martes, 23 de diciembre de 2014

En esta navidad de la vida real...

 Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria.
Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal.  José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David;  allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.

En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor.  Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»

En esta navidad el “comercio” hace mucho ruido, hace gastar y oculta el cumpleaños de Jesús. Pero aunque en las salas principales continúe no habiendo  lugar para Él, Jesús sigue naciendo entre nosotros. Siguen existiendo Marías  que en situaciones muy difíciles le dicen si a la vida. Acompañadas de personas que al igual que José, cuidan y ayudan a crecer la vida nueva. También hoy en día hay pastores que superan sus miedos, dejan sus cosas para ir y acompañar el nacimiento de muchos Jesús frágiles o excluidos de hoy. Hay personas que aportan sus saberes y bienes materiales como los reyes magos. Sin olvidar a los Herodes y sus servidores, personas de mucho poder que para mantener su poder sobre el pueblo, siembran miedo y ordenan a sus soldados  matar al pobre, al débil, al excluido… 

No puede haber navidad sin Jesús. Y el sigue estando ahí: en los pesebres de hoy, en los niños que no nacen en las salas principales, en los hambrientos, encarcelados, refugiaos, emigrantes… en los considerados “malos – pecadores”  del hoy, que son crucificados… Hay otros indiferentes al nacimiento de Jesús que ni se enteran porque están preocupados y ocupados en lo suyo y en los suyos. Pero también hay personas que son como ángeles, que con sus acciones y palabras nos indican donde está“el verdadero Dios Hoy”

En esta navidad de la vida real, 
cada uno de nosotros 
se asemeja a una de las personas del primer pesebre. 
¿Con cuál nos identificamos hoy? 
¿Con María, José, con un pastorcito,
 un mago, con Herodes o sus empleados? 
¿Con un ángel, con Jesús, o con los indiferentes?
La Navidad también es la posibilidad de emprender una vida nueva. 
Toda la fuerza del recién nacido, su espíritu, 
está dispuesto a acompañarnos a ubicarnos 
“en defensa de la vida, 
aportando al cuidado de los más débiles y crucificados. 

Ese espíritu nos libera del miedo a los poderosos 
e incluso nos fortalece para denunciarlos 
y enfrentarlos con la verdad, a su debido tiempo.
Nacho

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