sábado, 6 de junio de 2020

TRABAJANDO COMO TAXISTA

AMAR ES DAR LO QUE MÁS SE AMA

La “rubia” … Emilia, es una amiga, que en estos día he tenido muy presente, y que me ayudado mucho a entender y vivir la espiritualidad cristiana... el Amor de Dios.

En el año 2000 en los primeros años de ordenado sacerdote, vivía en la ciudad de Treinta y Tres. Luis Arturo era mi párroco y junto a las comunidades vivimos experiencias muy profundas.

La “rubia” era una de mis clientas, en mi trabajo de Taxista. Ella llegaba cada viernes de José Pedro Varela, a las 19 horas en la empresa Nuñez. Cada viernes yo la esperaba, y la llevaba a su lugar de trabajo. Era un prostíbulo en uno de los barrios olimareños.

Ella se regresaba el lunes a la mañana, en un horario en que yo no trabajaba. Solo una vez, un domingo a la madrugada me llamo, sabiendo que era la única noche que yo trabajaba de corrido. La fui a buscar a su trabajo; algo le había ocurrido a su hijo y tuvo que volver a su hogar antes de tiempo y realmente estaba “irreconocible” en su vestimenta, peinado y aliento… casi no se podía sostener de pie.

Al comienzo, cada viernes, la comunicación era muy superficial. El tema siempre era el tiempo, alguna noticia trágica de la prensa…. Y nada más que eso. Yo la tenía como clienta por la “rubia” y ella me llamaba “mi taxista”. Lo que más valoraba en ella era que siempre me dejaba de propina... el cambio.

Hasta que algún día en pueblo chico todo se sabe… Y enseguida que subió me pregunto si "yo era cura". Me sonreí y le dije que sí, que vivía en el barrio Nelsa Gómez, y pertenecía a la parroquia San José Obrero.
Y ella se mantuvo en silencio hasta que llegamos al destino. Y ahí “de locataria” en su barrio, con una muy pobre bombita de luz roja, que casi no alumbraba, se ve que se sintió con mucho poder para dialogar.

Con su mano en la cartera, se tomó tu tiempo para sacar el dinero, y me pregunto varias preguntas que no me daba tiempo a contestar... y seguía con otra:
- “si yo sabía en que trabajaba ella”
“si la iba a seguir trayendo”…
“si no sentía vergüenza de andar con ella”…
“que decía la gente de mi iglesia que fuéramos amigos”…

Ahí la corte, cuando dijo esa palabra, que realmente me emociono que la dijera: Amigos. Entonces me salió preguntarle:
- “Como se sentía ella tener un amigo cura”.

Y fue muy fuerte escucharla decir que:
- cuando se enteró que yo era cura, le contó orgullosa, a su hijo que tenía un amigo cura en Treinta y tres. En eso la llama un hombre, casi a los gritos desde la casa. Y ella me pago y no solo no espero las monedas que le sobraban, sino que puso una chalita más de dinero. Me di cuenta del regalo, después que ella se había bajado del auto y entrado a su lugar de trabajo.

El próximo viernes, me prepare para el encuentro, pero me primerio; enseguida que subió me pregunto:
- ¿Usted padre cómo se llama?
Le respondí: - Nacho.
Y le pregunte si le molestaba que le preguntara su nombre. Parece que lo estaba esperando. Inmediatamente me contestó:
- “Soy Emilia y mi hijo José, tiene siete años y la va muy bien en la escuela. El fin de semana se queda con los abuelos”.
Realmente creo que ese viaje de los viernes los dos lo esperábamos. Varias veces había un colega taxista delante de mí en la agencia, y ella les decía que tomaría "su taxi, el del amigo padre Nacho". Lo decía con mucha alegría.

Bueno fueron muchas las charlas… algunas interrumpidas por el dueño del trabajo, que al darse cuenta que estábamos afuera, la llamaba con algún grito.

Un día me trajo un crucifijo para que le bendijera, que era un regalo para su hijo. Contándome que tenia problemas de movimiento, y que el padre los abandono al nacer, cuando se enteró de su discapacidad.

Siempre Emilia, tenía mucho cuidado, de cubrirse la pollera, que era muy corta, la cubría con el saco o con la cartera. Y todos los viernes era feliz de ser mensajera entre los saludos que nos mandábamos uno a otro con su hijo. Yo lo cachava mucho por los resultados del futbol. Y un día me mando un dibujo del escudo de Peñarol que era mi cuadro y el de Nacional que era el suyo unidos por una cruz…

LA PALABRA BÍBLICA de este fin de semana nos presenta a Dios mismo, por Amor entregándonos lo que más Ama, su único Hijo.

ME PREGUNTO, ¿Cómo despertar el Amor en nuestras relaciones humanas? Para que cada uno pueda dar lo mejor de sí.

UNA LINDA TAREA, puede ser:
A) - escribir agradecidamente, los gestos, y actitudes de Amor, que otros han tenido con nosotros.

B) – escribir algunos gestos y actitudes de amor que hemos tenido, con los menos amados.

C) – por medio de una llamada, un mensaje, una visita, hacer llegar nuestro agradecimiento a algunos que nos han hecho experimentar el Amor verdadero: “el que se da sin esperar nada a cambio”. o comunicarnos con alguien que sepamos le hará bien nuestra presencia.

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