miércoles, 8 de noviembre de 2017

IVIYECA (DEPARTAMENTO DE SANTA CRUZ- Cloe y Gilberto

“Encontrarnos en los caminos de la Patria Grande (Argentina y Bolivia).”
Diario de nuestro viaje: 13 de julio – 04 de agosto, 2017.
IVIYECA (DEPARTAMENTO DE SANTA CRUZ)
Jueves 27 de julio. En Santa Cruz, regresamos a la Bimodal a las 04:30. Esperamos hasta las 06:00 am, hora de apertura para pasar el túnel que nos llevaría al sector de ómnibus que debíamos tomar hacia Camiri.
Recorrimos la terminal, degustamos empanadas salteñas (al horno, jugosas), y después fuimos a desayunar unos sándwiches, enfrente a la terminal, y a buscar agua caliente para el mate. Salimos 09:30 rumbo a Camiri, con una parada en Abapo. A las 13:30 hs, llegamos a la terminal de Camiri.
Luego de algunos intentos por comunicarnos con don Hilario {padre de Maribel} , Demetrio (el chófer del flete expreso) y Maribel sin éxito, nos dispusimos a continuar esperando algo nerviosos.
¡A las 14:45 llegan don Hilario y Demetrio a buscarnos para llevarnos a Iviyeca!
Se realizaron compras diversas para llevar a la comunidad, entre ellos: comestibles y 300 ladrillos para la escuela. Luego de muchas vueltas, llegamos a la comunidad de Iviyeca alrededor de la hora 19:00.
Hicimos el recorrido más largo de 80 kms por Lagunillas, porque la camioneta iba con carga y el camino se encontraba en mejor estado, a pesar de que están realizando la nueva carretera hacia Sucre.
Al pasar por Caraparecito, se aprecia la moderna planta de la empresa francesa: “Total”, que extrae gas y petróleo en la zona del Alto Parapetí.
Innumerables curvas transitamos durante el camino que nos condujo hasta llegar al anochecer, al hogar de don Hilario. Conocimos a su esposa, doña Cirila y a algunas de sus hijas que allí se encontraban: Jenny (profesora de Biología) y sus dos hijos: Jair (3 años) y Juliette (4 meses); Daniela (estudia en Camiri el 2º año de Enfermería) y Lucía (estudiando bachillerato en la comunidad).
Cenamos acompañados de don Hilario y nos fuimos a descansar a las 21 hs.
Viernes 28 de julio. A las 07:00 nos levantamos. Iviyeca está ubicada entre cerros, lo que permite apreciar un hermoso paisaje a lo lejos y el silencio que lo impregna todo. Contemplamos la naturaleza, las aves, chivas, patos. Desayunamos café con pan casero. Y la familia, poro.
Acompañamos a don Hilario a su trabajo en el centro de salud y conocimos también la escuela del lugar. Desde su casa tomamos cortando el cerro, un camino de tierra hecho a pico.
El centro de salud cuenta con un médico permanente (Orlando) que vive allí, y junta los días libres para ir a ver a su familia a Santa Cruz. Don Hilario es el enfermero. Y doña Cirila es actualmente la Presidenta de la Comisión de la Junta Escolar.
Nos encontramos con niños y adolescentes de la escuela. Son aproximadamente 130 alumnos entre primara y secundaria. 11 profesores y maestros, de los cuales 3 son del lugar (Iviyeca), los demás de diferentes lugares como: Eyti, Tasete, etc.
Los niños jugaban al fútbol en el Coliseo (un gimnasio deportivo con tribunas). Las adolescentes se preparaban para viajar a Camiri a competir durante 5 días en las olimpiadas deportivas donde participarían en fútbol femenino.
En el internado masculino, que estaba funcionando, los jóvenes provenían de lugares más alejados, principalmente Tasete. Los profesores que se quedan durante la semana son los encargados de cuidar a los chicos del internado, que vuelven a sus casas el fin de semana. Estaba pendiente la contratación de una persona que esté a cargo del internado.
El internado femenino se encuentra en construcción. En la capilla se guardan los materiales de la albañilería.
Recorriendo la escuela, algo que nos llamó gratamente la atención fue ver que las macetas de las plantas las hacen con bidones de plástico que reciclan.
 
 Salimos un rato a los alrededores, llegando hasta una pequeña cañada la cual estuvimos contemplando. El silencio estaba presente en muchos momentos, y la naturaleza parecía envolvernos en ese lugar. Conscientes de la pequeñez humana, disfrutábamos de un hermoso día soleado.
 
De regreso a la casa, volvimos por un camino más corto con Cirila e Hilario; cruzamos un pequeño “arroyito” que tenía un palo oficiando de puente.
El almuerzo fue preparado por Jenny, la hermana mayor de Maribel: sopa de pollo, mote y harina de maíz. Y mandarinas. Atentamente respetábamos sus costumbres imitando sus silencios escuchando los sonidos de la naturaleza y disfrutando de sus colores. La presencia de Dios en aquel lugar se hacia muy cercana y visible.
Hicimos una larga siesta. Luego salimos a caminar con Jenny y Jair. Fuimos a visitar a los abuelos maternos: Juana y Antonio. Al llegar, únicamente se encontraba doña Juana, porque don Antonio estaba trabajando en el campo. Conversamos bastante con ella de su historia, su familia y su cultura guaraní. Más tarde, se sumó don Antonio que volvía arriando las ovejas de pelo y machete en mano. Al despedirnos, Juana nos obsequió huevos para llevar. Volvimos al atardecer porque empezaba a oscurecer y no teníamos linterna. Pasamos una quebrada. Entramos en confianza con Jair y regresamos jugando con él.
Más tarde, cenamos un delicioso “Majadito”, el cual compartió toda la familia a la mesa junto a nosotros.
Con las sillas, la tv y la computadora armaron una pequeña sala de cine en el comedor abierto, y allí miramos una película infantil (King Kong). Invitaron a 2 niñas, familiares suyos, que estaban en la casa de la abuela. En la noche volvió el frío.
Doña Cirila nos obsequió una vasija de barro y un bolso tejido por las artesanas guaraníes de la zona del Isoso.
Sábado 29 de julio. Al amanecer nos despertamos temprano porque Demetrio pasaría a buscarnos. Doña Cirila y la madre de don Hilario barrían el patio. Don Hilario les daba de comer a los chivos (cabras). Nos ofrecieron un desayuno-despedida con café, pan, arroz con huevos fritos y ensalada de tomate y cebolla. Disfrutamos del paisaje como intentando retener esa panorámica por siempre. Compartimos un poro.
Al llegar Demetrio, se generó una emotiva despedida con doña Cirila, y ahí comprendímos que, para estar con ellos, se necesita más tiempo….
El viaje con Demetrio, de regreso, hacia Camiri, es otra imagen fuerte de este gran albúm que ha sido nuestra experiencia en Bolivia. Esta vez, tomó el camino más corto, pese a ser el que se encuentra en peor estado.
Son 20 kmts hasta Camiri, saliendo hacia el lado de Tasete pero es más angosto y peligroso. Demetrio hizo una parada para que pudiéramos conocer un hermoso lugar que pocos conocen de su existencia, una cascada que baja desde un cerro. A pocos metros hay una pequeña quebrada.
Siguiendo de camino, hizo una nueva parada para que apreciáramos “la cueva de la anaconda”, un hueco en la montaña a 5 o 6 metros de altura y 1 metro de diámetro. La leyenda cuenta que, antiguamente, la serpiente realizaba como una especie de ventilador, torbellino, el cual absorbía, “chupaba” a su presa. Se decía que una persona sola no podía pasar por ese lugar porque desaparecía.
En el pasado era común que la gente se trasladara caminando ida y vuelta hacia Camiri por allí ante la falta de transporte.
Cuentan que la serpiente al igual que pumas y otros animales, emigraron a la llegada de las empresas petroleras, que utilizan explosivos para sus excavaciones.
Posteriormente, nos detuvimos frente a un importante “chorro” de agua límpida y cristalina que fluía desde la roca del cerro al costado del camino. Demetrio nos contó que él es idóneo en Medio Ambiente y llevó una muestra a Santa Cruz para hacerle una prueba de potabilidad, la cual resultó de alta calidad. Él bebió primero y luego nosotros hicimos lo mismo, saciando nuestra sed y no nos produjo ningún malestar.
Por último, nuestro guía realizó una última parada, al cruzar el puente que une el camino con Camiri, para sacarnos fotos.
Durante las dos horas que tardó el viaje, hemos conversado de muchos temas, principalmente nos hemos enriquecido con su experiencia a pesar de sus treinta y pocos años de vida. Su identidad guaraní, la historia y realidad de su pueblo y su compromiso con él, el rol como dirigente en la APG (Asamblea del Pueblo Guaraní), sus viajes a Nueva York (EEUU) y Ginebra (Suiza) ante la ONU, en representación de dicha asociación en la lucha por los DD.HH de los pueblos guaraníes.
Nos despedimos agradecidos y emocionados en la terminal de ómnibus de Camiri. Casi, inmediatamente (10:30 hs), pudimos tomar un Truffi rumbo a Villamontes.
Conocer Iviyeca, adentrarnos en el Alto Parapeti fue una de las experiencias emocionalmente mas movilizantes de nuestro viaje por lo que implica para nosotros su historia .

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