A Mbanza Kongo-Angola.
¿Qué sabes de ese pueblo?
Mbanza Congo es una ciudad ubicada al norte del país, cercano a la frontera con República Democrática del Congo y distante unos 500 km de la capital del país que es Luanda. Es una ciudad de casi 200.000 habitantes. Esta fue la capital del antiguo Reino del Congo (antes de ser colonizado por los portugueses).
Angola logra su independencia de Portugal a mitad de los 70 y luego de 13 años de lucha independentista, entonces se inicia una guerra civil que dura hasta 2002. Estuvo casi 40 años continuos en guerra, como para imaginar las consecuencias desbastadoras que sufrió el país.
Es un pueblo marcado por la colonización y la esclavitud pero también por la lucha, la resistencia y la alegría.
Un pueblo con un estado muy joven, con una marcada desigualdad y pobreza de mayoritarios sectores de su población. La dificultad de acceso a salud, educación, agua potable forma parte del sufrimiento de su gente.
Un pueblo mayoritariamente católico mezclado con creencias originarias. La lengua oficial es la portuguesa pero mantiene muchas de sus lenguas originarias entre ellas el kikongo
¿Qué edad tienes y dónde eres nacida?
Tengo 38 años. Nacida y criada en el departamento de Canelones, entre Pando, Sauce y Totoral del Sauce, este último es el lugar donde viví gran parte de mi niñez y mi adolescencia, y donde actualmente vive mi familia.
¿Qué soñabas cuando niña?
Mis sueños de niña… creo tuve varios, soñaba con ser maestra, ser paquita de xuxa, con ser madre, con ser adulta…. De adolescente se convirtió en un sueño ir a la universidad, y un poquito después estudiar Trabajo Social. Por entonces el sueño era ser una adulta independiente y trabajar en algo que ayudará a otros a tener una vida mejor.
¿Cómo surgió la vocación religiosa?
La vocación la uno a lo anterior porque la veo como un camino, en que no todo se ve claro pero que tiene un sentido. Es un misterio también, porque nunca se puede explicar del todo, algo que Dios va tejiendo con nosotros en nuestra historia, y en eso hay hilos invisibles que una solo logra reconocerlos pasado el tiempo.
La verdad no fue algo soñado en etapas tempranas ni que haya pasado por mi cabeza ser «monja», hasta el momento que me dí de frente con cierta pregunta o inquietud… Diría que surgió en el momento que estaba cursando la carrera (a los 20 y algo) y de ahí en más se fue fortaleciendo la pregunta: para qué estoy en el mundo?? Era esa sensación honda de sentirme llamada a algo más y que me costó mucho ir descubriendo y respondiendo. Por entonces la idea de una familia e hijos si bien sonaba linda y posible no calmaba esa inquietud, tampoco la carrera soñada, ni posteriormente el trabajo… hubo algún intento de corta duración de ir a psicóloga y tampoco.
Y en ese andar buscando no sé muy bien qué, llegue a conocer una institución religiosa llamada Dalmanutá y en ella a hombres y mujeres consagrados a Dios, que despertó mi curiosidad, admiración…. Recibí con mucha sorpresa y gusto que vestían de manera «normal» (sin hábito) y trasparentaban una alegría distinta…. Creo fue un primer momento de romper con cierta idea sobre las «monjas» y comenzar a descubrir esa forma de vida que es la vida religiosa, y sentir atracción por ella…
Desde entonces re-inicie mi camino de fe y de re-descubrir a Jesús, de encontrarme con un Jesús más humano, más cercano, con el cual dan ganas de estar y que tiene mucho para decir a mi vida… Desde entonces fui dando pasos en la fe, de encontrarme con la Palabra, de asistir a la parroquia, hacer acompañamiento espiritual, dar una mano con la catequesis, hice retiros, pero esa sensación de algo más seguía llamando. Y bromeando con una amiga sobre el «y capaz me hago monja» algo muy adentro me conmovió y lo que comenzó como broma terminó en lágrimas. Entonces la pregunta fue: estaré llamada a la vida religiosa? Y la respuesta fue: es una locura, un disparate, mira si yo, mucha resistencia a aceptar la pregunta.
En el medio algún intento de noviazgo hubo que no resultó, momentos de mucha confusión.
Así que llego un momento de sentir que había que hacer una opción radical y entonces vino la idea de ir a otro lugar del mundo necesitado como misionera o voluntaria (por entonces no distinguía mucho una de la otra). Y ahí viene el comenzar a conocer congregaciones para plantear este deseo, primero fui a las hermanas de Calcuta pero algo como que no cerraba. Así que seguimos conociendo otras, mi director espiritual me dio el nombre de unas Misioneras que tenían casa por la calle Millán, las Franciscanas del Verbo Encarnado, qué nombre tan particular pensé, con tanta palabra rara pero que sonaban fuertes. Igual las llamé, cuando atendieron me pasaron con la hna Fátima y ella a la Casilla con Mariana, concretamos un encuentro y luego de escuchar mi inquietud y mi confusión plantearon de iniciar un camino de conocimiento mutuo pensando en ir como misionera luego de unos meses a Brasil….
Quien me acompañaría era Macarena desde la Cruz de Carrasco (la idea de tener que conocer una nueva hermana casi me daba motivos para no ir, pero fui). Y desde entonces fue un encuentro con Dios y con mi vocación. La casa de la Cruz de Carrasco tiene algo especial, es presencia sencilla en medio de un barrio humilde y yo sentía que allí Dios estaba muy presente.
De a poquito la encarnación, ser franciscana, la fraternidad, la sencillez de vida, la opción por lo pobres fueron tomando mucho sentido y encontrando resonancias profundas en mi.
Y esta forma de vida expresada en este carisma sentí era a lo que Dios me estaba llamando, ser Hermana Misionera del Verbo Encarnado…..
¿Por qué lugares has andado?
Mis primeras etapas las viví en la comunidad de la Cruz de Carrasco- Montevideo, desde 2013 a 2016, con algunos períodos cortos en el medio que compartí con otras comunidades, desde Fraile, La Teja, Porto Alegre y Bolivia.
Realmente he experimentado que cada lugar con su particularidad es lugar de manifestación de Dios, desde la ciudad, el asentamiento, el pueblo rural… Dios se hace carne en rostros, personas, historias.
Cuando fui enviada a Fraile una hermana me dijo «te vas a enamorar de Dios en Fraile y Dios te va amar en Fraile», me quedaron grabadas estas palabras, y pasado estos tres años puedo decir que tenía razón.
El carisma franciscano y de la encarnación (realmente creo es un regalo del Espíritu recibido a través de madre Giovanna) con toda su fuerza y su misterio. Dios que se hace carne y vive en nosotros y en los hermanos, este es un camino de búsqueda y reconocimiento de cada día. Dios que se hace frágil, anciano, joven, pobre, … y en cada lugar asume un rostro, una historia desde la cual nos llama a buscarle y responderle.
La opción y el amor por los más pobres, estar con ellos, aprender de ellos, dejar que Dios nos hable a través de ellos. Y en cada lugar esto se expresa de manera distinta, de ahí la diversidad en las obras e iniciativas que llevamos adelante en cada lugar.
Nuestra diversidad como familia religiosa, si bien en algún momento fue algo que me costó entender creo es un valor ver que somos tan diversas en eso también veo un signo de la encarnación.
Confieso que vestir como el común de la gente fue algo que me atrajo y con lo cual sintonice mucho en un comienzo, no por novelería, sino realmente como una opción de ser vida religiosa mezclada con el pueblo y de que el mayor signo que expresa nuestra opción de vida es la misma vida, no las vestiduras.
El ser una congregación pequeña es algo que me gusta, ya que favorece conocernos todas, al menos a nivel de la provincia de América cuando se nombra una hermana una sabe claramente quien es esa hermana. Y hace que seamos presencia sencilla en cada lugar.
¿Qué es lo que más te ha costado dejar?
Mis «proyectos»… cosas que valoraba y me había esforzado en conseguir. Ir asumiendo la opción de vida naturalmente va haciendo que las prioridades de una vayan cambiando: la profesión, el trabajo, el logro personal ya no son el centro…
Pasar del mí al nosotras y aprender a caminar en comunidad es algo que me costo, si bien la vida comunitaria es algo que me encanta no ha sido fácil el proceso. Quizás por haber entrado un poquito más grande una necesita cambiar el chip, igual esto no es algo automático y de una vez sino que es un camino
¿Un hobby?
Mirar una buena película, una charla con mate, leer algún libro
La indiferencia, la discriminación, el no creer en el otro/a.
¿Unas palabras de Jesús?
Maestro dónde vives? «Ven y verás»
«… cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo»
«He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia»
¿Una referencia humana?
Como figura pública se me viene Mujica, como referencia de vivir con coherencia en relación a sus ideales.
Una referente de lucha, de amor, de superación mi madre María del Carmen.
Pienso en tanta gente humilde que he conocido y que han sido referencia de generosidad, que lo poco que tiene lo comparte enteramente.
También mis hermanas son referencia para mí de amor a los más pequeños y de fidelidad...
¿Cómo te fue en la parroquia de Fraile Muerto?
Muy bien, crecí con esta comunidad. Me tocó compartir momentos un poco de desánimo a la llegada, momentos de dolor, de ser herida como iglesia local y también vivir momentos de resurrección, de renovación.
Creo en la comunidad una siempre encuentra hermanos y hermanas que ofician de testimonio, de fuerza, de ánimo, a través de gestos, abrazos, miradas. Y eso nos alimenta.
¿Qué momentos en especial te marcaron?
Creo me marcan actitudes de fe de la gente, lo decimos entre las hermanas y también con la gente de la comunidad: aquí hay tierra fértil, es un pueblo con memoria de fe, de vivencias, de personas, de misiones. Y eso se ve, se siente…
Pero si pienso en momentos me vienen las misiones compartidas con los jóvenes en Ramón Trigo, Rincón de Py, las hoguera de San Juan de Toledo,
el pesebre viviente de Séptima, la peregrinación a la Gruta de Cerro de las Cuentas y la fiesta entorno a ella… me marcan porque son expresiones propias de vivir y celebrar la fe y eso es algo muy lindo.
El Encuentro diocesano de Catequistas, la Jornada diocesana de Jóvenes, el retiro comunitario, creo fueron momentos fuertes, oportunidad de caminar juntos y fortalecernos como comunidad.
¿Qué le dices a una persona que le gustaría ser misionera?
Que siga sus intuiciones, «ven y verás» como dijo Jesús…. Que emprenderá un camino hermoso y desafiante de encuentro y donación, y en el encontrarnos y darnos la vida crece.
¿Qué le deseas?
Apertura de corazón y escucha… para dejarse sorprender, dejarse amar, para aprender.
Y paciencia porque los tiempos de la gente y de Dios no son los nuestros
¿Cómo te sentiste cuando te propusieron ir a África?
Si bien había sido algo conversado cuando llegó la propuesta concreta con fecha y tiempo, por un momento quede paralizada (como que no caía) y luego fue una mezcla de sentires. Entre nervios, temor, entusiasmo, responsabilidad… y gratitud.
Creo y confío que la experiencia de compartir un año en la misión de Angola será una riqueza y lo siento también como un regalo de Dios en el tiempo oportuno.
Representa para mí un desafío misionero y humano grande, nuevo, lindo, que implica traspasar la frontera geográfica pero también de lo conocido y seguro para entrar en una diversa cultura, lugar, gente; que invita a descubrir a Dios allí presente de forma también nueva y diversa.
¿Qué crees que te espera más allá del océano?
Dios… hecho África, hecho niños del centro Zulianello, hecho sufrimiento y también alegría. Creo me esperan experiencias que me sorprenderán y enseñarán….
Ante esta misión resuena mucho en mi las palabras «descálzate que la tierra en la que entras es tierra sagrada».
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