SABIDURIA DE MI ABUELA
Decía mi abuela Petrona: “Nacho, tu comenzaras a madurar,
cuando comiences a enterrar a tus seres queridos”. Yo era joven y no me gustaba
participar ni de velatorios ni entierros. La vida para mi estaba en sus
comienzos y parecía eterna. Casualmente
una de las primeras despedidas dolorosas que recuerdo, es la de la abuela Petrona.
Si bien tenía más de 90 años y estaba bastante enferma, la muerte siempre tiene
algo de dolor.
La velaron en casa de mi madre, el velatorio dio tiempo a
que vinieran todos los hijos, nietos y demás familiares. Recuerdo lágrimas,
pero también encuentros y bonitos recuerdos que compartían. La procesión hasta
el cementerio fue en silencio, quizás cada uno iba meditando la gran verdad: “que
algún día todos nos tocaría ser llevado por este camino sin regreso".
En el cementerio recorrimos unos metros hasta llegar al
nicho familiar. Mi madre me dijo que ahí estaban los restos de tres tíos y del
abuelo y me invito a poner una flor por cada uno de ellos.
Paa, que momento cuando pusieron el cajón y cerraron el
nicho con una tapa de mármol, que tenía el apellido de la familia de mi madre. También
era mi apellido…
Sorpresivamente, después de ese momento que parecía ser el más
duro, el de la despedida definitiva, surgió un sentimiento en la familia como
de alivio. La abuela ahora si se había ido, y había que dejarla ir.
El regreso a casa ya fue más disperso, y las charlas ya era
sobre el presente laboral, familiar y el deseo de bonitos deseos en el trabajo,
con los hijos, en el estudio y el deseo de volverse a encontrar en los próximos
cumpleaños.
Al regreso a casa se limpió el cuarto donde vivió la abuela
sus últimos años, se empaqueto su ropa para donarla a la parroquia, se
repartieron entre sus hijos algunas fotos y pertenencia con valor de recuerdo
de la vida de la abuela. Y la vida siguió.
LA PALABRA de este fin de semana, también nos habla de la
despedida de Jesús, y del envió de su espíritu para poder vivir en verdad y ser
justos en la realidad, que nos toque vivir. “Durante la última cena, Jesus dijo
a sus discípulos: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi padre lo amará; iremos
a él y habitaremos en él…. El Espíritu que el padre les enviara en mi nombre,
les enseñara todo…. Juan 14, 23-29
UNA PERSONA ES ESPIRITUAL
Como decía mi abuela: “maduramos cuando comenzamos a
despedir a nuestros seres queridos”. El Espíritu que da vida, es más que el sol
que sale para todos, más que el viento que acaricia todos los rostros, más que
la madre tierra que nos sostiene y alimenta a todos como sus propios hijos.
El espíritu nos hace valorar la propia vida, y la vida de todo
ser viviente. Por eso una persona espiritual, siente y comprende el dolor de
toda muerte. La persona espiritual quiere, busca que toda persona humana,
concretice su derecho, cuidar, disfrutar, de velar y sepultar, despedir a sus
seres queridos fallecidos.
Solamente una persona inmadura, una persona con odio, una
persona que goce con el sufrimiento de otros, un sádico, puede querer pasar la página
diciendo que algo ya fue, cuando otros sufren no poder despedirse.
El Espíritu sigue soplando, y es fiel a su trabajo en favor de
la vida, de la verdad, y la justicia, por eso creemos que aún hay tiempo para:
que los que por miedo o por placer, callan la verdad… todavía están a tiempo de
hablar, y dar a los demás lo que les gustaría para sí mismo y sus seres
queridos: una humana despedida, para cerrar la etapa de esta vida.