jueves, 28 de julio de 2022

"Con tanto amor que recibo no hay razón para drogarme". Florencia

Celebramos con Florencia en la Fazenda Betania, sus 34 años de edad, sus 5 meses de caminata de liberación de las drogas, buscando ser una mujer nueva. Fue una verdadera fiesta del Reino de Dios.

A orillas del arroyo conventos, en el barrio el fogón, en las periferias de la ciudad de Melo, en el departamento fronterizo de Cerro Largo, en el Uruguay profundo.

Hoy, en ese lugar "periférico", hay una comunidad con chicas de uruguay, brasil y paraguay, acompañándose unas a otras, acompañadas por mucha gente y en especial por Jesus, el galileo.

Nosotr@s hoy, en comunión con la creación que nos regalo un día primaveral, con toda la humanidad,  en comunión con Francisco, el papa, que realiza una peregrinación  "penitenciaria" en Canadá llegando escoltado por los jefes de los Alexis Nakota Siux, al lago Wakamne, el lago de Dios o lago de los Espíritus,  para los pueblos originarios. (Bautizado posteriormente lago Santa Ana por un misionero católico). 
Escuchamos los gestos y palabras, de Francisco, al pedir perdón por una iglesia que se "caso con el poder" y quiso someter a los pueblos indígenas. Quien le gusta el uniforme y se des culturiza, le gusta uniformar y matar la diversidad. 
Queridos hermanos y hermanas, 
âba-wash-did! Tansi! Oki!
¡buenos días!
Es hermoso para mí estar aquí, peregrino con ustedes y en medio de ustedes. En estos días, hoy especialmente, me llamó la atención el sonido de los tambores que me ha acompañado allí donde he ido. Este latido de los tambores me parecía el eco del latido de muchos corazones. Los corazones que, durante siglos, han vibrado en estas aguas; los corazones de tantos peregrinos que juntos han marcado el paso para alcanzar este “lago de Dios”. 
Aquí se puede captar el latido coral de un pueblo peregrino, de generaciones que se han puesto en camino hacia el Señor para experimentar su obra de sanación. ¡Cuántos corazones llegaron aquí anhelantes y fatigados, lastrados por las cargas de la vida, y junto a estas aguas encontraron la consolación y la fuerza para seguir adelante! 
También aquí, sumergidos en la creación, hay otro latido que podemos escuchar, el latido materno de la tierra. Y así como el latido de los niños, desde el seno materno, está en armonía con el de sus madres, del mismo modo para crecer como seres humanos necesitamos acompasar los ritmos de la vida con los de la creación que nos da la vida. Así pues, vayamos de nuevo a nuestras fuentes de vida: a Dios, a los padres y, en el día y en la casa de santa Ana, a los abuelos, que saludo con gran afecto.

Imaginar a Jesús, que desarrolló gran parte de su ministerio precisamente a la orilla de un lago, el Lago de Galilea. Allí escogió y llamó a los Apóstoles, allí proclamó las Bienaventuranzas, allí narró la mayor parte de las parábolas, realizó signos y curaciones. Por otro lado, aquel lago constituía el corazón de la «Galilea de las naciones» (Mt 4,15), una zona periférica, de comercio, donde confluían distintas poblaciones, coloreando la región de tradiciones y cultos dispares. Se trataba del lugar más distante, geográfica y culturalmente, de la pureza religiosa, que se concentraba en Jerusalén, junto al templo. 

Podemos, pues, imaginar aquel lago, llamado mar de Galilea, como una concentración de diferencias. En sus orillas se encontraban pescadores y publicanos, centuriones y esclavos, fariseos y pobres, hombres y mujeres de las más variadas proveniencias y extracciones sociales. Allí, precisamente allí, Jesús predicó el Reino de Dios. No a gente religiosa pre seleccionada, sino a pueblos distintos que, como hoy, acudían de varias partes, predicó acogiendo a todos y en un teatro natural como este.

Dios eligió ese contexto poliédrico y heterogéneo para anunciar al mundo algo revolucionario: por ejemplo “pongan la otra mejilla, amen a los enemigos, vivan como hermanos para ser hijos de Dios, Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos” (cf. Mt 5,38-48).

De ese modo, precisamente aquel lago, “mestizado de diversidad”, fue la sede de un inaudito anuncio de fraternidad, de una revolución sin muertos ni heridos, la revolución del amor. Y aquí, en las orillas de este lago, el sonido de los tambores que atraviesa los siglos y une gentes distintas, nos lleva hasta aquel entonces. Nos recuerda que la fraternidad es verdadera si une a los que están distanciados, que el mensaje de unidad que el cielo envía a la tierra no teme las diferencias y nos invita a la comunión, a volver a comenzar juntos, porque todos somos peregrinos en camino.
A orillas del arroyo conventos, en esta galilea, con gente diversa que es acogida por la Fazenda, siendo un signo del Reino de Dios, Pablo nuestro obispo, resalto el valor de la presencia de las abuelas, y el trabajo que Dios hace en cada uno de nosotros, acompañándonos mutuamente. Complemento la homilía Florencia, narrando su historia, su caminata en la Fazenda, la preparación de esta fiesta, y cada una de las presencias... y culmino diciendo: 
-"Con tanto amor que recibo 
no hay razón para drogarme".  
 Nos decía Florencia, la alegría que sentía de ser motivo de encuentro, ser motivo de que nosotros estuviéramos felices en este día. 
" Cuando nos ponemos bien
despertamos el bien, la alegría en los demás"

 No falto el canto de bendición "que los cumpla feliz".... los abrazos... la piza... un recitado... las charlas... el canto... la torta de chocolate y el himno juvenil, (que tiene un muy buen contenido, digno de ser parte de nuestra liturgia) del grupo 4 pesos de Propina:

Mi revolución

Hoy la pelea que doy

Es quererme más

Hoy el grito que doy

Es silencio

Hoy te pido perdón

Si te lastimé el corazón

 

Hoy no quiero lo que me hace mal

Lo oscuro del juego

Hoy que es tiempo de sanar

Las heridas del tiempo

Hoy que pronto será ayer

Regálate el momento

 

Hoy pude ver quien soy

Conocerme más

Hoy que el veneno

Encontró su remedio

Hoy me doy el perdón

Si me lastimé el corazón

 

Hoy vale más despertar

Que soñar en este juego

Hoy que es tiempo de sanar

Las heridas del tiempo

Hoy que es tiempo de ser luz

 

Esa es mi revolución

Llenar de amor mi sangre

Y si reviento

Que se esparza en el viento

El amor que llevo adentro

Esa es mi revolución

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