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domingo, 3 de junio de 2012

40 años de la Teología de la Liberación - Segunda parte

Segunda parte del artículo escrito por Hugo para la revista Tiempo Latinoamericano con motivo de los 40 años de la TL. Esperamos sus comentarios, anécdotas, sugerencias, saludos...experiencias.

Henrique Pereira Neto

Un proceso de maduración
Hoy la teología de la liberación forma parte necesariamente del proceso histórico liberador en Latinoamérica – pasado y presente – y ha llegado a un punto de maduración en la que no sólo ha construido un genuino discurso sobre la comunidad cristiana, y sobre Dios, sino que ha sido la base para el desarrollo de nuevas teologías: negra, indígena, de género, etc.; también en otros continentes, manteniéndose fiel al punto de vista del pobre, al cotidiano quehacer teológico y al anuncio del Reino de vida.
Ciertamente no estuvo libre de críticas, ataques y condenas. Y de las discusiones en la academia salió fortalecida porque supo proponer e interpretar el tiempo latinoamericano – el kairós –; contener la participación de los cristianos en los procesos de liberación – la irrupción de los pobres – e interpretar los signos de los tiempos en búsqueda de la liberación integral de los hombres y mujeres; manteniendo la denuncia; y utilizando las ciencias sociales como mediaciones para analizar la estructura de la pobreza y la sociedad. Al articular el lenguaje, con el que las comunidades cristianas en Latinoamérica presentan su mensaje, se hace palabra profética y transformadora de los que no tiene voz.

Perspectivas
Gustavo Gutiérrez en los siguientes años continuó trabajando los temas tratados en su obra. En la introducción a la decimocuarta edición nos advierte que en sus posteriores libros10 profundizó esas primeras intuiciones.
En esta breve memoria, que es homenaje a la obra de Gustavo Gutiérrez, presentamos algunas de las “novedades” hermenéuticas, metodológicas y del sujeto de la teología de la liberación; pero es el carácter emancipatorio, el vuelo propio que tomó el pensamiento latinoamericano, que resaltamos con el autor cuando describe que: “mirar fuera de sí misma en busca de modelos o pautas ha sido – la característica de América latina en el campo del pensamiento. La urgencia y la riqueza del compromiso que muchos cristianos comenzaron a asumir en el proceso de liberación popular en los años 60, plantearon sin embargo preguntas nuevas desde nuestra propia realidad, al mismo tiempo que señalaron pistas fecundas para el discurso sobre la fe. La teología de la liberación es una de las expresiones de la adultez que comienza a alcanzar la sociedad latinoamericana y la Iglesia presente en ella en las últimas décadas. Medellín tomó acta de esta edad mayor y ello contribuyó poderosamente a su significación y alcance históricos”.11

José María Arguedas

El viejo sacristán
A 40 años de su publicación, recomendamos al lector detenerse en la dedicatoria del libro. Está dedicado a Henrique Pereira Neto, sacerdote brasileño asesinado por un escuadrón paramilitar en Recife, Brasil (1969), y a José María Arguedas (1911-1969), etnólogo, antropólogo y escritor peruano que abrió con sus novelas las puertas al autor para que se encuentre y reconozca con el hombre indígena. El breve texto de Arguedas citado al comienzo (del libro Todas las sangres) contiene - quizás - el mismo mensaje, en boca del sacristán indio, que todo el libro de Gutiérrez. Un mártir y un indio de los Andes nos invitan a volver a leer esta obra con renovada mirada.

martes, 29 de mayo de 2012

40 años de la Teología de la Liberación - Primera parte

Gustavo Gutierrez

Esta es la primera parte de un artículo escrito por Hugo Mamani para la revista Tiempo, con motivo de los 40 años de la teología de la liberación, la idea del texto es que sea un aporte e invitación a volver a leer los "clásicos" de nuestra teología latinoamericana. Cuenta con aportes de Roberto Flores...

"Bueno esa es la idea - invitación para la comunidad del Colibrí, para que también escriban sus opiniones sobre este 40 aniversario" - Hugo

Estamos todos invitados a reflexionar sobre este acontecimiento tan importante para nuestro caminar de Iglesia. ¡Adelante!

40 años de Teología de la Liberación
Teología de la Liberación. Perspectivas.
De Gustavo Gutiérrez

Por Hugo Néstor Mamani. Publicado en Revista Tiempo Latinoamericano nº 93, mayo 2012, páginas 56-59. Córdoba, Argentina.

“Mi libro es una carta de amor a Dios, a la Iglesia y al pueblo a los que pertenezco. El amor continúa vivo, pero se profundiza y varía la forma de expresarlo.”  G. Gutiérrez, Teología de la liberación, 2004. 17º edición. p. 53. Introducción “Mirar lejos”.

Raíces de una praxis
Según los datos de imprenta1 el libro terminó de imprimirse en 1971, por lo que -pensamos- comenzó a circular en 1972. La obra considerada la más significativa de la corriente del pensamiento teológico latinoamericano tiene sus raíces en la experiencia de los grupos cristianos comprometidos en los diversos procesos de liberación que vivió latinoamérica en los años 60-70, y en la reflexión sobre estas prácticas que hicieron teólogos, como el peruano Gustavo Gutiérrez. El autor, tuvo sus años de formación intelectual y sacerdotal estudiando psicología en Lovaina y teología en Lyon2. Ordenado en 1959 y de regreso al Perú fue profesor en la Universidad Católica de Lima y párroco en la popular barriada de Rimac. Su trabajo pastoral y docente se desarrolló en una época de cambios tanto en la iglesia, con la renovación que traía el Concilio Vaticano II, como en los países llamados del tercer mundo.
En marzo de 1964 participó de la primera reunión de teólogos latinoamericanos en Petrópolis (Brasil), allí comenzó su exposición preguntándose: “Cómo establecer el diálogo salvador con el hombre de América latina?”. Esta preocupación antropológica y pastoral por el hombre latinoamericano será una de las claves de análisis que se mantendrán más adelante en la teología de la liberación.
En esta rica etapa de la vida eclesial y social latinoamericana se multiplicaron encuentros y estudios, generándose cartas, declaraciones, documentos y obras de otros destacados autores que también comenzaron a escribir teología desde América latina.3
Los críticos acontecimientos sociales y políticos del Perú hacia el final del gobierno de Belaúnde Terry (1963-1968) llevaron a que laicos y sacerdotes peruanos preocupados por la crisis que afectaba a las clases populares se reunieran para analizar la situación y se pronunciaran con una declaración pública pocos meses antes del comienzo de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín.4 Gutiérrez adhirió a este movimiento y en la siguiente reunión, en julio de 1968, expuso sus ideas cuando fue invitado a dar una conferencia en Chimbote (en la costa norte de Lima), a partir de la cual quedó referenciado como el líder intelectual de la ONIS – Oficina Nacional de Información Social – nombre que tomó este movimiento de sacerdotes.
Para Gustavo Gutiérrez esta conferencia, luego publicada en Montevideo y reelaborada para ser presentada en Suiza como ponencia en 1969, fue el origen directo de su obra más conocida.

El escándalo de la pobreza
En octubre de 2011 al conmemorarse en Lima los 40 años5 de la publicación de Teología de la liberación. Perspectivas, el autor hizo memoria de  su obra recordando que hubo un hecho que “marcó muy fuertemente la reflexión y fue comprobar el escándalo que significaba una situación de pobreza en un continente que se considera cristiano... En ese continente cristiano, hay una inmensa parte de la población que en ese tiempo vivía en condiciones inhumanas y anticristianas.” Este hecho que marcó su reflexión teológica le planteaba -y aún plantea- la pregunta: “¿cómo decirle al pobre que Dios lo ama?”. Sus escritos comenzaron a intentar responder la pregunta. Para ello se afirmó en la indignación ética ante las situaciones de injusticia y en la compasión entendida en el “sentido literal de la palabra es decir en un compartir el sufrimiento”. Por eso en un primer momento miramos la realidad y las causas que provocan la injusticia y pobreza para luego comprometernos a cambiar esta situación de opresión.
A esta acción por la liberación le sigue la teología como acto segundo, o sea como reflexión crítica sobre la praxis a la luz de la fe. Para el autor la teología “como reflexión crítica de la práctica de la praxis histórica es así una teología liberadora, una teología de la trasformación liberadora de la historia de la humanidad y, por ende, también de la porción de ella –reunida en ecclesia– que confiesa abiertamente a Cristo. Una teología que no se limita a pensar el mundo, sino que busca situarse como un momento del proceso a través del cual el mundo es transformado: abriéndose – en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de la humanidad, en el amor que libera, en la construcción de una sociedad justa y fraterna – al don del Reino de Dios”.6

La irrupción de los pobres
Al constatar el hecho inhumano y antievangélico en la que viven millones de latinoamericanos el autor afirma que esto los convierte en no hombres, en no personas. Desde este lugar de exclusión el pobre se convierte en lugar teológico. Esto supone un cambio epistemológico en la teología, no se anula ningún elemento de la producción teológica, pero se cambia el lugar desde el cual se genera la reflexión teológica. Los elementos se mantienen pero el resultado será diferente. 
El punto de partida del teólogo es “el pobre hoy, es el oprimido, el marginado por la sociedad, el proletario que lucha por sus más elementales derechos, la clase social explotada y despojada, el país que combate por su liberación”7. Y al precisar el término se mantiene alerta para no caer en ambigüedades y confusiones con la pobreza espiritual y la pobreza evangélica -que mantiene una actitud de austeridad o desapego ante los bienes materiales-. Pero aún para la Biblia la pobreza “es un estado escandaloso atentatorio de la dignidad humana y por consiguiente contrario a la voluntad de Dios”.8
Profundizando en el análisis la pobreza también puede ser entendida como solidaridad y protesta: “la pobreza cristiana, expresión de amor, es solidaria con los pobres y es protesta contra la pobreza. Este es el sentido concreto y actual que revestirá el testimonio de pobreza vivida no por ella misma, sino como una auténtica imitación de Cristo que asume la condición pecadora del hombre para liberarlo del pecado y de todas sus consecuencias”.9 Sintetizando: nos solidarizarnos con el pobre al compartir su vida, su situación de vida concreta y la lucha para y por su causa, que es buscar la liberación aboliendo las causas de la pobreza.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Teología feminista intercultural





Estoy leyendo un libro y quiero compartirlo: Teología feminista intercultural, de María Pilara Aquino y María José Rosado-Nunes
 
creo que ahora sí voy encontrando mi veta...
 
Dice:
 
"En estos procesos se recupera (...) categorías profundamente personales de alto contenido político. El cuerpo es uno de esos saberes impertinentes que amplían los referentes de transformación; recupera la diversidad de formas en que los seres humanos existen en la vida cotidiana, recupera el erotismo y el placer, sustento de la risa y de la desacralización.Pero la memoria también se recupera críticamente y se articula en los contextos específicos en que este cuerpo se ubica: la memoria del sufrimiento de los cuerpos en razón de sus diferentes colores, olores, expresiones sexuales, formas de supervivencia; es decir, todas las dinámicas de exclusión, de falta de reedistribución y de reconocimiento, pues es en el cuerpo donde producen el mayor impacto las fuerzas del "imperio": la economía capitalista neoliberal, el militarismo, y los diversos fundamentalismos. Justamente por ello, la repolitización del cuerpo aparece como un discurso teológico por excelencia, al estar situado en un horizonte ético, político y sagrado, desde donde pueden desarrolarse relaciones de justicia y democracia.
En esta perspectiva, el cuerpo recupera la articulación entre lo público y lo privado; confronta al capital y al Estado; confronta instituciones nacionaales y globales, religiosas y políticas; confronta los sentidos comunes tradicionales y los fundamentalismos crecientes. Recuperar lo más prersonal en la vida de las personas, al mismo tiempo que abre un abanico de posibilidades de interacción intercultural desde individualidades cargadas de sentidos políticos emancipatorios. El cuerpo deviene así un campo dotado de ciudadanía."
 
Les seguiré contando...
 
Nelda