“Tu que puedes vuélvete
me dijo el río llorando.
Los cerros que tanto quieres, me dijo,
allá te están esperando”
Atahualpa Yupanqui
Otra vez, las venas me han traído al corazón de Sudamérica.
El corazón tiene su tiempo. Diferente. Para los que vivimos en la periferia arterial, nos parece muy lento.
Pero cuando el fluir venoso nos acerca nuevamente a él, de a poco, comenzamos a caminar al unísono.
Pertenezco a un miembro que está íntimamente integrado a éste corazón, pero que se ha ido desvinculando con el paso del tiempo…
Como montevideanos, estamos de frente al río, grande como mar, esperando lo que nos llega al puerto… y así le damos la espalda a nuestra tierra adentro.
Este corazón, en donde habita el pueblo guaraní, nos recuerda que el origen de nuestro “río de los pájaros pintados” proviene de allí, de ellos...
De a poco, nos comenzamos a dar vuelta…
Entonces vemos que, nuestra vocación de caminantes por el subir y el bajar del sistema circulatorio de nuestro continente, necesita volver al “lento” pero firme ritmo cardíaco.
Así comprendemos que, necesitamos del Otro para construir un Nosotros y juntos caminar hacia la “Tierra sin mal”.
Fabrizio Martínez
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