En la fiesta de la Virgen de Lourdes, capilla de Cerro de Las Cuentas, celebramos una hermosa misa. La fiesta quedó para el mes siguiente.
Fue muy bonito tener el encuentro con Jesús de manera circular, donde todas y todos pudieron tener la Palabra. Pudimos compartir miradas sobre el relato del evangelio, encarándolo en nuestra realidad social y eclesial.
Todos los grupos humanos crean sus reglas para hacer miembro a alguien o que quede excluido. Socialmente por muchos años se creyó que la lepra era peligrosamente contagiosa, por el contacto de piel, de ropa, o utensilios, tocados por quien tenia lepra. Religiosamente las enfermedades eran consideradas castigo de Dios por algo hecho por la persona enferma o por un pecado de sus padres. Ante una mancha que podría ser el inicio de lepra, toda persona era llevada al sacerdote, para que este determinara, el estado de salud y por lo tanto de pureza de esta persona. Si era considerado leproso por el sacerdote, tenia que ser expulsado de la familia, de la comunidad, y del pueblo. Y si esta persona no cumplia la ley, y se quería acercar, desde niño se aprendía a apedrearlos o correrlos a palazos.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Jesús sintiendo compasión, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: quedas limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés... (Marcos 1, 40 - 45)
Con las distintas comunidades fuimos viendo "la bendita fe de este leproso" que conociendo bien la leyes sociales y religiosas, habiendo vivido el cuplimiento de esta ley, por medio de sus familiares, amigos y el sacerdote... Escuchó y creyó que Jesús estaba por sobre la ley y se animó a acercarse confiado en que Jesús lo iba a recibir y lo podía limpiar, devolviéndole la dignidad de persona con posibilidad de reintegrarse a su familia, a la sociedad y a la religión.
En la comunidad del Cerro, en Fraile Muerto, Jacinta representó a Jesús. Al cual nosotros los "religiosos" cuidábamos que no se le acercara nadie "impuro", con el corazón o manos sucias... en situación de pecado.
En la representación Jacinta recibe a la leprosa, (que veíamos que podía ser una mujer que se prostituye, o vuelta a casar, o lesbiana, o recien salida de la cárcel o envuelta en una adición. o de otra religión...) Jacinta la recibió, la abrazo y la invito a tomar mate juntas... la mujer se puso feliz... Explotaron los aplausos.
En la capilla del Buen Pastor en Melo observamos con dolor que hay personas que "no se sienten dignas" de venir a la iglesia. Porque han sufrido alguna discriminación, o por su formación puritana que la hace creer que la iglesia es para los que se están portando bien. Encarnamos la Palabra de Dios en esas señoras "que llegan a la casa de Dios", a la capilla, y toman una escoba para limpiarla.
También en "el Altarcito de la Pocha", CEBs, en Ombúes de la Valle, ven y creen en ese Jesús con una escoba, dispuesto a entrar para ordenar nuestra casa interior. Limpiando nuestras lepras, curando nuestras heridas a su tiempo, a su modo...
Como comunidad nos sentimos llamados a trasmitir el encuentro de hoy con Jesús, invitando a otras se animen a acercarse a Jesús... En comunion con nuestro Papa Francisco, para escandalo de los fariseos...
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