miércoles, 20 de mayo de 2020

MEMORIA: “Cuando nos arrancaron el alma”


¿Dónde están? 
SON MEMORIA - SON PRESENTE
1 - Comienzo agradeciendo a muchos de ustedes, que se hicieron presente, después que escribir la carta al senador… me quede desnudo… y las llamadas telefónicas, los mensajes, las resonancias que me hicieron llegar, me hicieron tomar conciencia de la gran verdad: “somos mucho más que dos, caminando codo a codo, en esta marea humana construyendo la verdad y la justicia”. Mil Gracias. nacho 
MEMORIA
2 - Hace un tiempo nos robaron la casa, revolvieron todo no encontraron dinero, y lo único que se llevaron fue un dividí, porque la tele que tenemos es las a lámparas, y parece que ya no tiene precio de venta ja ja.
Hicimos la denuncia policial correspondiente, y a la semana nos avisan que “pasemos por la comisaría, que hay unos cuantos artículos electrodomésticos recuperados de una boca de droga cerrada”.
HUELLAS
La comisaria, está a dos cuadras de mi casa. Cuando subí las escaleras y entre en el patio, fui como “poseído por un mal espíritu”. Algo muy difícil de explicar en este momento. Me sentí muy mal, con ganas de vomitar.
Y dentro de mí comenzaron a crecer los sentimientos de miedo, rabia… Me detuve en medio del patio, y miraba hacia un lado y hacia otro, como buscando algo… sin saber lo que buscaba.
Mire, busque… sin encontrar nada en aquel patio vacío, con paredes altas, y que era el primero de tres patios separado por portones de rejas de fierro.
Los sentimientos de miedo y de rabia, ya se habían adueñado totalmente de mi persona. Me vinieron ganas de salir corriendo, de llorar, de ser abrazado por alguien…. De pelear, de putear, de pegarle a alguien… pero estaba solo.
CONECTARSE
Entonces cerré los ojos, me quedé unos minutos en silencio, y se me vino el rostro de mi papa. Él estuvo preso en la época de la dictadura, justamente en ese lugar. Ahora hay una cárcel en las afueras de Melo, en aquellos tiempos la cárcel era en estos patios de la comisaría.
Entonces me senté en un banco que había en el patio, y me conecté con mi papa. El falleció, se quitó la vida, por no poder superar una enfermedad que le vino años después, por causa de la tortura recibida en aquellos años. Tiempo donde algunos dicen por acá, que: - “se podía dejar la bicicleta en el cordón de la vereda…”
Conectado con mi papa desde aquel patio, recordé que nunca quiso hablar de cómo fue torturado. Por los médicos supe que la tortura física, fue muy grave porque destrozo su modo de entender y vivir el ser varón… Destrozó su vida sexual… y sin duda afecto su psicología.


CUANDO NOS ARRANCAN EL ALMA
Entonces en medio de la rabia que estaba sintiendo, se me hizo presente algo que me contó una vez.  Tomábamos mate, me tomo de la mano. (Gesto que también lo hizo en la última charla, el día antes de su despedida de esta vida). Aquel día fue el único día que lo escuche hablar sobre la tortura que había sufrido.
Me apretó fuerte me miro a los ojos, se acercó, y con palabras entrecortadas me dijo: - “Nacho, que duro es que cuando tienes a alguien cerca, y lo quieres abrazar, y te lo quitan”.

Y siguió diciendo: - La tortura más dura que nos daban en la cárcel en aquellos tiempos era, en relación a las visitas. Cuando nos anunciaban que los jueves o domingo íbamos a tener visita, dentro nuestro se desarrollaba algo hermoso… que crecía con el correr de las horas.

¿Y qué hacían para torturarnos? Me respondió la pregunta antes que yo se la hiciera. Y ahí tomando distancia y mirando hacia otro lugar, como viajando en el tiempo, continuo:
- Ese día, el esperado, nos arreglábamos lo mejor posible. Nos hacían parar en una línea, y a ustedes los familiares y amigos, que nos visitaban, los veíamos en otra línea, del otro lado del patio. Ese momento quizás era un momento mágico. Cada uno de nosotros buscaba en el grupo humano enfrente, a sus seres queridos, a sus familiares. Los abrazos, todo el cuerpo y el alma se aprontaba a ese encuentro. El corazón latía a mil.

Después de unas indicaciones dadas por los parlantes, que nadie escuchaba, aunque el volumen rompía los tímpanos de los oídos, con una voz impositiva y violenta.
Llegaba la orden de comenzar el tiempo de visita que era entre 15 minutos y media hora.
Cuando nos pusimos en camino, ya unidos en la mirada con nuestros seres queridos, con los ojos llenos de lágrima y el cuerpo tembloroso por la emoción; en un momento sonaba una sirena y gritaban la orden por los parlantes de tirarnos al suelo. Los soldados que estaban ahí, en la comisaría, nos tomaban del cuello y nos tiraban contra el piso.
UN NIÑO MARCADO
Cuando me conto mi papa eso, surgió lo que yo también había vivido hace muchos años cuando era niño.  Recordé uno de esas visitas frustradas. Por supuesto que, por mi edad, el patio era mucho más extenso de lo que la realidad de hoy me lo dice. Recordaba buscarlo con mis ojitos bien redondos en la otra fila, hasta encontrarlo y decirle a mi mama: “viva allá esta papa”.
Recordaba, esos primeros pasos, con mi camión de plástico en la mano, para mostrarle a mi papa.
Si, recordaba cuando mi madre me cinchaba enloquecida y ambos caímos al piso.
Nos teníamos que quedar un rato ahí. Y cuando mi madre me levantaba, ya no estaban, no había nadie del otro lado del patio. Y nos volvíamos a casa.
PROFECÍA DE MUJER
Al regresar a casa, lloraba, porque perdí mi juguete, y no jugué con mi papa. Entonces una vecina, se acercó y me dijo: “no llores un día te reencontraras con tu papá y tu camioncito y podremos todos felices jugar juntos.
Mi padre me contaba que aquella era la máxima tortura recibida. Que era como que le arrancaban el alma”. Y todo se hacía con la excusa de que alguien había intentado escapar. Mentira para que nos culpabilizáramos unos a otros.
La suspensión de la visita, el impedir el encuentro, el no poder tener el contacto físico, me decía mi padre que era lo que más dolía, por varios días. Era más doloroso que los baños de agua fría, los plantones y otras cosas…
LOS LUGARES HABLAN
Es increíble, después de tantos años, casi cincuenta, estar ahí en ese lugar, y que me envolviera el miedo y la rabia. Cuando le pude poner nombre a mis sentimientos, me decidí a entrar a la oficina. Donde el policía era un vecino, y por eso me había mandado llamar.
Me mostró unos cuantos cidi recuperados, diciéndome que seguramente alguno era el mío, son todos medios parecido. - Si, Si, fue lo que me salió contestar. Tomé uno le agradecí, firme un papel y me volví a casa.
ELEGIR  
Hoy pienso, como las huellas quedan adentro y en los lugares, y no las borra el tiempo… Increíblemente mi historia reconoció el patio, y se conectó con el sin mi permiso. Si de mi parte, decidí algo: no seguir caminando envuelto en ese miedo, en esa rabia interior.  Decidí, hacer silencio y escuchar que era lo que estaba pasando en ese encuentro, entre mi interior y ese lugar.
3 - HOY ME HABLA JESÚS EN SU PALABRA, PARA ILUMINAR LO QUE ME HA TOCADO VIVIR:
- "Jesús dijo a sus discípulos: «No se atormenten por su vida…  busquen más bien el Reino, y se les darán también lo que necesitan. No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino… Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón… Tengan puesta la ropa de trabajo y sus lámparas encendidas. 
Sean como personas que esperan que su patrón regrese de la boda para abrirle apenas llegue y golpee a la puerta. Felices los sirvientes a los que el patrón encuentre velando a su llegada. Yo les aseguro que él mismo se pondrá el delantal, los hará sentar a la mesa y los servirá uno por uno. Y si es la medianoche, o la madrugada cuando llega y los encuentra así, ¡felices esos sirvientes!" Lucas (12,32-38)
REFLEXIÓN
Personalmente soy testigo que lo vivido deja huellas, que el tiempo no borra. Y que cada tanto, en situaciones, lugares, en encuentros, noticias, perdidas… esa huella que pueden ser heridas o experiencias de amor, se encienden dentro nuestro. Cuántas personas han recurrido a las diferentes drogas queriendo tapar esos recuerdos…
Creo que Jesús nos propone un camino: “Tomar conciencia de ese fuego que se enciende desde el dolor, o del amor. Ponerle nombre. Volver a vivirlo, aunque duela. Dejar que arda dentro nuestro, canalizándolo en el amor y la esperanza. Hará que no se transforme en un incendio devorador o en un odio que nos posea.
Como dice el amigo: hay que encender nuestro fueguito, que, junto a otros fueguitos, se transformará en un mar de fueguitos que resplandecerá en las tinieblas.
El silencio ayuda, o una amistad, que no eche leña al fuego, y menos que no de sermones de consolación u olvido…  Ojalá, encontremos una presencia amiga, que simplemente se ponga al lado nuestro. Es lo mejor que nos puede pasar.
CIELO O INFIERNO
Muchas veces me han llamado a presenciar la despedida de una persona de este mundo. Es muy distinto quien se despide con algo “atragantado” sin haberlo podido o querido decir…. Vive sus últimos momentos, en un verdadero infierno. Quien pudo decir su verdad, incluso reconoció sus errores, y ayudo a decir la verdad de otros, se despide en paz, e incluso algunos con una tierna sonrisa.
“Bienaventurados los que trabajan por la paz y la justicia dice nuestro amigo Jesús”. Dando la posibilidad que los que están escondidos en las tinieblas, puedan hablar la verdad. Tengo confianza en que así será. Que próximamente tendremos buenas noticias. Que así sea. No olvidemos los cristianos que Jesús mismo nos dice: “que solo la verdad nos hace libre”

UN MAR DE FUEGUITOS
Conectémonos con los seres queridos, con los que soñaron con la justicia y la libertad. Abracémonos a quien tenemos alado, ahora que podemos. En silencio para que sea desde adentro.
Encendamos una velita, y pidamos con nuestras palabras, que nuestro fuego nuestra historia sea luz, que nunca se apague; aunque encontremos lo perdido, hay otros que necesitan nuestro aliento, para seguir buscando. Dios quiere que seamos uno en su caminar, que es verdad, justicia, y vida. Somos memoria, somos, presente, somos luz en la noche… aquí están ellos, aquí estamos en un nosotros. Presente

Nacho, con su velita encendida.

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