domingo, 13 de julio de 2025

LOS TICHOLOS DE MI PADRE


 Este domingo me costó salir de abajo de las mantas... Luego de darle café a mi madre y comenzar el mate, junto a la estufa a leña, sentía que mi ánimo no estaba bien. Incluso me dolía un poco la cabeza. La primera tentación siempre es buscar una solución inmediata, una pastilla, un calmante... Elegí buscar las raíces del desanimo y dolor de cabeza. En el silencio recordé que hoy se celebraba el día del Padre. Y de inmediato surgieron desde dentro de mis recuerdos del tiempo de escuela, de la adolescencia. Mis padres se separaron cuando yo era niño, y recordaba las fiestas de la escuela "solito", porque mi madre tenía tienda y tenía que trabajar. Recordaba mi adolescencia en el deporte, cuando veía otros compañeros acompañados de su padre, y yo no lo tenía cerca... Esos recuerdos junto al mate me pusieron mal.


En la misa esta mañana contaba esa experiencia y decía que me sentía "caído" fuera del camino... como aquel hombre del relato bíblico de hoy, donde le habían robado y estaba caído, sin fuerzas para caminar. Después en la homilía pude contar con alegría, que tanto en el barrio, en el ciclismo, y la iglesia, aparecieron buenos samaritanos en mi vida. Varones que fueron buena referencia masculina en mi niñez y adolescencia, algo tan importante para un buen desarrollo afectivo y emocional. 

Pero faltaba sanar la relación con mi padre, y fue muy lindo esta mañana recordar cuando siendo joven, estando en el seminario en Montevideo, mi padre me visitaba una vez por mes. Él iba a hacer compras para su comercio en Rio Branco y a la noche nos encontrábamos, cenábamos junto y me llevaba siempre de regalo un paquete de ticholos. Me hacía sentir un niño grande, al otro día compartía con mis compañeros los ticholos, orgulloso diciendo "me los trajo de regalo mi papa". Qué bueno si en la misa, acetamos la entrega de Jesús, en algo más que ticholos, en su mismo cuerpo y sangre, para nosotros, heridos del camino, nosotros que hemos herido a otros, es a nosotros que nos quiere curar. Jesús en la eucaristía no es un premio para los sanos, es alimento que sana y quita el pecado.

Hoy a la tarde Rosa nos invitó a la capilla virgen de Guadalupe en el barrio Trampolín de Melo (ahí estamos en la foto) Me habían invitado para dar una charla sobre el problema de alcoholismo y adiciones. Hicimos una celebración muy sencilla. Lleve en una bolsa una caja de vino Faisán y un paquete de ticholos. También había unas gorras llevadas por Raquel y una rama con espinas. Ese fue nuestro altar en el medio nuestro. El mensaje fue sencillo: todos en la vida damos lo que somos... y mi papa hay cosas que no me pudo dar, pero si me dio ticholos. En la vida podemos pasar caídos, quejándonos de lo que no nos dieron... o podemos buscar los ticholos recibidos, ser agradecidos. Culminamos con el gesto de ver cuáles son las espinas que nos han dado en la familia y los amigos, los malos ejemplos y las malas acciones... cada uno fue intentando poner esas espinas en manos de Dios. Un niño decía: si será bueno ese tal Jesús que murió para perdonar a su gente, pero también ese perdón nos llega hoy a nosotros, es superbueno Jesús. 

Al anochecer de este día, mis sentimientos están ordenados. Puedo distinguir las espinas recibidas y los ticholos. Puedo recordar lo que me falto o robaron, seguramente lo mismo hizo el hombre del evangelio que una vez estuvo fuera del camino, golpeado y saqueado. Ese hombre pudo en la noche ver las estrellas brillar, ver que el Amor existe, y que a veces no viene desde los familiares, y si viene de un samaritano, alguien de otra sangre a la nuestra. Es buen samarita: alguien que hace lo que tiene que hacer y sigue su camino, dejándonos en manos de los que nos pueden curar. El samaritano no quiso ni ser padre, ni madre, se hizo hermano, prójimo. Cuánta gente al final de su vida, teniendo presente sus errores, quizás no muy religioso, o de religiones tenidas por menos por nosotros los cristianos... esas personas al encontrarse con Jesús, su Espíritu y su Padre encontraran el abrazo que limpia toda espina dada y recibida y solo queda el amor, las gauchadas realizadas, los servicios dados sin esperar...

Ojalá al final de este día cada uno pueda recordar sus buenos samaritanos y sus actitudes de amor hacia otro. Sin necesidad de recibir agradecimientos, ni de tener cerca a quienes alguna vez tuvieron gestos concretos de amor hacia nosotros. Porque la vida es un camino, y el amor nos pone de pie, para hacer con otros lo que hicieron con nosotros. Permanecer caído es atarse a las relaciones humanas, vivir en el pasado o encadenado... El amor de Dios, esta tarde nos llevó a compartir con dos niños... quizás en ellos quedo algo de la buena noticia de Jesús, en la Parábola del buen samaritano... Quizás los que estuvieron en misa, que terminamos junto cantando que los cumpla feliz a un niño, y comiendo ticholos, quizás al dormir esta noche saboreen en el recuerdo algún ticholo recibido por alguien... y con lágrimas puedan sacarse la espina que otros le clavaron o la de la culpa por algún mal hecho... si surge una sonrisa al dormirnos, y si mañana deseamos ofrecer nuestros ticholos a quien encontremos... es porque la Palabra se hizo carne en mi hoy... y mañana el Espíritu Santo me hará samaritanos de otros en el camino... otros que no son de mi sangre quizás. 
Nacho

1 comentario:

  1. Bella forma de expresar los sentimientos ; hermosa manera de ayudar a los que están transitando ese camino . Gracias!!

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