IX CAMPAMENTO DE ENCUENTRO TEOLÓGICO
EN LAGO MERÍN ENERO 2020
Mbae oasata oï … “Algo va a pasar”
Y algo pasó…
descubrimos
que SOMOS un TESORO…
gusanitos llamados a ser mariposas.
Y algo seguirá pasando… la semilla quedó sembrada en tierras
diferentes, en personas y comunidades de Canelones, Soriano, Colonia, Salto,
San José, Florida, Montevideo, Durazno, Cerro Largo, Treinta y Tres …
Si bien el crecimiento de lo recibido, de lo sembrado, dependerá
del cuidado que cada uno le dé, también es cierto que el Reino de Dios germina
en el día por nuestros esfuerzos, pero también en la noche mientras descansamos
sin que nadie lo sepa el sembrador la hace crecer…
Y esa semilla es como
la de un grano de mostaza, es la más pequeña, pero cuando crece, extiende sus
ramas y todo tipo de pájaros se cobijan en sus nidos.
(Marcos 4, 26-34) …
También por la Patria
Grande, que tuvo participantes de Brasil, Cuba, Paraguay, Argentina, Colombia y
seguimos tejido con Bolivia Guaraní que nos dio la vida, presencia Mapuche y
los colibríes que venía de viajar por Asia enriquecieron el tejido cultural y ecuménico.
LOS LOCATARIOS SON LOS PRIMEROS
En nuestra espiritualidad, todo se debe construir con los
del lugar... Daniel, Gustavo, José Carlos, Rogelio, Socorrito… ellos son la
tierra, ellos son los trafogeros, en el invierno, ellos son el pesebre, donde
Dios quiere nacer...
Y por supuesto que la coordinación con el párroco es
fundamental. Este año el P. Reinaldo nos abrió las puertas, participó, e invitó
a otros a participar. También nuestro obispo Beto nos hizo llegar sus saludos.
La providencia de Dios que se manifiesta en
corazón, mentes, manos y bolsillos que se dan, nos regaló la presencia del
Grupo Scout Javier Mori de Melo, para preparar el campamento… Y se vinieron con
todo, incluso con el baño, almuerzo, y mucha disponibilidad para servir.
Dejándonos el mensaje por medio de
Stich: que llega de manera violenta, por su
historia, por no sentirse aceptada… y es
escuchada, comprendida con ternura… sana sus heridas, comienza a creer en sí
mismo, en los demás y es una más en la rueda del campamento… “el amor todo lo
puede”.
VOLVER A CASA
Venir al campamento Teológico, es reencontrarnos con nosotros
mismos, con Dios, con los amigos, con
los amigos de nuestros amigos que nos haremos amigos. Es una experiencia de
vacacionar juntos, donde no hay que gastar dinero en sumar cosas extras,
contrariamente al mundo consumista, acá se vive con lo esencial y de manera
solidaria. No se necesita ropaje nuevo, más bien nos descalzamos conectados a
la Pacha Mama, con nuestra historia que queda descubierta.
La mirada del otro, es como la mirada de Dios, a nuestras heridas,
y errores. Nadie juzga… todo se respeta. Nuestros cuerpos hablan, nuestros
cantos son también palabras de liberación, los abrazos tocan el alma y nos
hacen trascender esta realidad. La alegría sincera, desde lo que cada uno va
siendo, y va despertando, es el signo visible de que el Espíritu de Dios es
nuestro aliento.
Participamos unas cien personas venidas específicamente al
campamento, con esa dinámica de libertad, donde cada uno llego cuando le
quedaba mejor y partió el día más conveniente. Se armaron nidos en la casa
común alquilada de las “monjas”, en carpas en la capilla, cabañas, casas
alquiladas y alojandose en el hotel. Una tercera parte participó por primera
vez. Y unos cuantos más se sintieron parte del campamento siendo parte de la
misa de inicio o de clausura, incluso algunos participaron por medio de las
redes sociales.
LA PALABRA ES NUESTRA BRÚJULA
Cada día en clima de familia de vacaciones, como las
primeras comunidades cristianas, nos amábamos en los servicios de cocina,
limpieza, música, juegos… y escuchábamos la Palabra Bíblica del día, unidos a
la iglesia en el mundo entero. Esta palabra se hacía oración, alimento,
liberador que nos daba alas. Los títeres, el teatro, la danza, los cuentos,
fueron instrumentos de encuentro entre nosotros y con Jesús de Nazaret.
Quizás los signos más visibles de esta palabra hecha carne
sean en la fraternidad familiar. En la economía solidaria. En los servicios
prestados con mucho amor. La alegría que se expande sin necesidad de ningún
ingrediente extra, que no sea el amor.
NOVEDADES DE ESTE AÑO
Como decíamos al comienzo, la participación de los Scout,
acentuó el encuentro en el sentido de “campamento”. La presencia de la
muchachas de la Fazenda femenina, nos enriqueció profundamente en lo cultural
(Paraguay, Colombia, Uruguay) , aportando el mensaje “que siempre es posible volver a nacer”.
Entre el centenar de
participantes más de treinta participaron por primera vez. Y siendo la dinámica
de que todo se construye junto, se creó un gran espacio de acampada, de estar,
comedor, de fogón, mate, en el patio de la capilla.
También los momentos de
oración fueron todos creativos, nuevos y profundos. Incluso la misa final fue
presidida por el párroco del lugar, con la participación de tres sacerdotes
más. Con un equipo femenino de liturgia muy dinámico.
Surgió la caminata hasta la desembocadura del Río Tacuarí,
hubo concurso de mímicas, competencia en la doma del toro mecánico, abrazos en
plena vía principal, contemplar el amanecer, feria de la diversidad de
experiencias que somos, narraciones de vida, ronda de mujeres y todos los días
guitarreadas…
LAS BANDERAS
Las presencias indígenas, nos relacionan diferente con el
tiempo y con la palabra. Nos reafirma el camino comunitario, donde los niños no
molestan, los ancianos son una bendición y todos formamos una gran familia
donde nos sentimos hermanos, tíos unos de otros…
La bandera de la diversidad, y de la paz, llamaba la
atención entre las demás banderas. Y en la realidad de nuestra gran familia se
vivió con mucho respeto la presencia de personas con distintas opciones
sexuales y también políticas y religiosas. Consideramos que quien está en paz
consigo mismo, quien se acepta como es, quien tiene opciones de vida más o
menos claras, se siente bien así como es y es capaz de respetar las decisiones
y las maneras diferentes de ser, sentir y pensar de otros.
Lo hermoso de este espacio es que todos sabemos que si
mañana cambiamos en algo… seguirá habiendo lugar para participar de manera
diferente.
¿COMO SIGUE?
Desde sus inicios el grupo Colibrí, primeramente llamado
Equipo Misionero Itinerante, nacido en el Chaco Boliviano, surgió como una
experiencia puntual al servicio concreto de las navidades en las comunidades
Guaraníes. Terminada esta misión, cada uno de los participantes volvió a su
cotidianeidad (comunidad, país) pastoral, de estudio, trabajo, familiar.
La segunda etapa desde el 2004 al 2009 fue una etapa
misionera donde siempre fueron mayoría los indígenas,(Guaraníes, Ayoreos,
Quechuas, Aimaras, …) con participación de muchos Uruguayos, Argentinos,
Italianos, Indios, Peruanos, Españoles, Colombianos, Brasileños, Cubanos… por
un mes, o un máximo de un año. Con el sentido de reafirmar o encontrar lo
vocacional, en una experiencia comunitaria de misión, oración, intercultural,
con distintas vocaciones. Nos extendimos a Paraguay, Argentina, y Uruguay. Siempre
coordinando con el obispo y el párroco del lugar estuvimos al servicio
misionero a las comunidades más alejadas. Los franciscanos, las hermanas del Verbo
Encarnado, las hermanas franciscanas y las brasileras, junto con los diocesanos
fueron los que nos recibieron y apoyaron.
La tercera etapa fue desde el 2010 hasta el prese 2020,
lograron disolver el equipo misionero itinerante… pero desplegó sus ala el colibrí.
Continuaron los intercambios misioneros entre Bolivia y Uruguay. Nacieron los campamentos
de Encuentro Teológico en Lago Merín, las rondas de mujeres, los encuentros de
invierno, y los encuentros inéditos convocados por algún colibrí…
Y se extendió
el vuelo a Ecuador y Chile. Habiendo hoy en día diferentes nidos en la patria
grande. No es un movimiento con espiritualidad y vida propia. Hasta ahora nos
llamamos colibríes aquellos que con sus distintas espiritualidades, Salesiana,
Franciscana, Focolares, Diocesanas… con su mayor o menor vinculo parroquial
estamos tejidos por encuentros que nos identifican como tal.
Y sabemos que algo as va a pasar…