domingo, 9 de julio de 2017

RECORDANDO CON MONSEÑOR ROBERTO CÁCERES

¡Hay que tener cuidado con lo que decimos, especialmente frente a los niños!

Solo mencionar el nombre de Don Roberto Cáceres, cambia el rostro, despierta recuerdo de muchos en nuestra diócesis; católicos y gente del pueblo.
RECORDAR: Del latín recordis, volver a pasar por el corazón…”, y los recuerdos que despierta Roberto no son de construcciones materiales o éxitos sociales, son simplemente recuerdo de ENCUENTROS, en su mayoría en torno a la celebración de algún sacramento o recuerdo de su don de comunicador.
El encuentro se dio en el hogar sacerdotal. La primera pregunta siempre es ¿Cómo estamos? ¿Cómo está el tiempo? y ¿Cómo andan los amigos?  Después le entregue la revista COMUNIÓN, la cual quincenalmente le llega. Me lo agradeció con palabras y una sonrisa profunda.
Entonces se puso decir lo que pensaba sobre la revista, saque el cuaderno, el lápiz y me puse anotar lo que iba diciendo, siendo aprobado por su pausa mientras me preparaba y por la continuidad del dialogo cuando estuve pronto.
 - ¿Qué piensa usted Don Roberto de COMUNIÓN?
-“El pueblo quiere saber lo que sucede. Como en toda familia es importante para la fraternidad el comunicar lo que nos sucede a unos y a otros. Imagínate ¿Cómo podemos decir que somos familia diocesana si en la comunidad de Tupambaé no saben lo que ocurre en las parroquias de Treinta y Tres, o en Melo no saben quién es el párroco de Aceguá, o viceversa. En una verdadera familia hay interés de unos por otros.
- ¿Somos seres necesitados de COMUNICARNOS?
- No digo de comunicar lo trágico, porque eso se comunica sin problema, digo que tenemos que comunicar lo cotidiano, lo pastoral, lo festivo, los viajes, visitas… A mí me gustaban mucho las cortitas que escribíamos con el Padre Vicente. El a veces me decía que eran noticias muy simples, pero creo que eso es fundamental en las relaciones familiares; tener tiempo para hablar de lo diario que por ahí pasa la vida. Yo siempre le deje para los estudiosos que sean ellos los que hablen y escriban sobre los grandes saberes filosóficos o teológicos. Lo mío fue comunicarme desde lo vivencial, lo de todo los días, lo propio de la gente común.
- ¿Usted siempre fue así?
- Creo que no (soltó la risa), creo que siempre estuve cambiando, porque el mundo cambia. No me gusta escuchar ese decir: “no cambies nunca”. Es como desearle a la persona que se estanque en sus pensamientos y manera de ser. Siempre hay que buscar cambiar para mejorar como persona.
- ¿Qué lo ayudo a CAMBIAR?
Hay algo que me marco mucho. Tiene que ver con el encuentro con las familias. Cuando había un niño siempre me acerque cuidadosamente, estaba ante lo más sagrado. Fui tomando conciencia que “sin querer” los padres, los abuelos, nosotros los educadores, a veces le hacemos mucho mal al niño, diciendo frente a él que es: picaron, travieso, enfermito, desobediente… el niño escucha que se dice de él y va reafirmando en su personalidad eso que decimos de él y lo vamos moldeando a ser eso que decimos.
- Las palabras son importantes
- Las palabras marcan a las personas y más a los niños. En esos tiempos leí un libro que aconsejaba que las madres antes de dormir, dormiditos, y al despertar le dijeran al oído a su hijo que eran BUENOS. Estoy convencido que hace mucho bien decirle algo bueno al otro. Es mejor equivocarse en un comentario positivo que en uno negativo. Además todo lo bien que decimos a los otros crece en nosotros mismos. Y el bien siempre permanece.
- ¿Señalar lo BUENO A TODOS?
- Mejor aún si le decimos algo bueno a quien menos comentarios positivos ha recibido. Hay personas tan marcadas por sus errores que cuando uno le dice algo bueno se sorprende. Y la gran verdad es que todos somos buenos en esencia por ser “creaturas” a imagen y semejanza de Dios. Somos buenos que nos equivocamos, que hacemos cosas malas, pero en el ser no dejamos de ser buenos. Solo necesitamos TODOS, descascararnos de algunos agregados que nos llevan amalas acciones.
- ¿NO HAY gente mala?
- No en su esencia.  Sí, hay algunos que han escuchado tantas voces negativas hacia ellos, que no creen que puedan ser buenos. También a veces escuchamos que se dice: Para que voy a ser bueno si no sirve de nada”. Si que sirve, y sí que es bueno, lo que no quiere decir que nos haga exitosos, famosos o ricos. Hacer el bien nos hace mucho bien a nosotros mismo siempre, más allá de cómo lo reciba o responda el otro.
- ¿Vale la pena hacer el bien?
- El bien es la palabra más profunda y verdadera. El bien enseña, permanece, se expande. El mal es como fuego de paja y siempre hiere. El mal es malo incluso para quien lo hace. La soledad nos hace encontrarnos con nuestra verdad, también la enfermedad o alguna fragilidad. Por eso el mundo consumista y sus voces, no proponen el silencio y la meditación sobre lo que acontece. Nos adormecen con ruidos, o nos separan de la realidad con distintas adiciones.
- ¿Dar testimonio?
Ser testimonio. Las personas ven la vida, el testimonio habla. El bien tiene su valor entre las personas. La pena es que algunos creen que hay personas buenas y otras malas y se encasillan o encasillan a otros. La verdad es que todos podemos ser buenos, que no es ser perfectos. El bueno se equivoca y reconoce sus errores. Cree que puede mejorar.
- ¿Usted siempre fue bueno?
Don Roberto hizo un silencio prolongado… y  dijo – De mi también se dijeron cosas cuando niño, no por maldad, a veces ignorando las marcas de las palabras o de manera graciosa. Con el tiempo la palabra bíblica, la palabra de Jesús, la voz de Dios, me fue convenciendo de que era creado a su imagen y semejanza, que era bueno, más allá de mis errores. Me ayudaron las voces de algunos compañeros. Entonces poco a poco eso se fue transformando en lo central de mi predicación: todo hombre es bueno, más allá de lo que haya hecho.
- Todos somos buenos.
- El bien está dentro nuestro, si lo descubrimos nos llenamos de bien y hacemos el bien sin esperar recompensa por el bien hecho. Y si estamos llenos de bien no hay lugar para el mal en nosotros. Optar por el bien es un ejercicio diario, en cada momento, en cada encuentro. Con una ventaja para algunos y dificultad mayor para otros: que el ser humano es un ser de hábitos, de costumbres, entonces me puedo acostumbrar a hacer y ver el bien o me puedo acostumbrar a señalar el mal solamente. No es para dejar de ver los noticieros, porque ahí esta parte de la realidad, pero puedo verlo buscando encontrar el bien o alimentándome de lo trágico… Nos transformamos en lo que comemos, en lo que hacemos y decimos. Pero siempre se puede cambiar, nunca es tarde…
- Gracias Don Roberto
- Un saludo por COMUNIÓN a toda la diócesis, a Melo en su cumpleaños, a la Voz de Melo… rezo por ustedes, esto es lo que me pide Dios ahora y no es poco, vale, recen por mí, recen con los enfermos, con los niños, recen en comunidad. Recordando que TODOS  somos buenos en esencia y TODOS podemos serlo en la vida.

Nacho
 


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