los grupos, con un solo
propósito: crear conflicto, dividir, enfrentar. Porque ese pequeño grupo vive del miedo de los demás, del enfrentamiento, de la división. Sus artículos de venta y ganancia son necesarios en
tiempos de conflictos. Desde medicamentos, todo lo que tiene que ver con
la seguridad, hasta armas. Este grupo se enriquece en cada conflicto. Si no hay conflicto los crean.
Nos contaba el abuelo, que había un pequeño comerciante, que también estaba envuelto en esta nebulosa de enfrentamiento y división. Tenía los mismos problemas en su familia, en su grupo político, en su comunidad religiosa, en su trabajo. Entonces un día en una noche tormentosa, tuvo un sueño de encontrarse con Dios. Y que Dios le preguntaba:
- ¿Qué quieres amigo mío?
Y el le contestó:
- ¿Cómo no sabes tú de la creciente violencia en nuestra sociedad?
Dios sonrió y le dijo:
- Me alegra que tu oración, tu dialogo conmigo sea desde la realidad de todos. Me alegra que me cuestiones.
- ¿Y qué estás haciendo? le preguntó el hombre a Dios.
Y Dios sonriendo le trajo a la memoria:
- Recuerda que también me tocó ser Dios, en el tiempo de la prehistoria, tiempos de dinosaurios, y donde los hombres eran cavernícolas. Recuerda que también fui el mismo Dios en tiempos de las conquistas de América, de África, y también presencié las dos guerras mundiales, dictaduras civiles y militares en distintas partes del planeta, y dictaduras en muchas agrupaciones o familias.
- ¿ Y qué has hecho? Siguió el hombre cuestionando a Dios.
Después de un silencio, esperando que se calmara el soñador, después que sacara de adentro todas sus preguntas, su rabia y dolor, Dios le contestó:
- En todo tiempo de conflicto, siempre alguien busca mi intervención. Algunos hablan en mi nombre sin escucharme, y han sido capaz de excluir o matar en mi nombre. Pero quien realmente quien me escucha, siempre le he dado luces para aportar en tiempos de oscuridad. Siempre le he dado propuestas concretas para evitar o solucionar los conflictos.
- ¿Y que me propones ahora? Más calmado y reconociendo a Dios como
Dios, preguntó el soñador. Tomando conciencia eso que le recordaba Dios: el
tiempo de los dinosaurios, de los cavernícolas, de las guerras mundiales, de
las conquistas, de las cruzadas, de las dictaduras. Tener una mirada histórica
del presente nos hace ver que no es ni el final del mundo, ni la noche más
oscura, ni el peor tiempo de la humanidad. Entonces Dios le habló a su corazón,
y le propuso aportar para un mundo mejor desde su trabajo de pequeño comerciante, vendedor de
electrodomésticos.
Nos contaba el abuelo, que el comerciante comenzó a
ofrecer el regalo de LAVARROPA. Para clientes y no clientes, nadie quedaría
excluido. Podrían participar en la posibilidad de recibir el regalo, con toda
edad que tuviesen siendo ya consciente de sus actos; practicando cualquier profesión, si ser
excluido por su situación familiar, cultura, color político, deportivo o
religioso. Todos los que cumplieran tres condición podrían participar
sorteo del regalo del lavarropa.
Nos contaba el abuelo, que esa propuesta del pequeño
comerciante era algo distinto, incluía a todos. Todos comenzaron a unirse, en el ambiente
familiar, en los almacenes, en la calle, en las redes sociales, en los medios
de comunicación, unidos por la pregunta: - ¿Cuál serán las tres condición para recibir el
regalo del lavarropa?
Nos contaba el abuelo que las condiciones eran:
1 - Presentarse el domingo siguiente en la plaza del pueblo, frente al local comercial al mediodía, con mate y algo para acompañar. Matear con alguien que nunca haya mateado, y compartir el pan, los bizcochos con alguien que aún no conociera.
2 - Y la segunda condición era que el lavarropa recibido de regalo, era para uso personal, de la persona que lo recibiera, o la institución. Y en caso de que otra persona o institución necesitará lavar su ropa, con gusto había que prestarlo, pero cada uno tenía que lavar su propia ropa o la de su institución de pertenencia.
3 - Y tercera condición era que mientras que se realizaba, el
lavado, el enjuague y el secado, había que tomar conciencia de cómo se nos
había ensuciado la ropa.
Cuenta el abuelo, que el domingo estaban todos con sus colores diferentes, menos aquellos que se creen autosuficiente, los que piensan que ya está todo perdido, o los que son parte del grupito que goza, fomenta, y se enriquece con la división. El pequeño comerciante entrego un numero a cada uno de los presentes. Y propuso otra condición: que el que tuviera “la suerte” de ser favorecido con el premio, hiciera uso del lavarropa en ese mismo momento, y que todos los que quisieran recibir el regalo que realmente necesitaban, se quedaran a presenciar el lavado del ganador, de su propia ropa.
Y así
fue, se realizó el sorteo, y todos los que buscaban un buen regalo se quedaron
esperando su regalo de lo que realmente necesitaban de esa tienda de electrodomésticos: una caldera
eléctrica, un calefón, una estufa, un ventilador…
Cuenta el abuelo, que mientras el hombre favorecido con
el lavarropa, lavaba su propia ropa de trabajo, de salir y la de entre casa. Lavaba
sus ropas más lindas y las más íntimas. El hombre que había tenido el sueño, revela
la voz de Dios que había escuchado y cuál era el regalo que Dios ofrecía, a todos.
Cuenta el abuelo que hombre terminó diciendo.
– Levanten la mano los que de alguna manera están sufriendo, la división, el enfrentamiento la violencia en su familia o la sociedad. Una a una todas las manos se levantaron.
Continuo: - Algo muy simple nos propone Dios como primer paso para
restaurar nuestras relaciones humanas: Tomar conciencia de la suciedad de nuestra
ropa visible e íntima, tomar conciencia de nuestra suciedad en los
sentimientos, pensamientos, palabras, gestos y actitudes. Sin juzgarnos nuestras equivocaciones, sin juzgar a quienes nos han manchado el alma.
Dejarnos lavar por el verdadero creador y dueño de nuestra vida que es Dios.
Quien nunca se impone, y nos deja libre de elegirlo a él, para el lavado de nuestra
historia, o excluirlo de las decisiones y acciones de nuestra vida.
Cuenta el abuelo, que aquel mediodía volvió a brillar el sol en muchas relaciones humanas familiares, comunitarias… cada uno reconociendo que era parte de los problemas. La autocrítica era lo que estaba faltando. Todo cambio en el pueblo, porque cuando yo cambio cambian las relaciones en el pueblo, Y si yo no cambio, para mi no cambia nada en el entorno. Si yo me dejo lavar puedo ser estrella en la noche. Si yo me creo el limpio de la sociedad, o creo que mi grupo es el de los únicos buenos, y culpabilizar a los demás del mal presente, habrá días de sol, habrán gestos de amor y yo no los veré porque estoy sucio y no me quiero limpiar.
Lavar cada uno su ropa y no empeñarse en lavar la de los demás...
ResponderEliminarGracias Nacho