LA MÚSICA, este 12 de octubre 2019, nos dio la posibilidad de encontrarnos, en tiempos electorales donde se marcan las diferencias... LA MÚSICA NOS CONECTÓ, en una experiencia de unidad entre diferentes. Casualmente fue en una fecha donde recordamos la llegada de las culturas europeas de manera violenta y colonizadora, a nuestro continente amerindio.
ESTA NOCHE EL ARPA, instrumento ofrecido por los jesuitas a los guaraníes, en nuestra patria grande, fue un instrumento de comunión entre el vecindario. Música de los propios indígenas, danzaron con la música de otras culturas, incluso con las del norte.
Y FUERON MUJERES, las de la propuesta y las de la concreción de esta fiesta. Y hubo que
vencer los miedos de alerta naranja y de piedras caídas en la mañana y de
nubarrones negros que ocultaban las estrellas y la luna. Quizás la invitación "se conectó con lo profundamente humanos que somos y eso lleva
al encuentro más allá de las diferencias, a superar miedos... y salir, ir, a ser parte junto a otros…”
PABLO Y EL ARPA
Compartimos
un diálogo con Pablo, el artista invitado con su arpa. Resaltando también el
lugar que le dieron las organizadoras a los locatarios.
César Pereira un
vecino, profesor de música, que fue
invitado con su órgano, el cual vivió y transmitió una experiencia de
agradecimiento, de encuentro con lo trascendente.
Clara Gama, haciendo presente
el género femenino, desplegando sus alas junto al piano, diciéndonos “si se
puede desde nuestra realidad..."
Pablo Pérez, nos
habló de dos deseos a esta altura de su vida. Deseos que fue descubriendo y
cultivado desde su niñez. Deseos que se concretan a través de la música y en
las relaciones humanas.
- LA VOCACIÓN,
aquello que nos permite ser y no tiene valor monetario, ni necesita de
licencias. La vocación es aquello que cuando lo descubro en mí, y lo realizó,
trasciende el tiempo, nos pone en armonía a todo nuestro ser y realmente es una
propuesta que irradia vida a los demás.
EL ARPA,
poco común en nuestra cultura uruguaya, muy influenciada por el puerto que ha
recibido a culturas europeas. Este instrumento, si bien también vino del norte, fue
asumida de tal manera por los pueblos originarios de esta tierra, los
guaraníes, que ellos mismos se transformaron en artesanos de arpas y
de su música. Quizás es una música que
nos conecta con el universo, con la naturaleza, proponiendonos algo tan propio
de estos pueblos: “ser comunidad en comunión con la naturaleza, desde una vida
interior”.
PABLO, nació
en una familia centrada en el trabajo, donde la diversidad de música a través
de disco, era parte del aire que le posibilitó crecer. Entre tantos discos, la mayoría de
folklore y tango, había uno solo de música de arpa.
En sus tiempos libres, y en
especial cuando estaba solo en casa, Pablo gustaba de poner música de fondo
para realizar sus juegos de niño. Y cuando sonaba el arpa algo se movía en su interior... Lo percibía, pero no le podía poner nombre a eso que después llamó: vocación.
Otro
elemento externo para este encuentro entre este niño y el arpa fue que su tío
era un aprendiz. Lo que no fue en principio favorable, porque escuchar las
prácticas de aprendizaje de cualquier instrumento, por ser reiterativo,
lleno de errores, es realmente muy aburrido.
A los 10
años en su tiempo escolar, su mama le dijo: Hijo, tu además de hacer lo que
todos tienen que hacer, la escuela y algo de ejercicio físico, tienes que
elegir hacer algo por gusto”. Pablo eligió la música, entre las posibilidades
que tenía.
SU PRIMER AÑO, de estudio no fue pasional, y al llegar el primer examen los nervios, el
miedo, casi lo hacen desertar. Un poco exigido por su madre, llegó al día del
primer examen, que era en público frente a familiares y extraños familiares de sus compañeros.
En el escenario,
el niño y el arpa se conectan de tal manera que superó los miedos, la
vergüenza, los nervios, hasta que los aplausos de los presente, fueron el soplo para tomar conciencia de su vocación, que era nombrada en esa primer
manifestación pública.
Pablo
conectado con su interior expresó su segunda presentación, en un silencio místico,
que fue finalizado por espontáneos aplauso. El niño sorprendido elevo su vista
y vio una sonrisa en familiares, extraños, y también en sus compañeros y
compañeras de estudio.
El
desarrollo del tercer y último punto del examen, a los dos que eran uno el niño
y el instrumento, Pablo y el arpa, se sumaban en esa danza interior las miradas
de felicidad con la música de los aplausos. Hasta que el público poniéndose de pie, aplaudiendo fervorosamente, reconocía que estaba siendo testigo de la expresión de una vocación hacia la
música de arpa.
PABLO nos
contaba ese momento, con los ojos humedecidos, como el momento donde descubrió
sus dos amores, que son uno: “SER desde dentro, interpretando música de arpa, DESPERTANDO la alegría que nace de una paz interior que crea COMUNIÓN fraternal
entre los presente”.
ESOS DOS AMORES, que son su “tesoro”, son también su deseo a ser descubierto por toda la
humanidad. Nos contaba la alegría de que su esposa, siendo madre con hijos
grandes, hace poco que descubrió su vocación, su conexión con la matemática y
el placer de enseñar.
También la felicidad de la libertad que ha tenido su
hijo, siendo educado en un ambiente familiar de estudio y música el varón ha
elegido ser mecánico de autos, viviendo sus horas felices con un mameluco
engrasado, la felicidad en mejorar el andar del medio de trasporte de sus
clientes.
Siempre se espera algo mejor venidero, y para Paulo será el día que su
otra hija, encuentre la vocación que aún no ha encontrado y que la tiene en
una búsqueda itinerante, dolorosa y apasionante…
LO QUE
AMAMOS,
es lo que irradiamos.
Cuando nos
encontramos
con alguien,
conocemos o
intuimos lo que ama.
LA VOCACIÓN,
según Pablo, la verdadera vocación, es la que nos hace SER haciendo eso y es luz del sol en primavera, que hace BROTAR las flores en los jardínes del alma de los demás.
Es muy distinta a la alegría pasajera y superficial del dinero, del éxito o el
poder, que siempre lleva a un gozo mientras que otros sufren. La felicidad
plena es la que despierta felicidad, porque estamos interrelacionados unos con
otros, incluso con la naturaleza.
Incluso en
el caso de Pablo, siempre tuvo otra actividad laboral para sustento familiar.
Es profesor de natación y lo será hasta que se jubile. Siempre ubicando el trabajo en el ámbito del
sustento necesario, sin dejar que se transforme en el centro de su vida, cuidando que el dinero, no quite las horas necesaria para realizar su vocación artística.
Cuántos hay que han postergado u olvidado su vocación para dedicar más tiempo a
ganar dinero, para consumir superficialidades, que el mundo nos dice
engañosamente que son necesarias para ser ciudadanos de este mundo....
TODOS hemos
sido creados con una vocación a realizar en bien de toda la humanidad. Hay
algunos por su historia familiar, imposibilidades físicas… desearían ser
alguien y no lo alcanzan en esta vida… Es el caso de la profesora de música de
Pablo. Toda la vida sobrevivió enseñando música, pero no pudo ser música. Sin
embargo encontró en este alumno, alguien que quería algo más que aprender y
enseñar, y se transformó para ella, en su actor de su propia película. Algo que se da no
imponiendo siendo despertando lo que ya está en el otro. La profe no pudo ser
música, pero gozo plenamente en sus últimos años el ser parte del despertar y desarrollo de este
arpista y gozo como suyos los aplausos y alegrías del publico…
UN MENSAJE,
nos dejó la visita de Pablo y su Arpa… que:
“el sentido profundo
de la
existencia humana
está dentro,
y es eso que llamamos vocación,
y que será la
verdadera,
si nos hace ser
y crea comunión
con aquellos que nos encontramos,
buscando desde dentro…
Es aquello
que supera
los miedos,
los no puedo…
que nos han impuesto,
que nos hemos construidos…
y ve
el jardín
siendo primavera que florece,
da buenos frutos
y derrocha sin medidas
una bella aroma,
más allá
de las diferentes gramillas
que todos tenemos
y
tenemos que podar,
y controlar “.
Nacho
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