¡Hay que
tener cuidado con lo que decimos, especialmente frente a los niños!
Solo
mencionar el nombre de Don Roberto Cáceres, cambia el rostro, despierta
recuerdo de muchos en nuestra diócesis; católicos y gente del pueblo.
RECORDAR:
Del latín recordis, volver a pasar por el corazón…”, y los recuerdos que
despierta Roberto no son de construcciones materiales o éxitos sociales, son
simplemente recuerdo de ENCUENTROS, en su mayoría en torno a la celebración de
algún sacramento o recuerdo de su don de comunicador.
El encuentro
se dio en el hogar sacerdotal. La primera pregunta siempre es ¿Cómo estamos?
¿Cómo está el tiempo? y ¿Cómo andan los amigos?
Después le entregue la revista COMUNIÓN, la cual quincenalmente le llega.
Me lo agradeció con palabras y una sonrisa profunda.
Entonces se
puso decir lo que pensaba sobre la revista, saque el cuaderno, el lápiz y me
puse anotar lo que iba diciendo, siendo aprobado por su pausa mientras me
preparaba y por la continuidad del dialogo cuando estuve pronto.
- ¿Qué
piensa usted Don Roberto de COMUNIÓN?
-“El pueblo
quiere saber lo que sucede. Como en toda familia es importante para la
fraternidad el comunicar lo que nos sucede a unos y a otros. Imagínate ¿Cómo
podemos decir que somos familia diocesana si en la comunidad de Tupambaé no
saben lo que ocurre en las parroquias de Treinta y Tres, o en Melo no saben quién
es el párroco de Aceguá, o viceversa. En una verdadera familia hay interés de
unos por otros.
- ¿Somos
seres necesitados de COMUNICARNOS?
- No digo de
comunicar lo trágico, porque eso se comunica sin problema, digo que tenemos que
comunicar lo cotidiano, lo pastoral, lo festivo, los viajes, visitas… A mí me
gustaban mucho las cortitas que escribíamos con el Padre Vicente. El a veces me
decía que eran noticias muy simples, pero creo que eso es fundamental en las
relaciones familiares; tener tiempo para hablar de lo diario que por ahí pasa
la vida. Yo siempre le deje para los estudiosos que sean ellos los que hablen y
escriban sobre los grandes saberes filosóficos o teológicos. Lo mío fue
comunicarme desde lo vivencial, lo de todo los días, lo propio de la gente
común.
- ¿Usted
siempre fue así?
- Creo que
no (soltó la risa), creo que siempre estuve cambiando, porque el mundo cambia.
No me gusta escuchar ese decir: “no cambies nunca”. Es como desearle a la
persona que se estanque en sus pensamientos y manera de ser. Siempre hay que
buscar cambiar para mejorar como persona.
- ¿Qué lo
ayudo a CAMBIAR?
Hay algo que
me marco mucho. Tiene que ver con el encuentro con las familias. Cuando había
un niño siempre me acerque cuidadosamente, estaba ante lo más sagrado. Fui
tomando conciencia que “sin querer” los padres, los abuelos, nosotros los
educadores, a veces le hacemos mucho mal al niño, diciendo frente a él que es:
picaron, travieso, enfermito, desobediente… el niño escucha que se dice de él y
va reafirmando en su personalidad eso que decimos de él y lo vamos moldeando a
ser eso que decimos.
- Las
palabras son importantes
- Las palabras
marcan a las personas y más a los niños. En esos tiempos leí un libro que
aconsejaba que las madres antes de dormir, dormiditos, y al despertar le
dijeran al oído a su hijo que eran BUENOS. Estoy convencido que hace mucho bien
decirle algo bueno al otro. Es mejor equivocarse en un comentario positivo que
en uno negativo. Además todo lo bien que decimos a los otros crece en nosotros
mismos. Y el bien siempre permanece.
- ¿Señalar
lo BUENO A TODOS?
- Mejor aún
si le decimos algo bueno a quien menos comentarios positivos ha recibido. Hay
personas tan marcadas por sus errores que cuando uno le dice algo bueno se
sorprende. Y la gran verdad es que todos somos buenos en esencia por ser
“creaturas” a imagen y semejanza de Dios. Somos buenos que nos equivocamos, que
hacemos cosas malas, pero en el ser no dejamos de ser buenos. Solo necesitamos
TODOS, descascararnos de algunos agregados que nos llevan amalas acciones.
- ¿NO HAY
gente mala?
- No en su
esencia. Sí, hay algunos que han
escuchado tantas voces negativas hacia ellos, que no creen que puedan ser
buenos. También a veces escuchamos que se dice: Para que voy a ser bueno si no
sirve de nada”. Si que sirve, y sí que es bueno, lo que no quiere decir que nos
haga exitosos, famosos o ricos. Hacer el bien nos hace mucho bien a nosotros
mismo siempre, más allá de cómo lo reciba o responda el otro.
- ¿Vale la
pena hacer el bien?
- El bien es
la palabra más profunda y verdadera. El bien enseña, permanece, se expande. El
mal es como fuego de paja y siempre hiere. El mal es malo incluso para quien lo
hace. La soledad nos hace encontrarnos con nuestra verdad, también la
enfermedad o alguna fragilidad. Por eso el mundo consumista y sus voces, no
proponen el silencio y la meditación sobre lo que acontece. Nos adormecen con
ruidos, o nos separan de la realidad con distintas adiciones.
- ¿Dar
testimonio?
Ser
testimonio. Las personas ven la vida, el testimonio habla. El bien tiene su
valor entre las personas. La pena es que algunos creen que hay personas buenas
y otras malas y se encasillan o encasillan a otros. La verdad es que todos
podemos ser buenos, que no es ser perfectos. El bueno se equivoca y reconoce
sus errores. Cree que puede mejorar.
- ¿Usted
siempre fue bueno?
Don Roberto
hizo un silencio prolongado… y dijo – De
mi también se dijeron cosas cuando niño, no por maldad, a veces ignorando las
marcas de las palabras o de manera graciosa. Con el tiempo la palabra bíblica,
la palabra de Jesús, la voz de Dios, me fue convenciendo de que era creado a su
imagen y semejanza, que era bueno, más allá de mis errores. Me ayudaron las
voces de algunos compañeros. Entonces poco a poco eso se fue transformando en
lo central de mi predicación: todo hombre es bueno, más allá de lo que haya
hecho.
- Todos
somos buenos.
- El bien
está dentro nuestro, si lo descubrimos nos llenamos de bien y hacemos el bien
sin esperar recompensa por el bien hecho. Y si estamos llenos de bien no hay
lugar para el mal en nosotros. Optar por el bien es un ejercicio diario, en
cada momento, en cada encuentro. Con una ventaja para algunos y dificultad
mayor para otros: que el ser humano es un ser de hábitos, de costumbres,
entonces me puedo acostumbrar a hacer y ver el bien o me puedo acostumbrar a señalar
el mal solamente. No es para dejar de ver los noticieros, porque ahí esta parte
de la realidad, pero puedo verlo buscando encontrar el bien o alimentándome de
lo trágico… Nos transformamos en lo que comemos, en lo que hacemos y decimos.
Pero siempre se puede cambiar, nunca es tarde…
- Gracias
Don Roberto
- Un saludo
por COMUNIÓN a toda la diócesis, a Melo en su cumpleaños, a la Voz de Melo…
rezo por ustedes, esto es lo que me pide Dios ahora y no es poco, vale, recen
por mí, recen con los enfermos, con los niños, recen en comunidad. Recordando
que TODOS somos buenos en esencia y
TODOS podemos serlo en la vida.
Nacho
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