sábado, 2 de mayo de 2020

¿QUIERO MEJORAR MI VIDA?

No sabemos qué cambiará en el mundo después de esta pandemia… Si sabemos que es una posibilidad de que nosotros cambiemos en algo para mejor. Siento como compañeras y compañeros de camino, a los que tenemos ese mismo propósito: “MEJORAR”. Nuestro ser, nuestra manera de relacionarnos, nuestra vida es el mejor regalo para el otro, la mejor herencia que dejamos a la humanidad.
1 - Primera pregunta: 
¿Quiero mejorar mi vida?
SAN FRANCISCO DE ASÍS, desde mi juventud ha sido un compañero de camino. Quizás lo que más me conecta con él, es como: "una persona que andaba en otros caminos… puede ser encontrado por el camino de Jesucristo".
Y ahí aparece algo clave en su vida, que como en la de cualquiera de nosotros tenemos que tener muy presente, ser respetuosos y estar atentos. Hay un tiempo para cada cosa. En todo camino, incluso los de “perdición”, hay momentos de “dulzura”. Y en esos tiempos nadie se siente a cambiar de camino. Pero como el ser humano nació para “la vida”, llega un momento que se siente “insatisfecho” con el camino de “perdición”. Generalmente esa insatisfacción lo lleva a “más de lo mismo”. Y es ahí “cuando toca fondo”, y es cuando se comienza a abrir a otra posibilidad de vida, que lo saque de esa situación “de insatisfacción total o infierno”.
FRANCISCO, en las barras de amigo, en los boliches, en las mujeres, en la caballería, “toca fondo”, después de haber estado preso y enfermo. Y comenzó a rogar a Dios que lo ayudara. Según parece algo así entendió que Dios le decía: 
- “Francisco, es necesario que todo lo que, como hombre carnal, has amado y has deseado tener, lo desprecies y aborrezcas, si quieres conocer mi voluntad. Y después de que empieces a probarlo, aquello que hasta el presente te parecía suave y deleitable, se convertirá para ti en insoportable y amargo, y en aquello que antes te causaba horror, experimentarás gran dulzura y suavidad inmensa”». El cambio de vida, significaba “cambio de gustos”. 
Tendría que dejar lo que “hoy gustaba” y comenzar a probar “lo que hoy no le agradaba”. En cuanto a las relaciones humanas.
2- Segunda pregunta:
- ¿Cuáles son las relaciones humanas con las que no hago el bien? ¿ Y cuáles son las personas diferentes que rechazó?
DIOS RESPONDE
Y Francisco se abrió a buscar una nueva vida, y pudo decir: 
-  «Y el Señor me condujo en medio de ellos [los leprosos] y practiqué con ellos la misericordia. Y al separarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo»
El centro de la iluminación que recibe el joven Francisco está precisamente en «conocer la voluntad de Dios»; para descubrirla es indispensable «despreciar, aborrecer, tomar distancia» de lo que nos deshumaniza. El vencimiento de sí mismo, del ego centrismo, es ya un gran paso de liberación. Aunque aún no se sepa cómo se vivirá la vida nueva.
La cercanía de Dios no es algo que se alcanza por prácticas religiosas o buenos modales. Jesús se acerca a los que se reconocen pobre y pecadores.   Así lo vivió Francisco: 
- Cuando estaba envuelto en pecados, me era amargo ver a los leprosos; pero desde que el Señor me condujo en medio de ellos y los traté con misericordia, lo que antes me parecía amargo se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo». 
Es Jesús mismo que nos propone y conduce a “nuevos encuentros”. En nosotros esta dejarnos llevar, estar abiertos a lo nuevo, a los que hoy e desagradan.
CONVERSIÓN:
El relato de encuentro con el leproso tiene varias características. Dicen que “iba montado en su  caballo” y “se le cruzó un leproso”; “él detuvo su andar, se bajó de su caballo”: “se acercó al leproso, le dio una moneda, lo beso y volvía subir a su caballo y seguir el camino a donde estaba yendo”. 
Pero algo había cambiado dentro de sí, que lo llevo a nuevas prácticas con los leprosos:  
- «A los pocos días, tomando una gran cantidad de dinero, fue al hospital de los leprosos y, una vez que hubo reunido a todos, les fue dando a cada uno su limosna mientras le besaba la mano. Al salir [del hospital], lo que antes era para él amargo, es decir, ver y palpar a los leprosos, se le convirtió en dulzura.
Un encuentro, con Jesús vestido de leproso, nos puede cambiar la vida. Lo que no significa que inmediatamente nuestra vida cambie. Podemos mantenernos en el mismo camino “viejo” por un tiempo. Quizás incluso podemos “parecer estar peor”. Pero por dentro “ya no somos los mismos”. Y ahí hay que acompañar esa “semilla interior”, con gestos exteriores. 
Francisco aún en su vida de perdición, comienza a transformarse por dentro y tener gestos de cercanía y solidaridad con los leprosos. «A partir de entonces comenzó a nacer en él, un sentimiento de pobreza, que lo ponía en el camino de la humildad y comenzó dedicar más tiempo a hablar con Dios. Y a relacionar a los leprosos con la presencia de Jesús". 
- Si antes rechazo toda cercanía a los leprosos, incluso quitando su mirada de ellos si alguno se aparecía en su camino, ahora los busca, porque ve en ellos a quien busca, a Dios, como dice Isaías: que el cristo crucificado apareció despreciado por asemejarse a un leproso. (Is 53,3-4)
3- La tercera pregunta es: 
-¿Estoy dispuesto a ser paciente con quien se pone en camino de conversión? 
- ¿Sabiendo que exigirá “compartir las monedas y los besos, con los que no se presentan como merecedores?
Y sin duda, los amigos y familiares “creerán que enloquecí”
nacho.

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