viernes, 7 de julio de 2017

Taller de Mision



Conectados con los talleres misioneros Colibrí, en la parroquia San Alberto Hurtado estamos comenzando a charlar sobre la Misión, un tema amplio si los hay, pero siempre intentando ir hacia lo concreto: en nuestra misión cotidiana como comunidad del barrio Casabó.

Nos pareció que necesitábamos empezar por definir cada uno y cada una lo que nos dice la palabra misión. Y porque necesitábamos una mirada profunda pero cercana, invitamos a nuestro electricista,  teólogo y narrador de historias de cabecera, Roberto Flores, a que nos dijera algunas palabras y nos comentara sobre las cosas que surgían de nuestras propias definiciones.


Roberto, acompañado de su mamá Teodora, comenzó contando historias de su niñez. Sospecho que para transmitir que los niños son los que más entienden de misión en la vida. El contaba que de niño le llamaba la atención su primo que siempre llegaba cantando, alegre, tanto que a una cuadra se podía escuchar que llegaba. Y al ritmo del canto, sonaba las monedas en su bolsillo que había ganado en su oficio de cuida coches. Así que para el niño Roberto, su primo era muy feliz y rico. Pero luego fue creciendo y empezaron a llegar los juicios más adultos, y su primo ya no parecía tan feliz y tan rico  con los ojos adultos. He aquí una pista para el misionero: mirar a la gente con ojos de niño, que se parecen más a los ojos de Dios.


Luego compartimos nuestras propias definiciones que estaban escritos en un gran rompecabezas. Ese rompecabezas, armado con mucho cariño y paciencia por Gimena, tenía una imagen de un hombre o mujer, jóven o quizás anciana o quizás niño, que nos representaba a todos. Porque vamos entendiendo que cada una de las frases que dijo el otro, la otra, son también mis propias palabras. Eso tiene caminar en comunidad, hacerse cargo de lo que los demás dicen, hacer nuestros los sueños de los otros.

En esta celebración no podían faltar la "lluvia" de torta fritas y el chocolate caliente, que compartidas las cosas siempre son más ricas.

En nuestro caminar de comunidad, más pequeña y más grande, vamos cambiando las miradas y el ritmo de los pasos, así va esta gran caravana donde nadie tiene porque quedar atrás.



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