sábado, 16 de mayo de 2020

EL COLIBRÍ y EL AGUA


TODO Y TODOS ESTAMOS CONECTADOS
Cuentan nuestros abuelos de la selva de Perú, que hace mucho tiempo, mucho antes que todos nosotros naciéramos, ocurrió en la región andina, una falta de lluvia terrible y mortal, conocida en la memoria del pueblo.
Días, semanas, sin lluvia. El maíz que comenzaba a tener sus primeros granos comenzaba a secarse totalmente. Los ríos tenían el cauce angosto, nunca antes visto por los más ancianos. La tierra se comenzó a partir. Los animales emigraban selva adentro en búsqueda de agua. La tribu estaba envuelta en un gran miedo. Presentían que morirían todos.
Como era parte de su creencia, cazaron un tigre vivo y lo largaron en un remanso donde había un cocodrilo. Ambos se trenzaron en una gran lucha por la supervivencia. Las aguas del gran río se agitaban y salpican gotas hacia un lado y hacia otro. Pero no llovió.
Entonces casaron diversas ranas, poniéndolas panza arriba, ofreciéndolas al gran sol. Pero no llovió.
Los monos también estaban sufriendo el hambre a causa de la seca. Entonces monos pequeños y monos grandes, quisieron juntos hacer llover moviendo los árboles. Pero no llovió.
El majestuoso cóndor andino se elevó a lo alto de los cielos, buscando nubes de agua. Pero apenas aparecieron en el cielo unas nubes de frío. No llovió.
Entonces el Chamán consultando a los dioses, dijo al jefe que convocará a una fiesta. Lo poco que quedaba en alimento fue ofrecido para la mesa común.
Los hombres se pintaron para la guerra. Sabían que enfrentaban el peor enemigo: el espíritu del mal. Las mujeres recogieron flores,adornaron sus pelos, y se hicieron coloridos collares. Ellas creen que el amor atrae a los buenos espíritus.
Y a la noche, en medio de la seca más terrible en la memoria de este pueblo originario de esta tierra, se encendió una gran fogata. Todo el pueblo danzaba a su alrededor. Ancianos, niños, mujeres, guerreros, todo con la misma creencia en que los dioses de la luz, del viento, de la tierra, enviaría el agua que ellos necesitaban para no morir.

Después de bailar, después de haber comido lo poco que cada uno tenía, todo se volvió silencio. Cuerpo, alma, y unidad, se les había ofrecido a los dioses, ahora había que esperar con fe.  Los niños se durmieron y las mujeres comenzaron a soñar.
En el momento justo a la media noche, una mujer siente un movimiento cerca de su corazón, en las flores de su collar. Era el más pequeño de los pájaros nunca antes visto. Volaba hacia adelante y hacia atrás, buscando néctar en las flores que habían elegido las mujeres.
Entonces aquellas mujeres abren sus ojos, y revelan a la comunidad lo que los dioses la habían dicho en sueño. Conto que era necesario que los guerreros achicaran las puntas de las flechas hechas de piedra. Y que los mejores arqueros lanzan sus flechas en dirección a las grandes montañas de pico blanco.
Siempre hay algunos incrédulos que se apartaron de la comunidad, llevándose consigo de manera robada, los peces que había sobrado de aquella cena. Nunca más se supo de ellos. No quedaron en la memoria del pueblo.
En ese mismo momento, en plena noche, alumbrados por la luz de la gran fogata, las puntas de flechas fueron reducidas, gastadas piedra con piedra. Los arqueros más certeros y fuertes templaron sus arcos. Y dirigidos por las mujeres que señalaban las grandes montañas de pico blanco, las flechas fueron lanzadas.
Ninguna persona racional podría creer que alguna de esas flecha llegara a las lejanas y frías cumbres de las montañas. Pero en esta comunidad, cuando una mujer sueña, es porque Dios habla. Y la mayoría creyeron.
Al ser lanzadas las flechas hacia el sur, delante de ellas se puso en vuelo aquel pequeño pajarito que llamaron Colibrí. Misteriosamente ninguna de las flechas lo alcanzaba y las puntas de estas se iban transformando en diferentes y coloridos pájaros. Y la bandada llegó a las altas cumbres de las montañas de pico blanco.
Nadie sabe muy bien si los pájaros con sus picos produjeron un deshielo, que se transformó en ríos que descendieron. Otros creen que al llegar tan alto murieron. Pero las montañas valorando su esfuerzo, comenzaron a llorar, se derritieron y se transformaron en bravas corrientes de agua abundante. Los científicos incrédulos, dijeron que por el gran calor se derritieron las cumbres y que nada de la creencia de la comunidad, de los sueños de las mujeres y de la participación de los pájaros… que nada era verdad.
Lo certero es que el agua dada por las grandes montañas de pico blanco fue muy abundante.  Exigiendo a la comunidad en el amanecer, tener que organizarse, para canalizar el agua, que llegara hasta el maíz, que no destruyera las chozas, y que también diera de beber al monte y sus animales. Nada fue igual en aquella comunidad...
Los abuelos cada vez que ven un colibrí, cuando la comunidad se reúnen junto al fuego, los abuelos hacen memoria de este hecho, del misterioso envió de los dioses, de ese pequeño pajarito, de plumas hermosas coloridas que les devolvió la vida. Haciéndoles llegar el agua, de donde menos esperaban. Ni del cielo, ni del gran río, ni de las hojas de los bosques… el agua llegó desde la tierra mismo…
 nacho

No hay comentarios:

Publicar un comentario