AMIGA, AMIGO,
Te escribo esta carta, contándote algo
que recordábamos con mi mama; en el mate de esta mañana. Rezando, desayunando,
con pasteles de dulce de leche. Sentados
unidos, tranquilamente, junto al fuego de la estufa de leña. Para nosotros es
una gracia poder estar juntos en este día. El hijo estar con su madre, con
buena saludo a sus 90 años; y la madre estar con el hijo con buen espíritu.
Recordábamos algo que ocurrió en
una estancia, en aquellos tiempos donde en el campo no había luz eléctrica. Y
las noticias, llegaban con alguna visita, o por los informativos de la radio.
En las policiales de estos días se
informaba que en Montevideo, una banda de delincuentes habían sido detenidos,
luego de un enfrentamiento armado. Los ladrones, estaban asaltando un
supermercado, sonó la alarma, llego la policía y ellos intentaron escapar.
Hubo una persecución, enfrentamientos y tres personas mayores de edad fueron detenidos.
Dos de ellos tienen heridas de bala, pero no
son de gravedad. Los policías no fueron alcanzados por las balas de los delincuentes.
En la cocina, junto al fogón a
leña donde doña Marta servía el desayuno para su patrón se escuchaba esta
noticia. A lo que don Martínez Suárez,
el propietario de esos campos comento con enojo: - Los hubieran matado a esos
hijos de pu… ahora todavía les tenemos que dar de comer gratis a esos vagos,
con la plata que pagamos los impuestos.
Doña Marta, había sido informada
la noche anterior por su hijo mayor, que su hermano menor, también hijo de doña Marta había sido detenido por estar robando. Doña Marta sabía que Juan el menor
de sus hijos, no había sentado cabeza. Su hermano mayor lo había llevado a la
capital a trabajar en la construcción, pero éste eligió unas malas juntas y hacía una semana que no se sabía nada de él. Hasta que el informe policial reveló la situación actual de Juan. Doña Marta sufría a la distancia por su
hijo. Sufría escuchando a su patrón.
La vida tiene sus vueltas. Y una
tardecita, casi un año después, don Martínez Suárez recibe una llamada por teléfono de su esposa que estaba
en la capital. Lo puso muy pero muy furioso. A gritos culpabilizaba a la señora Gracias Suárez, por lo que le estaba ocurriendo a su único hijo. Después todos se
enteraron en la estancia del porqué del enojo del patrón. Resulta
que su esposa hacía dos años se había trasladado a Montevideo, para que el hijo
de ambos estudiara derecho. El sueño de su papa era que fuera político.
El flaco, como se apodaba al hijo de esta familia, había cobrado un dinero de un embarque de ganado que había
realizado su padre, vendido a muy buen precio. Tomo ese dinero y se escapó a vivir a Holanda con un compañero de universidad. Su madre nunca gustó de esta
amistad, porque decía que si su padre lo veía con ese amigo con esos pelos largos, barba
despareja y mal vestido, los iba a echar como ratas a los dos juntos de la casa. Ellos decidieron irse
juntos a emprender una nueva vida en Europa.
Así es la vida, como decía la
abuela “nunca hay que escupir para arriba”. Acá se dio el dolor en distintas realidades.
Donde por distintas razones los jóvenes se fueron a vivir a la capital. Y sus
padres sufrían por distintas situaciones. La diferencia en el corazón de doña
Marta era, que ella misma se sentía un poco responsable del problema de su
hijo. Por su vida, en la cual desde pequeña fue criada por su abuela, sin
conocer a su madre fallecida. Y después muy joven se fue con un amigo, con el cual
tuvo tres hijos. Después fue abandonada, y pasó de estancia en estancia hasta
llegar a esta. Habiendo criado a sus siete hijos de distinto padre con mucho
sacrificio. Ella se sentía parte del problema de sus hijos.
El patrón, a la inversa, siempre
responsabilizo a su esposa del cuidado que le dio a su hijo. Si bien él se sentía
orgulloso de haberlo hecho hombre en la adolescencia llevándolo al prostíbulo del
pueblo varias veces. Y haberlo sacado a quebrar heladas antes que amanezca para
realizar las tareas de campo. Habiendo hecho todo esto por su hijo, no podía aceptar
el deshonor para la familia que su hijo formara una pareja homosexual. Si bien Martinez Suárez, siempre
fue un hombre de carácter muy fuerte. Desde ese día no había quien lo aguantara.
Los peones y doña Marta incluso le tenían miedo… Su esposa no vino más a la
estancia y algunos comentaron que se había separado.
Por eso en este día de la madre,
sabemos que hay diferentes sentires, en diferentes realidades de vida.
- Estamos aquellos que tenemos la
madre cerca.
- Los que tienen la madre a la
distancia física, en otro lugar o en el cielo.
- Los que no conocieron a su mama.
- Es un día distinto para la madre
que ha tenido que despedir de esta vida a un hijo, o que queriendo no lo han podido tener.
- Están las madres solteras, que
ellas mismas se tienen que comprar el regalo, cuando los hijos son pequeños.
- Las hay, madres sociales, que
fueron madres abuelas, adoptivas o por un cuidado a través de su trabajo.
- Y las hay madres, aquellas que son
madres del alma, que con su escucha, consejos y con su vida, han cultivado el corazón
y el espíritu de algunos de nosotros.
Que podamos VIVIR este día, desde la realidad que nos
toca vivir, conscientes que hay otras experiencias, otros sentimientos en este día.
Y solamente unidos unos con otros, podremos realmente construir un mundo mejor.
nacho
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