Melina,
Dainara y Leandro, comparto con ustedes el tener las raíces en el campo, ser un
poco gaucho como ustedes. Quedo en mi corazón lo que mi mamá, me contaba que cuando ella vivía
en el campo: la visita del cura que llegaba en sulky una vez al año era muy
esperada, porque con los bautismos y misa, daba el perdón de todos los pecados. Todo era fiesta, para todos los que quisieran sumarse y recibir el regalo de ese perdón. Ojalá también hoy nosotros, podamos recordar esta fiesta que hoy nos toca vivir aquí y ahora como el día que nos
sentimos Amados y perdonados por Dios... el dia que pudimos Amar como nos Ama él.
Recuerdo con
cariño cuando íbamos a la Micaela, población de la campaña de donde es Melina. Siendo
niña, le gustaba jugar, y hacer fiesta. Como todo niño, estaba muy respectiva a
las palabras y actitudes de nosotros los adultos. Coincidiendo con la Parábola que
escuchamos en la misa de hoy, la del Padre Bueno con el hijo perdido; ese día
Melina escuchó nuestro comentario y preguntó ¿dónde era esa fiesta que hacia
ese Padre Bueno? Ese día no recuerdo que le conteste...
Melina, hoy en la fiesta de tus 15 años, quisiera hacerte el regalo de responderte a esa pregunta
que me hiciste cuando niña: esa fiesta de la cual habla la parábola se da
dentro de cada uno de nosotros. Ahí en nuestro interior tenemos a los 4
personajes nombrados: el hijo que se pierde, el hijo mayor, el Padre Bueno y los
servidores. Según con cual de ellos nos conectemos en nuestro interior, será nuestra
actitud en la fiesta de la vida.
Si nos
conectamos con nuestro hijo que se pierde, nos alejamos de la casa del Padre, de lo que
realmente somos, detrás de espejitos que nos ofrecen felicidad, éxito, placer,
poseer... Malgastamos nuestro tiempo, queriendo auto complacer, hasta que
comenzamos a sentir un vacío existencial y que la vida se nos va...
Si nos
conectamos con nuestro hijo mayor, creemos que estamos llevando una
vida correcta, lograda por mérito de nuestro esfuerzo. Es el peor estado de
vida, porque comenzamos a mirar a los demás por sobre el hombro y juzgarlos.
Guardando los dones que se nos ha dado, para bien propio o solamente para los
que consideramos dignos. Enojados cuando se le da gratuitamente algo, a alguien
que es menor que nosotros en su comportamiento.

Si nos
conectamos con el Padre Bueno, que hay dentro nuestro, con el Amor de Dios,
nuestras relaciones con los demás serán en libertad. Respetando las decisiones,
los caminos que cada uno quiera elegir. Siempre dispuestos a recibir y
acompañar a quien quiera recomenzar una vida según el proyecto de vida del Amor.
Seremos capaces de relacionarnos con el otro según como el otro está siendo, abierto a
la diversidad de opciones de vida. Siendo muy claros, anunciando que Dios pone a los últimos como primero, a los que se creen
buenos, superiores y toman una actitud de superioridad ante los más empobrecidos económicamente
o moralmente.
Si nos
conectamos con el servidor que llevamos dentro, nos tocará pasar desapercibidos
en la vida social. Haciendo el bien sin ser nombrados. Sintiendo la alegría de
servir al padre Dios, especialmente en los más pequeños. También teniendo que
enfrentar a los que se creen mayores y que no comprenden el amor gratuito del
padre Dios.
En la fiesta
de este día, en la fiesta de cada dia, nos encontraremos con personas, en situación
de pequeñez, fuera del amor del padre o buscando calmar su hambre. Nos
encontraremos con personas egoístas, que se la creen. También hay personas
conectadas con el amor de Dios, poniéndose de parte de los más pequeños. Y
tantas personas anónimas que hacen la fiesta de la vida, sin ser nombradas.
Quizás nos
preguntemos con cual de estos personajes me identifico yo. La respuesta es: con
el que nos conectemos y alimentemos. Por eso ahora aquí estamos invitados a
conectarnos con el Amor del Padre Dios, que es nuestra esencia, que habita en el
fondo de nuestro ser. Mirando a quien tenemos próximo, ofreciéndole una
caricia, un beso y un abrazo. Porque el Amor crece dándolo al diferente, sin esperar nada a cambio.

Hoy, el templo de
la Catedral se transformó en una fiesta del Reino, se encendió el fuego del Amor, y todos los que quisieron recibir el Amor de Dios lo recibieron. Y todos
los que se conectaron con Dios, sintieron que podían Amar como Dios Ama. No
vi, pero quizás hubo alguien conectado con el hijo que se cree mayor, que no quiso
disfrutar de la fiesta, manteniéndose en lo que él considera una actitud
correcta, escandalizado por la ternura, besos y abrazos para todos. En el
templo casa de Dios, cada uno dejó salir hacia los demás, la conexión interior
que elige. Nuestra interioridad, la que hoy estamos viviendo, se la conoce en
nuestro modo de relacionarnos con los demás, especialmente con los más
pequeños.

Podemos
sentirnos felices, porque en esta fiesta de los cumpleañeros de marzo, la
Palabra se hizo carne, y hubo fiesta para todos los que quisieron ser parte. Algunos
la disfrutan a la distancia física. Compartimos cómo es Dios: es Amor, que si lo buscamos, él corre a nuestro encuentro a abrazarnos, besarnos, darnos
la mejor ropa... hacernos fiesta. Queda claro que el peor pecado, que Dios no puede
perdonar es cuando nos creemos buenos y nos auto excluimos de la fiesta porque
no queremos compartir con los que los juzgamos como pecadores.
Como comenzaba
el relato bíblico, Jesús hoy también comió, bailó a la música de orquesta, órgano, guitarra y discoteca, con los pecadores, en el fondo de la catedral y en el
mismo templo, para escándalo de los fariseos de hoy. No faltaron los corderos
que fueron tres, además de chorizo, pollo, ensalada, galleta, pizza, sandwiches... los refrescos, la cerveza, el
vino. Incluyendo a evangélicos, mormones, no creyentes, católicos sin todos los
papeles en reglas... Hubo lugar para niños en brazos, hasta las personas que ya tienen más
de ochenta y noventa. Todo el día fue una hermosa eucaristía, con el momento
central de la presencia misteriosa de JESÚS, en la Comunidad de diversos, en su Palabra, en su cuerpo y su sangre, en clave de misericordia.
Fiesta del Reino de la cual nos embarazos en el campamento colibrí de enero en San
Gregorio de Polanco y se fue construyendo con hechos y aportes de muchos. Se
concretó hoy como signo del Reino de Dios entre nosotros. Y podremos volver a beber
de esta experiencia, recordando personas, anécdotas, fotos, relatos… para eso
lo compartimos aquí y ahora. Para alimento de TODOS, quienes tengan hambre del Amor
de Dios. Subrayando que los más felices somos los que vivimos la fiesta sintiéndonos
recibidos, abrazados y revestidos como hijos pródigos, y los que al servicio de
Dios Padre y Madre, lo dieron todo en servicio y aportando lo material. El maligno nos
impulsa a juzgar a los que no son como nosotros… Líbranos Señor de creernos
mayores, mejores que otros… Danos la gracia, alimenta nuestra fe, de creer que setenta veces siete, SIEMPRE, podremos volver a recibir tu perdón, y volver a vivir en el Amor de Dios. Amen, que asi sea...