ELEGIR ENTRE
AMORES
Querido
amigo, te comprendo el momento difícil que vives hoy, al tener que discernir
entre dos amores. Me ha pasado más de una vez. Antes de entrar al seminario,
durante el tiempo de formación, y después de ordenado.
En
las dos primeras situaciones parecería más fácil el discernimiento porque aún
no había dicho un SÍ vocacional. Después de ordenado presbítero, sí dije mi SI,
y creo que fue mucho más difícil discernir, seguir o cambiar de vocación.
Aunque cuando le dijimos SÍ a una vocación, ya no es algo solamente personal.
Hubo testigos y hay compromisos.
1
Querido
amigo, con los años lo que experimentó es que nos vamos a enamorar en todo el
recorrido de esta vida. Diría más: estamos creados para enamorarnos. Tendríamos
que vivir enamorados. Quizás el problema mayor del ser humano es no amarse, no
sentirse amado, no estar enamorado.
Pero
hay que ser claro: no es fácil permitirse enamorarse. Todo comienza con
un encuentro casual, hasta que llega un momento donde debemos elegir: cortar o
animarnos a crear una relación en el amor.
El
amor nos desnuda. Hace
visible lo mas bonito que somos y nuestras carencias. Por eso algunos canalizan
su amor en una mascota, un trabajo, en algo material, o en algo imaginario. El
ser humano solamente puede crecer en el amor, enamorado de otros seres humanos.
Y cuando el amor es de ida y vuelta, ahí viene lo difícil.
Es
muy difícil decir si a alguien cuando estoy libre. Tengo que entregar mi
libertad. Y es también difícil decir que si, cuando tengo un si anterior dado.
El amor es insaciable. Hemos sido
creados por amor, somos amor, para amar. Lo demás todo es vacío si se hace sin
amor.
2
Querido
amigo, creo y lo vivo, que SI, hay un Dios amor que ama a su humanidad
creada, y que el único camino para responder a ese amor es el amor a la
humanidad. En nuestra totalidad nos ama, en totalidad tienen que ser
nuestras relaciones humanas en el amor.
Nuestra
humanidad es un tesoro a ser descubierto. La ciencia nos sigue sorprendiendo al
revelar lo que somos corporalmente, en inteligencia, en voluntad, en
sentimientos, en alma. Nuestra fe suma el espíritu, que sopla de donde quiere y
como quiere.
Las
relaciones humanas quizás son el misterio mayor. ¿Porque he nacido aquí y ahora? ¿Por qué me
he encontrado con tal o cual persona? ¿Porque se dio o creamos tal vínculo? ¿Porque
aquel gesto, silencio, palabra, mirada?
Nuestra
fe nos habla de un Dios que no es un titiritero. Por lo tanto, nos ha hecho
libres, incluso nos da
la libertad de reconocerlo y amarlo o no. E igual nos sigue amando en
cualquier circunstancia. Dispuesto siempre a darnos una mano si se la
pedimos.
3
Querido
amigo, se que lo que voy a decir no es lo que se dice. No es lo que dije por
mucho tiempo. Pero ahora con una mirada muy humana lo veo así. Creo que Dios
tiene solamente un proyecto para nosotros: que vivamos en el amor, dando la
vida por alguien. Amar es entregarse.
Por
lo tanto, no creo que Dios tenga un proyecto de vida para nosotros, distinto a
Amar. ¿A quien amar? Se va dando en la vida por tantos encuentros y
desencuentros. Por tantos amores recibidos y ausentes. Por tantos pasos dados y
no dados. Vivir es un tejido de amores y desamores.
4
Querido
amigo, volvamos al presente real. ¿Cómo llegué a la situación de amor en la que
estamos hoy?, es parte de ese misterio, de ese tejido. La primera pregunta que
un ser humano hoy se tiene que contestar es: ¿He dicho un sí en el amor, a
un vínculo o todavía no? Hay muchas maneras de decir Si. Lo que sería las
distintas vocaciones en sus distintos procesos.
En
tu caso y el mío, hemos dicho que si, y hay muchos testigos de ese vínculo de
amor. Que es a Dios, a Jesús encarnado en donde él está: en la comunidad, en
los excluidos, crucificados, en los pequeños, en los sacramentos, en la
eucaristía, en la iglesia, en la creación, en cada uno de nosotros.
El
amor no clasifica, el amor ama. Por lo tanto, creo que no es bueno jerarquizar
las presencias de Dios. Creo que un amor nos lleva a otro y cada uno recorre su
propio camino desde donde comienza a amar.
Si,
creo que es bueno preguntarnos en cada tiempo presente: ¿Me siento amado?
¿Por quienes? ¿Me amo? … ¿De quién, de quiénes estoy enamorado? Hay que
dejar salir nombres del corazón. Sin miedo, sin vergüenza. El amor es el
camino. Los nombres que salgan serán la radiografía verdadera de mi
presente. Todo lo demás es complemento.
También
creo es bueno preguntarnos: ¿cómo anda mi relación de amor a los mas
pequeños, a los que muchas veces no nos pueden dar otra cosa más que su amor?
Una persona, un matrimonio, un consagrado, que no ha logrado enamorarse de los
crucificados, no se ha conectado con el amor de cristo, y le va a costar amar
como el ama.
Siempre
en el amor va estar la tentación de la posesión. Del reconocimiento, del éxito,
de salvar mi propia vida. Por eso necesito una conexión con los menos amados,
para vivir el amor en plena libertad. A ellos los puedo dejar cuando yo quiera,
o ellos me pueden dejar cuando ellos quieren.
Reitero,
cualquier vocación es un vínculo de amor entre personas, y si no tiene un
vínculo de amor con Jesús crucificado, creo que cualquiera de las vocaciones no
se puede vivir en el amor de Jesús.
Es
el camino preguntarse: ¿la vocación que HOY vivo, en los últimos años, me llenó de nombre de personas excluidas, crucificadas?
Si
la respuesta es SI, seguramente siento mucha paz, y mi corazón se relaciona en
el amor, con libertad con otras personas. También encuentro sentido a cargar la
cruz personal y la que se me suma por los vínculos de amor. En conclusión, me
siento amado y amando. En sintonía con el amor de Dios.
Si
mi respuesta es que NO hay en mi corazón nombres de personas que me conectan
con el Jesús encarnado crucificado y resucitado, abre vivido para los que
tienen, para los familiares, amigos. He servido a instituciones. Por más que
nombre a Dios, no estaré en sintonía con su amor. Sin Dios aparecerán otros
dioses. El amor a mi mismo y a la vida se desvaluará con el tiempo.
Dios
está dispuesto a acompañarnos desde estamos. Y para el nunca es tarde. Por eso
en toda situación nos dice: - “te espero en galilea en ellos. Yo en ellos te
pediré todo tu amor, y en una entrega de toda tu persona, experimentaras mi
amor”.
5
Querido
amigo, llegue a la ordenación sacerdotal trabajando como diacono en las
arroceras. Acompañado de un gran párroco, en una pequeña comunidad. Amando,
siendo amado. Aprendiendo a amar como Jesús. Equivocándome.
Se
fue complicando la relación con mi obispo de aquel momento. Me saco del
respaldo que tenía. Volví a crear vínculos de amor, trabajado de taxista,
clasificador, junto a Jesús en ellos. En una iglesia de C.E.Bs, comunitaria,
fraterna, solidaria, sencilla, orante, profética.
Entre
tantos amores, me empezó a mover todo mi ser una mujer en especial. La cual
tenía el mismo vínculo de amor con Jesús crucificado. Era parte de esa iglesia
con referencia a las primeras comunidades cristiana. Los dos habíamos descendido
siguiendo a Jesús. Vivíamos en un barrio periférico. Cuatro años juntos
fecundos…
Pero
no me iba bien en mi matrimonio. Mi Si, pasa por la relación con el obispo y
presbiterio. Con el primero se fue deteriorando la relación hasta quedar
solamente el vínculo institucional. Cero confianza, cero amor, de ambas partes.
Y con los compañeros lejanía, acentos diferentes.
Busque
salir solo con Dios. Un retiro de silencio junto al rio Olimar. Dios era fiel,
pero el amor a esta bendita mujer crecía, y el amor a mis compañeros de
vocación se vacío. Me comencé a equivocar.
No
era problema con Dios, el nunca cambio su amor, su cercanía hacia mí. Dentro de
todo creo le respondía con amor, amando a los crucificados, a la comunidad, a
esta persona y celebrando con él, los sacramentos. La gente estaba contenta.
Me
veían bien, yo me sentía en barranca abajo en mi vocación y con deseos de
cambiar. La opción era: volver a comenzar con un noviazgo, que creía que pronto
me llevaría formar una familia, como la que siempre soñé con muchos hijos, y
cercana a Jesús, en los excluidos. Parecía que Dios me había puesto la persona
indicada.
Solo
no podía discernir. Savia que
me haría trampas. Y me fui al monasterio de los benedictinos. Como abre llegado
que me preguntaron ¿estas entreverado en el amor? Si, respondí. Cero
amor a mi grupo de pertenencia y un creciente amor a una mujer, y con ella a
Jesús en la comunidad y en sus predilectos.
Fueron
días de no poder rezar. Me ayudo el trabajo duro. Al menos el cuerpo se
cansaba. La vida comunitaria era fraterna. De mucho respeto. El silencio me
removía todo. Hacia mas presente mis problemas institucionales, vocacionales y
el amor a esta mujer. Casualmente otras y otros visitantes al monasterio,
parecía que eran enviados a remover mi herida abierta…
Éramos
unos cuantos, los somos hoy, ojalá lo seamos mañana, los y las que tenemos que
discernir entre amores. Me siento bien escribiéndote. El enamorarse es el
problema más hermoso que nos puede pasar. Que nos tiene que venir, en el
seguimiento de Jesús.
La
verdad no se bien que me ayudo. Se que me deje ayudar. Y me ayudaron. Creo
volví a beber del amor inicial, del proceso, de compañías, de referencias, de
la fiesta de la ordenación misma.
Volví
decidido a mantener el SI dado en esta vocación, seguir un poco más. La verdad
que me sentía muy frágil. Y tome una buena decisión: decirle a la muchacha
de tomarnos un tiempo con algo mas de distancia. Lo cual lo acepto. Nos
amábamos y en el amor no hay apegos y si libertad.
No
fueron días fáciles. Creo que para ninguno de los dos. No sé si podría haber
aguantado mucho tiempo en esa situación. Pero se dio algo que no lo había pensado
como posibilidad. El obispo que tenía llevaba dos años en mi diócesis y lo
nombran arzobispo trasladándolo. Y nos nombran como obispo a alguien que éramos
amigos. Y todo se volvió diferente, al poder mirar juntos hacia el mismo
horizonte.
Tanto
fue así que me propuso después de dos años, iniciar un puente con la América Latina
Amerindia. Donde viví los 8 años de mi vida, vocación, con mayor entrega. Casi
tuve la gracia del martirio… Disfruté muchísimo de ser compañero de caminata de
los guaraníes esclavos hacia su libertad. Mas de una ves llore agradeciendo
haber seguido este camino. En el otro hubiese sido feliz, pero esta experiencia
de liberación me la hubiese perdido, y ellos no me hubiesen tenido a mí.
Por
allá me enamore, por acá me enamore, hoy estoy enamorado. Por allá me golpearon
duro, también por acá. Por allá me equivoque, por acá me equivoque, hoy me
equivoco. Dios siempre fiel, nunca cambio su amor.
Ella
seguramente paso por sus noches. Después se casó, tiene una hermosa familia,
unos cuantos hijos. Cuando uno esta bien en su amor, es más fácil poder decir
te amo. Creo que si nos volviéramos a encontrar podríamos decir te amo, sin
dejar de amar lo que amamos y nos ama.
6
Querido
amigo, creo profundamente que, si me hubiese casado, Dios nos hubiese hecho muy
fecundos en su modo de amar. El nos acompaña por donde elijamos ir. Nos ha
hecho libres. No es un padre que tiene un proyecto de vida sobre nosotros y
nosotros lo realizamos o lo frustramos a él. No es un titiritero, ni un jugador
de ajedrez que hay que descubrir su jugada. Es amor creador de amor. Ese es
su reino. Y todo lo que sume en amor es bien para su reino.
Creo
profundamente, que, como cualquier padre, madre, abuelo, como cualquier humano,
tiene sus preferidos. Y lo son los mas frágiles, los que han sido excluidos o empobrecidos.
Por eso en nuestra entrega hay una parte, la principal, que tiene que ser hacia
ellos, para bien de su reino. Que misteriosamente será nuestra brújula para
amar. Para sentirnos amados, sin poseer y sin ser poseídos.
7
Querido
amigo, recorre tu camino. Se humano déjate acompañar, nunca dirigir. El te hizo
libre y así te quiere. Déjate amar, ama. Amate. No te olvides de sus
preferidos, de él.
Quizás
nuestros caminos se crucen y tomemos unos mates juntos. Rezo por ti, reza por
mí, soy frágil. Me siento uno con la humanidad, la creación, conmigo mismo, con
Dios.
Un
abrazo Nacho.
Dios
es amor, fiel, siempre.
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