Era un hombre bueno, su oficio desde muy joven fue de zapatero. Ahora hacía un buen tiempo que había dejado el servicio de arreglar zapatos a la gente de su pueblo.
Algunos
dicen, “que estaba muy desilusionado de la gente”, que zapato que arreglaba al
poco tiempo su dueño lo volvía a romper. Y que los jóvenes ya no querían vestirse
según las costumbres antiguas, y que ahora no usaban zapatos que el sabia
arreglar.
Este buen
hombre había puesto toda su dedicación en cuidar sus propios zapatos. A la
mañana los lustraba con la mejor pomada, al mediodía les pasaba un cepillo para
quitar el polvo, y a la noche un pañito húmedo para dejarlos limpios, para el
lustre de la mañana siguiente.
Últimamente
nuestro amigo, andaba bastante preocupado y ocupado en sus zapatos. Y sucedió,
que con las primeras lluvias de este invierno, algunas goteras que venían del
techo, cayeron justo dentro de sus zapatos.
A la mañana
siguiente muy enojado, seco con mucho cuidado sus zapatos, e inmediatamente fue
a llamar a un albañil para que le arreglara el tejado, y no volviera a gotear
sobre sus muy queridos zapatos.
El albañil subió
al techo y con mucho cuidado levantó las tejas sobre el dormitorio de nuestro
amigo. Inmediatamente bajo para informar lo que había descubierto. Las maderas
que sostenían el tejado estaban todas picadas por las polillas y el techo
estaba a punto de caer.
– “Ha tenido mucha suerte que lo que le cayó en su
cuarto fue algunas goteras, usted pudo haber quedado totalmente sepultado por
el derrumbe del techo”, le dijo el albañil a nuestro amigo.
Así es la
vida para unos cuantos, en un momento nos desilusionamos de la sociedad y nos
dedicamos exclusivamente a cuidar nuestros zapatitos, el techo se nos viene
abajo y no nos damos cuenta…
A veces
necesitamos de un “albañil” que nos haga ver más allá de nuestros zapatos… Una
gotera o un rayo de luz, que toca nuestros zapatos o corazón, nos está diciendo que hay
un mundo exterior al cual pertenecemos junto al resto de la humanidad…
¿Cuáles son
mis zapatos?
¿De dónde
viene el rayo de luz o la gotera que llama a mi puerta?
Muy linda analaogía. El último alquiler de galpones que renté tenía un techo algo picado también. Allí mi desilución.
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