jueves, 6 de febrero de 2025

APRENDIENDO A AMAR

 Recuerdo aquellos años en que estábamos en plena adolescencia, muy centrados en nosotros mismos y sufrimos por lo que llamábamos Amor.

Una persona que tuvimos la gracia de que nos acompañara, nos escuchaba. 

Llegó el día en que nos propuso una salida de fin de semana como grupo "para conocer el Amor".

Todos, mujeres y varones, fuimos movilizados  por la propuesta, deseosos de ir y a su vez nos descubrimos envueltos en miedos.

Llegamos a un lugar en las periferias de la ciudad llamado Villa Betania, a orillas del arroyo Conventos.

Después de ubicarnos las mujeres en el cuarto a la derecha de la cocina y los varones en el cuarto del fondo, volvimos todos al patio del frente que nos recibió. 

Nos presentamos... y mi corazón latía a mil... estaba ella la chica que yo sentía estaba enamorado. 

Si bien no me molestaba, tome distancia de otra chica que yo percibía que andaba en búsqueda de conquistarme.

Lo semejante entre ambas era su altura. Todas las chiquillas excepto una, que era un poco más alta, todas tenían apenas diferencias de centímetros.

La persona que nos guiaba propuso que cada uno escribiera en una hoja: quien consideraba que era. Dones, límites y sueños. Sin expresar su género femenino o masculino y sin poner la firma.

Luego nos invito a que entraramos al salón y cada uno tomará una de las bolsas. En ella había un disfraz representado a personajes de la historia, todos con una semejante máscara, que nos haría irreconocibles unos a otros.

Teníamos que vestirnos en un lugar apartado, a solas y regresar al salón. Y la persona que nos guiaba nos recibía y nos sentaba en una silla a distancia de un metro, unos de otros, todos en ruedas.

La sala se llenó de personajes diferentes: médicos, barrenderos, arquitectos, policías, maestros, cantantes, deportistas, mujer embarazada, abuelo, chef, preso con su traje a rayas.... Todos con una misma máscara que no permitía saber quien era quien.

Personalmente me llamó la atención quien estaba con ropa de deportista, yo era corredor de bicicleta. El o ella, la que vestía uniforme militar me causaba cierto rechazo, me recordaba a mi padre preso y torturado en la dictadura. (Después pasada la dinámica, me comentaba uno de mis mejores amigos que era el quien vestía de soldado, que sintió mis gestos de rechazo) A mi me tocó de empresario vistiendo traje y corbata llevando un maletín.

Quien animaba el encuentro nos invitó a caminar, sin tocarnos, sin hablar, sin detenernos cruzándonos unos con otros. Las máscaras cubrían bien el cabello y todo lo que nos pudiera identificar.

Luego nos propuso formar dos ruedas mirándonos unos a otros. Todos nuestros disfraces tenían guantes. Era imposible ver nuestras manos y reconocer a alguien.

La rueda del centro giraba hacia la derecha y la otra hacia la izquierda deteniéndonos un instante frente a cada uno de la otra rueda y teníamos que tomarnos de las manos. Habían guantes como el de bombero con mucho relleno que no permitía saber si eran manos de una compañera o compañero.

Volvimos a sentarnos en rueda y fueron pasando por nuestras manos cada una de las hojas escritas con nuestra presentación anónima, al comienzo del encuentro. Cada perfil con dones, límites y sueños tenía un número.

Y llega el momento de expresar nuestro sentir sobre el Amor. A cada uno se nos dio una hoja en blanco y se nos propuso con colores plasmar un dibujo con:

1 - El contenido de dones, límites y sueños que más nos haya enamorado. (eligiendo el contenido de una de las hojas que había escrito una compañera o compañero).

2 - Expresar con colores y formas alguna de las manos que al tomar contacto con ellas (Aquellas manos que nos despertaron algo distinto dentro nuestro, algo amoroso).

3 - Mirar cada uno de los disfraces y escuchar con cuál siento en mayor sintonía y llevarlo en colores a la hoja junto a los dones, límites, sueños y sentimientos de las manos ya pintadas en mi hoja. Quedando un mismo dibujo colorido.

Esperando que cada uno a su tiempo hicieran su tarea, fuimos invitados a sacarnos las máscaras. Todos fuimos sorprendidos. (Al ver quien estaba debajo de cada disfraz)  Y cada uno también presentó su presentación de sí mismo, que había hecho en la primera hoja.

En mi caso no había podido reconocer a la chica que yo decía que amaba en su modo de presentarse, por lo tanto.no elegí su hoja. Sentí admiración por un compañero que poco conocía pero que se presentó con dones, límites y sueños semejantes a los míos. El tambien se identificó con mi presentación, eligiendo mi hoja para plasmar en su pintura.

Las manos que en contacto me movilizaron por dentro fueron las de una compañera disfrazada de chef. Esa delicadeza y ternura que sentí en sus movimientos en el encuentro entre nuestras manos, no la percibía en el rostro serio y distante que tiene conmigo esta compañera en la vida cotidiana.

La ropa de deportista que me atraía y que estaba casi convencido que era llevado por la compañera que yo decía estar enamorado, para gran sorpresa era llevado por un varón con el cual tenemos grandes diferencias por nuestros modos de ser.

Cada uno fue invitado a sacar sus propias conclusiones sobre esta experiencia. Recuerdo que yo dije:

1-  por lo de dones, carencias y sueños:  tenemos tendencia a enamorarnos de nosotros mismos... de quien se nos parece por dentro. A su vez decimos que amamos a una persona que se percibe distinta a la que vemos.

2 - por la delicadeza y ternura de aquellas manos, aprendí que: la cara de una persona puede ser una gran máscara de lo que realmente es interiormente. En el contacto físico podemos escuchar lo que realmente hay dentro de cada persona.

3 - y el convencimiento de que la persona vestida con la ropa de deportista que me identifica, era quien yo decía amar... me hizo poner en alerta que hay el riesgo de proyectar en otros lo que nosotros deseamos y amamos. Y si bien el hábito no hace al monje, lo exterior nos atrae o genera rechazo, llevándonos a relaciones superficiales.

Con el tiempo he cultivado escribir: como me veo hoy, con dones, límites y sueños, compartiendo lo más sinceramente mi interior, con las personas que me relaciono. Para que conozcan por dentro quien hoy estoy siendo. También busco conocer estas tres realidades en mis amigos.

Cuido de no relacionarme con las personas según su modo de vestimenta. Toda ropa ocultan y muestran modos de ser, que sólo se descubren en relaciones humanas.

Y doy mucha importancia a escuchar las miradas, las manos, abrazos... hablan del Alma de la persona. Miro a los ojos, ofrezco mis manos y abrazos, a las personas con las cuales quiero presentarme: desnudo como realmente hoy estoy siendo... 

En ese ir aprendiendo a Amar, voy descubriendo que el Amor tiene distintos colores y es el tejido de relaciones diferentes lo que nos hace vivir Amando y siendo Amados.

Lo contrario al Amor es la posesión o dependencia, pero como somos seres en RELACIÓN, necesitamos bandadas de pertenencia. Esa relación se cultiva, exige tomar opciones ... que nos da habitantes en el corazón y sabemos que habitamos en el corazon de otros...

Nacho

domingo, 2 de febrero de 2025

FAZENDA: DIOS NOS VISITA

Fue emocionante estar en este día de visita, de los familiares, a los chicos de la Fazenda, que ya han cumplido tres meses de su caminata, en búsqueda de liberarse de las adiciones, y encontrar el porqué cayeron en esa dependencia y ponerse en camino de ser un hombre nuevo.

Estábamos ahí en el patio, y se detiene un auto en el lugar de estacionamiento, se baja una mujer, y uno de los chicos, no tan chico, que ya es padre, reconoce en esa mujer a su madre y lo deja todo y sale corriendo hacia ella. La madre lo ve a la distancia y abre sus brazos para recibirlo. Se abrazan, lloran…

Todos nosotros contemplamos en silencio. Todos tenemos una madre. Todos nos hemos equivocado y la hemos hecho sufrir a nuestra madre y a otros. Todos deseamos profundamente que haya abrazos que nos esperen para darnos la ternura del perdón. Nuestros ojos se llenaron de lágrimas y nuestro respirar cambió su ritmo…

Uno de los muchachos nos invita a todos a pasar a la capilla a celebra la misa. Sus brazos y su cuello tiene unos oscuros tatuajes, que son signos visibles de su vida anterior. Este muchacho que se ha animado a dar el paso desde la calle hasta aquí, gracias a que alguien confió que era posible cambiar de vida se acerca y me dice: - Gracias por venir a acompañarnos en la misa. Esta es la quinta misa en mi vida que voy a celebrar, aun no entiendo mucho, pero en las anteriores sentí algo misterioso dentro de mí.

Esas palabras de ese muchacho con una caravana en su oreja izquierda, una cicatriz en la mejilla, una mirada de agradecimiento porque juntos íbamos a celebrar la misa, me conecto con lo profundo de mi vocación. Había sido llamado a celebrar juntos ese misterio, de una presencia, que nos recibe a cada uno con nuestra historia, con nuestros tatuajes, los visibles y los ocultos, con nuestras cicatrices por haber amado y por habernos equivocado. Ese Dios que quiso quedar presente en una mesa con pan y vino compartido. En un espacio comunitario donde personas distintas estamos llamados a dejarnos mover por el Espíritu que nos hace sentir amados y hermanos.

Dios se revela a quien quiere, y muchas veces a un no bautizado, o a alguien que anduvo por años fuera del camino humano, recibiendo la gracia de reconocer el misterio de la presencia de Dios en quien llega, en quien está a su lado y en la celebración eucarística. Un detalle que no es menor es que este muchacho ha celebrado sus cuatro anteriores misas con el p. Juan Fernando, el p. Gastón, el p. Gabriel, y el obispo Pablo. A mi no me conocía, pero me recibe como alguien que, junto a su comunidad de hermanos, con la que están haciendo la caminata, juntos viviremos ese misterio, esa presencia, ese encuentro que nos transforma.

En el templo entre los muchachos veo un niño un poco inquieto. Se había reencontrado con su padre, que no era el mismo de hace unos meses. Estaba este niño buscando la atención de su madre, que lloraba sentada al costado de quien era su compañero de viaje, padre de sus hijos, quien había sido la persona que más sufrimiento le había causado, por ser el amor de su vida. Y ahora él, a ella, (que era practicante de una iglesia hermana evangélica), le recordaba las palabra del pastor de su iglesia que la acompañó en su sufrimiento, alentándole a orar a Dios por su esposo, ese hombre que no quería saber nada de Dios, que se reía cuando la veía orando con su biblia...  Hoy ese hombre con una vida nueva, la había invitado a participar del momento de oración, y estaba a su lado con la mirada atenta cantando el canto de comienzo de la celebración.

Sentí un impulso interior a invitar a aquel niño al frente. Y después de ponernos en presencia de Dios recordamos a Jesús que nos propone volver a ser como niños. Y todos, con la mirada en el niño, aprendimos de él, de los niños, que se pelean, pero al rato están jugando juntos. Y esa era la invitación de quien nos convocaba: recibir su perdón, para poder liberarnos perdonando. Si hay algo que nos va encorvando, es el sentido de culpa y algo que nos pone feo es el rencor hacia alguien. El niño, con otro niño, que se quiso sumar a mostrarnos cómo es Dios con nosotros nos regalaron un saludo que junto a las palabras de la liturgia del perdón, nos cambiaron el rostro a todos. Porque algo había sucedido dentro nuestro. Y con mucha fuerza cantamos juntos el gloria a Dios.

Después la Palabra nos compartía la presentación de Jesús en el templo, llevado por su madre María y su padrastro José. Recibido por Simeón y Ana, quienes entre la multitud que acudían al templo fueron los únicos que reconocieron a Jesús como hijo de Dios. (Lucas 2, 22 - 40)

A la luz de la Palabra cada uno de los presentes se identifico con alguno de los personajes. Los familiares que estaban visitando a los chicos en la Fazenda, se sentían como María y José, poniendo a los muchachos en manos de Dios. Los que de una manera u otra recibimos a los chicos y los acompañamos a que se encuentren consigo mismo y con Dios, nos identificamos con Simeón y Ana. Y los jóvenes que están procurando "volver a nacer" son los Jesús, según el relato de hoy.

Ese es el misterio de la encarnación, cercanía de Dios en Jesús. Se hizo pequeño en el pesebre en Belén, vivió el mayor tiempo de su vida como un vecino un obrero más, después creo una comunidad abierta a todos, especialmente a los empobrecidos, pecadores y tenidos por impuros, culminando su vida humana entre nosotros, en el trono de la cruz. Resucitado sigue siendo un Dios oculto para los que buscan grandeza y poder, y cercano y en amistad con los bienaventurados, tenidos por menos.  Como hoy lo son estos muchachos que cayeron bien abajo...

Ese mismo Dios se hizo presente en un poco de pan y vino... para regalarnos su amistad que alimenta, perdona, consuela, sana, y nos muestra el camino que esta dispuesto a acompañarnos. 

Al culminar la misa y pasar a compartir la mesa, había algo que nos se puede explicar: los mismos que hace unas horas no nos conocíamos, los mismos que llegamos con la mochila pesada.... ahora estábamos viviendo una hermandad realmente bonita. 

Al final del día entre pizzas y risas, pudimos dar gracias por el dia VIVIDO en el señor. Recordando en especial a aquella madre que en la misa dijo: mis lágrimas de hoy no son las mismas de hace unos meses, las de hoy son de felicidad, agradecimiento. Mas de uno de nosotros sintió humedecidos sus ojos, recordando a su propia madre. Con la fe, que una madre es capaz de sentir a su hijo a la distancia, y hoy, aquí y ahora éramos motivo de hacerla sentir bien, estando nosotros viviendo bien.

Nacho.