sábado, 17 de febrero de 2024

EL AMOR DE DIOS NOS HACE MÁS LIBRES PARA AMAR, ENFRENTANDONOS AL FARAÓN...

 

CUARESMA 

TIEMPO DE LIBERACIÓN 

Un faraón quiso adueñarse de los peces que habia sido creados para nadar libremente en el rio. Le recomendaron hacer un encierro con dos presas.

El faraón también tenia amor al dinero y le pareció demasiado gasto en los peces que quería tener como esclavos. Entonces pensaba como hacerlo con menor gastos.

El faraón siempre recibe hombres sabios que ponen sus dones al servicio del poder. Se le acerco un joven con una propuesta.

El faraón la escucho así: - cada 7 minutos había que tocar una campana y ofrecer alimento a los peces, en la orilla del templo del faraón. La propuesta se transformó en ley y rito.

El faraón gobernaba felíz, cada 7 minutos tenía muchos peces a su disposición simplemente cumpliendo un rito y recibiendo migajas. Esto se fue transmitiendo de generación en generación entre los peces, los cuales perdieron la libertad para la cual habían  sido creados.

El faraón se transformó en el mediador entre el cielo y la tierra. Mediador entre Dios y el pueblo. Adquiriendo gran poder y su templo era el lugar del encuentro con lo trascendente.

El faraón elegía los peces a ser premiados con un lugar preferencial. Decidía los trabajos para cada pez, castigando o expulsando a los que no obedecían sus leyes. Además de la campana cada 7 minutos obligatoria para sobrevivir, se creo un libro de leyes y rituales a ser cumplidos.

Un dia un pez no asiste al llamado de la campana y se deja llevar por las aguas a la profundidad del rio. Alguien va en su búsqueda porque esto significaba que su amigo quedaría sin el alimento dado por el faraón y traería la lejanía con Dios.

Ese pez que fue al fondo no sabemos si lo hizo en una búsqueda, o por una crisis o una pérdida... El otro si, sabemos que fue por el cariño que le tenia a su amigo. Ambos llegaron al fondo y fueron arrastrados por una corriente interior.

Ambos peces fueron llevados hasta el mar donde comenzaron a nadar en libertad. Dios no era algo lejano a ser alcanzado por medio de un rito, ahora Dios era el agua mismo que les permitía nadar en libertad. Dios estaba dentro y era pleno en la conexión de un pez con el otro y en la meditación personal que cada uno dejaba que fluya en el silencio. El amor se transformó en energía para los quehaceres de la cotidianeidad y de la misión de cada uno.

La libertad y el Amor son uno, por eso al sumergirse en el amor de Dios,  se desarrolla la  libertad; y al ser mayormente libre, se experimenta un amor inexplicable. Amor que por ser de Dios nos impulsa al encuentro de los que están sometidos al faraón para anunciarles que la liberación es posible con Dios, en Dios.

El faraón se enteró de esto, lo que lo envolvió en un enojo. Prohibiendo a sus súbitos, toda comunicación con los peces que vivían libremente en el amor de Dios. Quizás por miedo el faraón puso mas leyes y ritos a ser cumplidos teniendo que marcar mayor asistencia en el templo llamado casa de Dios. De tal manera que los peces no tuvieran tiempo de gratuidad, silencio, ni dialogo entre si. Todo era mirando hacia arriba, los ropajes y personajes, entre incienso y música única de órgano.

Aquellos dos peces viviendo el amor en libertad fueron movidos por las aguas profundas a regresar al cardumen de peces, comunidad y desenmascarar las leyes del faraón para mantener a sus pies a muchos peces y otras criaturas en cautiverio, esclavitud bajo la ley y ritos que engañosamente se enseñaba que eran agrado de Dios y único medio para estar en comunión con el trascendente.

Regresaron  a la comunidad y les fue como a Jesús... y creyendo el faraón y sus soldados que poniéndolos bajo tierra ellos se morirían,  los sepultaron. Sin saber que el amor de Dios, la ternura vivida en libertad, los liberó del mil cáscaras y se descubrieron siendo semillas del amor de Dios y la libertad que ese amor da.

Cuentan que ella y él... andan por ahi, por aqui, con mirada tierna y profunda, con una sonrisa que invita a ser lo que estamos siendo, en una escucha sin juicio, con tiempo, ofreciendo un abrazo que sana heridas, perdona, y despierta la vida... Andan derramando en libertad el Amor que brota desde la profundidad del ser... ser que es Dios.

( El ayuno que agrada a Dios es: Isaias 58, 1 - 9 )


3 comentarios:

  1. Muy bonito me encantó un abraso

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  2. Muy bonito como todo lo que escribes Nachito un abraso

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  3. Me alegro mucho por lo q' han compartido!

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