jueves, 20 de abril de 2023

CREAR ESPACIOS DE ESCUCHA, ANUNCIO Y PAN COMPARTIDO

Al modo de Jesús, creemos en una pastoral que en primer lugar sea un espacio de acogida, ESCUCHA a cada uno así como ES. Después viene el ANUNCIO y se concreta en compartir el PAN, del diálogo, la Palabra, la solidaridad, cena y abrazos, que hace arder el corazón. Siendo impulsados a la MISIÓN de anunciar al resucitado experimentado.
Jesús se acerca al encuentro. Lucas 24, 13 - 35
EL SÁBADO: Los animadores llegan mas temprano a preparar la musical, la dinámica y los elementos para la cena.

Y van llegando los jóvenes a su tiempo, a su modo. Distintas edades y clases sociales. Unos trabajan, otros estudian, otros nada. Son recibidos con música y un saludo. Un bienvenido. Un como éstas?  No se pasa lista, y es motivo de alegría que se suma alguien nuevo o regresa alguien que había estado ausente.

Y comienza a correr la pelota en el futbolito y en la mesa de pin pon. Se arma una mesa de cartas y juegos. Con mate. Otros a la cocina a ayudar a cocinar.

Los ruidos, voces y música conviven juntas. Es el mundo de los jóvenes. Es expresión de su interioridad compleja, con ruidos, voces y musica mezcladas. 

El salón, la cocina es lo opuesto a un cuartel... a primera vista parece un caos. Pero el encuentro ya se esta realizando. Ya estan todos. La cena esta en el fuego. Todos están ahí jugando, encontrándose, escuchándose.
SI, ESCUCHÁNDOSE en medio del ruido. En movimiento cada uno esta hablando con su vestimenta, con sus gestos, con sus sentimientos al perder o ganar un juego, en el poder decir algo o solo estar, en el asumir un rol o personaje, en acercarme a el o a ella... los sentimientos se encienden, danzan... Jesus esta ahi, escuchandolos, dejándolos ser, contento de que haya este espacio para los jóvenes a su modo...Como cuando camino con los discípulos hacia Emaús. 
A modo de Jesús, llega el momento del ANUNCIO de la reflexión y oración. A su modo en círculo. Junto al fuego. Con mate. Cada cual sentado en sillon, silla o rueda. Cerca de quien sienta estar.

La dinámica es en movimiento. Despierta risa. Todos hablan a la vez. Hay que invitar a escucharse. Todos quieren ser protagonistas. Hay que poner el cuerpo y destrezas. Uno, dos al centro y los demás alientan.

En un momento se llega a la Palabra de Jesús, al contenido a transmitir. Llega porque toca algo de lo que están viviendo. El vocabulario es el de ellos: si me hiciera un tatuaje... el que elijo dejara su marca... dice algo de lo que busco o lo que tengo que aparentar.... hay marcas que hieren y otras alientan...
Y alguien se anima y lo cuenta desde su vida. Habla de una marca que duele. Y otro cuenta cómo se siente. Y otro... Algunos se distraen para no ser tocados, para no hablar de sus marcas. Pero las sienten, están ahí a flor de piel. 

Unos quieren profundizar y otros quieren volver a jugar. O alguno reclama comida intentando escapar. Pero todos de distinta manera hablaron, fueron tocados y transformados. El espíritu de Dios hace su trabajo. 

Unas palabras de quien anima. Invita a silencio. Cuesta quedarse quieto, porque los cuerpos son movidos por los sentimientos enredados dentro. Un Padre Nuestro. Y todo vuelve a ser un aparente caos.
Como en el camino de Emaús, Jesús nos compartió la Buena Noticia de una vida nueva... aunque aun no lo reconozcamos. El está ahí. El salón parroquial es nuestra casa, donde pasamos a compartir la mesa con Él. Es uno más con nosotros.
Los animadores y voluntarios sirven. Tan distinto a otros lugares... El evangelio se hace vida. Unos arman la mesa. Otros ponen silla. El mantel. Los platos, vasos, cubiertos. Todo es fraternidad. El ejemplo invita a participar. La mayoría hace lo que no hace en su casa.
La foto no puede faltar. Para compartir con los otros grupos. Para despertar alegría en los que apoyan. Para que nosotros podamos alimentarnos con este escrito.

Y se da el milagro de compartir el mismo pan, como una misma familia. El milagro lo viven ellos, ellas, los jóvenes, tan diferentes, con sus enredos, los que en otro lado son distintos... Ellas y ellos aquí y ahora están viviendo al modo de Jesús.

Son pasada las 23 horas y todo se desarma. Unos juntan silla o desarman mesa. Otros lavan plato, la olla. Alguien barre. La música suena hasta que alguien mueve la perilla. 

Cada uno vuelve a su mundo... a ser lo que está siendo. En familias y contextos bien diferentes. Los gurises, parecen los mismos de ayer, con sus contradicciones, crisis, con sus enredos ...

 Pero NO son los mismos de siempre. Dentro quedo una experiencia, de encuentro, escucha, reflexión, oración... tatuada para siempre....porque lo que se vive con Amor es de Dios y permanece eternamente. Esto vivido algún día en algún lugar florecerá....
La Palabra se hizo carne entre nosotros. El compartir la jornada, el ser aceptado y escuchado, la reflexion y oracion, los pequeños servicios y mesa familiar, nos hicieron arder el corazón, como a los discípulos de Emaús, cuando Jesús se compartió como pan. Al igual que hoy.
Coincidió que ese mismo día sábado, a la misma hora, en la Fazenda femenina se vivía la misma Palabra. 

Encontrándose en libertad, escudándose, escuchándolo, y compartiendo el pan, la pizza, sin necesidad de consumir nada para evadirse de la realidad que soy. 

Cuando el encuentro es en verdad, es en Jesús, es en su paz... y el hace arder nuestro interior, sacando lo mejor de nosotros mismos. 
AL IGUAL que los discípulos de Emaús, que vivieron esa experiencia, sentimos la necesidad, el soplo de COMPARTIRLO: Jesús ha resucitado, y se hace presente donde dos, tres o más, se encuentran en su nombre. En un espacio de escucha, aceptación, libertad, con la Palabra que ilumina, y nos lleva a compartir la vida y la lucha, el volver al camino, compartiendo la mesa, cargando nuestra cruz.  

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