viernes, 16 de septiembre de 2022

EJERCICIOS ESPIRITUALES 2022 - FLORIDA

 

Presbiterios Diócesis de Tacuarembó y Melo

La mirada de Jesús de la Vuelta Ciclista

Era semana santa y Jesús estaba en casa. Cada mañana me hacía un ratito para escuchar la vuelta ciclista y justo ese día pasaba por mi pueblo. No sabía cómo decirle a Jesús que tenia deseos de ver el pasaje de los ciclistas. Pero con solo mirarlo a los ojos, él supo lo que yo pensaba y me dijo. – Amigo, apronta el mate y vamos a la ruta a contemplar el pasaje de la caravana. Mi corazón quería estallar de alegría.

Llegamos temprano a la ruta. Se escuchaba el relato de la carrera en una radio de alguien que estaba a nuestro lado. Entonces me puse de maestro de Jesús, como tantas veces lo hacemos con Dios y le decimos lo que queremos que él haga. Le fui explicando quienes eran los que venían escapado, como estaban en la general, que podría pasar en los kilómetros siguiente y etapas que faltaban. Jesús me escuchaba muy atentamente y hacia silencio.

Y comenzaron a aparecer los ómnibus de SERVICIO de cada equipo. Son aquellos que llegan antes al final de etapa, y llevan a los cocineros, masajistas… ellos van en la carrera, pero no son vistos. Son los primeros en levantarse y los últimos en acostarse. Jesus aplaudía, y ellos les respondían con un bocinazo, incluso hubo uno muy agradecido por el reconocimiento de Jesús, nos regaló el gorrito de su equipo.

Y viene la caminera abriendo la marcha, una camioneta, las motos, que están cumpliendo su TRABAJO. Jesús aplaudió y ellos agradecieron con un cambio de luces. No sé si están porque les gusta, pero sí sé que están haciendo un buen trabajo.      

Y viene el grupo de escapados. Es muy duro enfrentar el viento de frente, los kilómetros se hacen largos, en un pequeño grupo de punta. Esta la posibilidad de lograr un triunfo, pero también que la escapada sea absorbida y quemaste todas las energías. Es un riesgo jugársela por algo. Jesús los aplaudió

A los minutos viene uno “colgado” entre los escapados y el pelotón. No sé si era porque se iba quedando de los de adelante, o porque salto solito buscando ser parte del grupo que abre la marcha. Iba dando todo lo que tenía. Jesus lo aplaudió y alentó a seguir.

Y llego el gran pelotón. Realmente bonito el colorido de las distintas camisetas. Las escaleras armadas trabajando en equipo. Volaban, siempre un grupo organizado, corta mejor el viento de frente, supera con mayor agilidad las subidas. Iban los que hacían el esfuerzo, y los que a rueda se dejaban llevar. Jesús emocionado aplaudió.

Entre la caravana de acompañantes venían algunos que habían perdido rueda del pelotón. Se los veía sufriendo. Todos los que iban en carrera sufrían, pero una cosa es el rostro de sufrimiento cuando vas bien ubicado, y otro cuando has perdido el pelotón. Jesús aplaudió con todas sus fuerzas.

Esperamos un buen rato, mate va, mate viene, y llego un grupo que podríamos llamar, “el de los rezagados”. Los que ya están andando solamente por llegar. Y ahí iban algunos con menos preparación, otros que erraron el camino… Pero también iban algunos de los buenos, que se quedaron por desperfecto en la máquina, por alguna caída, o porque hicieron un gran esfuerzo en bien del equipo y no les quedaba nada. Y Jesús los aplaudió.

A la distancia vi que venía el coche escoba. El que cierra la caravana, el que va recogiendo a los que abandonan. Invite a Jesús para volvernos, ya habían pasado todos. Y Jesús se quedó a aplaudir a esos… que no se los veía… que iban dentro del coche, que habían dejado de pedalear por distintas razones: falta de fuerza, caídas, problemas con el equipo…

Recuerdo que Jesús era el único que había quedado para aplaudir, para alentar a los que abandonaron. Y no podre nunca olvidar la alegría del grupo que prestaba este servicio, acompañando a los que abandonaron. Quizás era el primer y único reconocimiento que tenían simplemente por ser parte de la carrera, aunque más allá de los últimos.

Fue tanta la alegría del chofer en ese SERVICIO, ante los aplausos de Jesús, que aminoro la marcha, le hizo ver a Jesús aplaudiéndolos a los que iban con él, “los que habían abandonado” y estos empezar a mostrar su rostro por las ventanas. Felices de recibir ese aplauso de Jesús que quizás valía más que las medallas, trofeos o dinero, ganado en otros tiempos. Ellos sabían que ese reconocimiento era pura gratuidad a su persona, no a logro alguno.

Jesús me miro a los ojos y me invito a sumarnos a la caravana. Y nos fuimos hasta la llegada, ahí, junto al coche escoba, con los que iban atrás de los últimos. Y algún aplauso también nos tocó a nosotros en el resto del camino. Al llegar ya se había ido el gran público, la prensa, los ganadores… ahí estábamos nosotros con Jesús.

Es inexplicable como uno a uno fueron bajando del coche escoba, unos lastimados, otros cansados, y agradecían a Jesús su aplauso y su compañía hasta la meta. Solo los que estuvimos en el final, podemos contar esa experiencia del Reino de Dios…

Aquella mañana, yo que pensaba ser el maestro de Jesús, aprendí como era él, como era Dios… Como nos ama, estemos hoy donde estemos en la carrera de la vida. Ahora, si quiero viajar con Jesús, queda claro que no va con los de adelante… con los que ya tienen el aplauso de la muchedumbre…

Es la Buena Noticia, escandalosa, del que nació en Belén, vivió en Nazaret, el Crucificado, que nos espera en Galilea. Es Buena Noticia porque ninguno está libre de una caída… de una pinchadura o rotura… de quedar sin fuerza… de quedar fuera de carrera más atrás que los últimos…

Felices aquellos que eligen estar con los de atrás, poniendo al servicio sus dones y vienes, solo así entendemos al Padre Cacho… Y tantas y tantos santos y santas… mártires… que eligieron estar con Jesús en los que él está hasta el final de esta carrera. Un detalle, ahí de pie hasta el final, junto a los últimos estaba doña Maria, la madre de Jesús, y un tal Juancito. Ella nos atendió como madre de todos.

Rezando con la virgen de los 33,
por cada uno que llevamos en el corazón.  


 


2 comentarios:

  1. Sin duda hermosos dias de ejercicios espirituales tuvieron nuestros sacerdotes, que la fueza del Espiritu Santo llene sus vidas

    ResponderEliminar
  2. Hermoso relato de está fantástica carrera ,,,,k también es la carrera de nuestra vida , con Jesús k nos acompaña nos da fuerza en los momentos difíciles y rie con nosotros en los momentos de alegría ,, cuando estamos tristes y desorientados

    ResponderEliminar