Encuentro diócesis de frontera Mayo 2025
Queridos hermanos y hermanas, hablar de los laicos en una Iglesia sinodal no es solo una reflexión teórica, sino una urgencia pastoral y una invitación profética. Porque una Iglesia sinodal no se puede construir sin el protagonismo de los laicos. No estamos en tiempos de espectadores, sino de discípulos misioneros que caminan juntos.
1. ¿Qué es la sinodalidad?
La sinodalidad es el modo de ser Iglesia en comunión, participación y misión.
El Papa Francisco lo dice con fuerza:
“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Discurso, 17/10/2015).
No es un evento, ni una moda. Es una forma de vivir la fe como Pueblo de Dios en camino, donde todos —pastores, consagrados y laicos— escuchamos al Espíritu y nos escuchamos mutuamente.
En este modelo, todos tenemos algo que aportar y todos somos corresponsables.
2. ¿Quiénes son los laicos en esta Iglesia?
Según el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium 31), los laicos son:
“Todos los fieles cristianos, a excepción de los que han recibido el orden sagrado y los que están en estado religioso reconocido por la Iglesia”.
Pero esto no es solo una definición. Es una vocación bautismal. Los laicos:
· Están llamados a santificar el mundo desde dentro.
· Actúan en medio de las realidades temporales (familia, trabajo, cultura, política).
· Son Iglesia, no colaboradores externos de los curas. (Evangelii Gaudium 102).
3. ¿Cómo viven los laicos la sinodalidad?
a) Escuchando y siendo escuchados
La sinodalidad comienza en lo cotidiano: en nuestras parroquias, movimientos, diócesis. ¿Escuchamos la voz de todos? ¿Damos lugar a los jóvenes, a las mujeres, a los descartados?
b) Participando activamente
Los laicos tienen que estar donde se toman decisiones. No solo en lo pastoral, sino en lo económico, en lo formativo, en los consejos. Hay que superar el clericalismo, que a veces no viene solo de los curas...
c) Discerniendo juntos
La sinodalidad implica preguntarnos juntos:
¿Qué nos está diciendo el Espíritu en este tiempo?
El laico tiene olfato de pueblo, experiencia de calle, y eso es vital para el discernimiento eclesial.
d) Misionando en comunidad
El laico no es un “francotirador espiritual”. Camina en comunidad. Evangeliza en red. La sinodalidad nos hace pasar de “mi grupo” a “nuestro camino común”.
4. Desafíos concretos para los laicos
· Formación sólida: bíblica, teológica, pastoral.
· Espiritualidad laical: no copiar modelos clericales, sino vivir la fe desde lo cotidiano.
· Compromiso público: política, economía, medios, educación... ¡todo es lugar de misión!
· Cultura del encuentro y del diálogo: con los diferentes, con los alejados, con otras religiones.
Conclusión: Un sueño compartido
Soñamos con una Iglesia donde:
· Nadie camine solo.
· Todos podamos hablar y ser escuchados.
· El laico no sea un ayudante, sino un protagonista.
· El Espíritu Santo nos siga sorprendiendo.
Como dijo el Papa Francisco en el Sínodo:
“Todos somos Pueblo de Dios, y juntos, caminando, descubrimos el rostro de Cristo en cada hermano”.
Un abrazo, Marcela
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