martes, 5 de mayo de 2020

JESUS ANDABA FUERA DEL TEMPLO (Juan 10, 22-30)


Pequeño hermano, hace un montón de tiempo, un señor creo un rebaño diferente, algunos le llaman “monos más inteligentes”. Tú y yo, ahora le llamaremos "rebaño de ovejas", a esos seres vivientes que quieren ser personas.
Dicen que ese rebaño se desarrolló haya por el continente que hoy llamamos África. Hace mucho, pero mucho tiempo. Y quizás al principio, vivían en cuevas de piedra natural, y los bosques de la selva. Fueron aprendiendo a domesticar el fuego, la tierra, el viento, y el agua.
Quizás subidos en unos troncos, traídos por las corrientes marinas, atravesaron el océano y llegaron al continente americano. Todo está por descubrirse… Lo cierto es que por aquí y por allá, estos seres vivientes evolucionaron. El señor les dio el don mayor, el don de la libertad. Construyeron mejores casas, se organizaron para vivir y alimentarse. Desarrollaron distintos artes, incluso el mal arte de la guerra. El vivir el amor, tuvo nuevas expresiones. Se trasladaron más lejos, navegaron más adentro, y llegaron a volar.
Cuentan los libros sagrados, que un rebaño se liberó de otro rebaño piramidal, y camino 40 años por el desierto. Y su señor los cuido y alimento. Entonces al llegar a una tierra nueva, con verdes praderas, y agua dulce en abundancia, ahí el rebaño decidió hacer un gran corral. Que fue un bello tiemplo, donde el rebaño se podía encontrar, agradecer a su señor y escucharlo para seguir  creciendo mejor.
Todo iba bien, hasta que algunas ovejas se creyeron pastores y comenzaron a legalizar la entrada y salida, al corral. Bien machista fueron las normas. Y crearon un sistema jerárquico, con piezas y escalones hacia arriba. Simbolizando claramente que cuanto más arriba, más cerca del Señor se estaba. Y esto daba privilegios de todo tipo. Sobre aquellos que por ser ubicados más abajo eran tratados como leprosos. El poder da la posibilidad de abusos, y así se han dado, en errores y horrores, en nombre del Señor. 
Y el Señor vio que esto no estaba bien, y mandó a su propio hijo a esta tierra. Y los primeros que lo recibieron fueron: una mujer humilde de Palestina; un obrero de Nazaret y los verdaderos pastores que se encargaban de cuidar los rebaños… que otros los explotaban. Algo nuevo fue naciendo, con curaciones, multiplicación del pan, hasta que un burrito se transformó en figura principal, por servir al hijo de nuestro señor en la entrada a la gran ciudad. Y queriendo quedar como aliento,  al alcance de todos, eligió el pan y el vino, que era lo más común en toda mesa de la región. No había que ir a ningún lugar para encontré con él, solo recordar sus palabras y hacer vivida su propia vida, en gestos concretos como el lavatorio de los pies. 
Y se vino la gran noche oscura. El verdadero pastor, el hijo del Señor, se paseaba por fuera de aquel gran corral, del templo de Jerusalén, con puertas cerradas para los que eran considerados impuros. No siendo reconocido por los que hablaban en su nombre. El pastor formó un nuevo rebaño con los más pobres y los que se reconocían pecadores. Comía con ellos a la misa mesa. Y esto desequilibró la estructura de poder y económica del templo con sus ritos y jerarquía.
Lo apresaron, lo torturaron y lo crucificaron al Buen Pastor. El rebaño se dispersó. Y todo parecía haber terminado, hasta que algunas mujeres recibieron la Buena Nueva de la Resurrección. El buen pastor venció la muerte, y nos abrió el camino hacia la eternidad. Y otra vez el rebaño se volvió a juntar. Y por aquí y por allá se multiplicaban las ovejas, muchas de ellas siendo asesinadas, por el poder que no quería perder poder.
En un vuelo rápido por la historia llegamos al hoy. Donde muchos reconocemos que hay un solo Pastor. Otros como al comienzo, se ponen entre el Señor y el Pueblo, como capataces que deciden quien puede, y quien no, alimentarse de la comida sagrada del perdón. Cuanto sufrirá nuestro señor… El que claramente busca la oveja perdida, hace fiesta para quien regresa, perdona siempre, y se enoja mucho si no somos capaces de hacer lo mismo con los demás.
Entonces otra vez envía a su hijo, que anda fuera del templo… Formando rebaños nuevos, con los que se reconocen imperfectos, necesitados de algo más que un techo o un templo. Entre nosotros no anda con un bastón de pastor. SI, con una bata de trabajador de la salud; botas o alpargatas de campo; requechando en los contenedores; con sus años, y fragilidades, es llamado adulto mayor; es vendedor o albañil, anda en las marchas en defensa de los derechos humanos; jugando como niño con otros niños; sembrando y cosechando alimento; barriendo nuestras calles; como madre desvelada cuidando a los más pequeños; como varón o mujer, que va a ganar el pan para el sustento; como joven que buscando ser, hace sus propias experiencias; como comunidad que hace milagros cada vez que nos juntamos; como preso que quiere su rehabilitación; como artista que se libera y aporta a la liberación de los demás; como deportista o payaso que son parte del circo para dar un poco de afloje a las tensiones; como políticos que creen y luchan por una sociedad más justa y solidaria; como persona de buena voluntad, que dice no creer, pero hace lo que él quiere; como enamorados que una y otra vez superan caídas, cierran heridas y vuelven a soñar y entregarse buscando vivir en el amor…
Y como ayer, hoy, al pastor lo siguen buscando, lo siguen apresando, lo siguen crucificando…. Y el sigue resucitando… Sus ovejas escuchan su voz, y lo siguen… A él le ponen diferentes nombres, ya que el mismo se encarna, se reviste de diferentes realidades humanas…. Ninguna de poder sobre otros. Sabiendo que todos tenemos algo de poder en las distintas relaciones, tenemos que tener claro que él, siempre estará en el con menos poder. Y lo que le hagamos a uno de ellos, se lo hacemos a él mismo en persona.
nacho      

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