CON LAS VISITAS, salvadoreñas: la Sra. Idalia Menjívar (Embajadora) acompañada de Ivette y Jaime, Manuel, nos acompañaron a preparar y celebrar la Fiesta del Beato Oscar Romero y Mártires Latinoamericanos.
DE LA HOMILÍA DE NUESTRO OBISPO, parte final: Desde luego, así fue. El 16 de marzo de 1980, el penúltimo domingo en que celebró Misa en la catedral, Mons. Romero hizo su homilía sobre lo que él llamó “la parábola de la reconciliación cristiana”:
Cuánto falta para despertar en los hombres de hoy, sobre todo en aquellos que torturan y matan y que prefieren sus capitales al hombre, de tener en cuenta que de nada sirven todos los millones de la tierra, nada valen por encima del hombre. El hombre es Cristo y en el hombre visto con fe y tratado con fe, miramos a Cristo al Señor.” Nada vale por encima del hombre. Y para Mons. Romero, vale el empresario y vale el obrero. Vale el campesino sin tierra y explotado y valen las pocas familias dueñas de los grandes cafetales y algodonales.
Vale el hombre torturado, el hombre asesinado y tirado a una zanja, y vale también el “hermano criminal” que asesina. Uno se pregunta cómo es posible. Parece ingenuo, pero no lo es. Nadie puede ser ingenuo cuando una semana sí y otra también está rezando por las víctimas de la violencia. Él mira al hombre desde Cristo, y desde Cristo crucificado, que ha entregado su vida por todos. Él mira al hombre desde la convicción de que la conversión de cada persona y de la sociedad son posibles. No niega la necesidad de la justicia humana, pero nos recuerda que Dios “no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”.
En el Uruguay de hoy, que ni de lejos vive el irrespirable clima de El Salvador de aquellos años, necesitamos creer en el hombre. Creer que las personas pueden cambiar. Creer que aún aquellos que han hecho sufrir a otros, pueden despertar, darse cuenta, arrepentirse y encontrar en Jesús un camino de sanación. Creer que aquellos que no ven en otro hombre a su hermano, aún pueden abrir los ojos.
En este Año de la Misericordia le pedimos al
Señor que el testimonio de Mons. Romero, testimonio sellado con su propia
sangre, empiece por mover nuestros propios corazones para que “que el amor
venza al odio, la venganza deje paso a la indulgencia, y la discordia se convierta
en amor mutuo” . Así sea. (Blog: Dar y
Comunicar)
EL JUEVES SANTO: lo celebramos almorzando una
olla de porotos, con torta para festejar los cumpleaños de Marzo. De sobre mesa
tuvimos animación musical y baile,
animados por los Amigos del Grupo Arcoíris, con guitarra, acordeón, órgano y
canto.
Continuando con un documental “Voz de los sin voz” sobre el camino hacia
el martirio de Romero. Después partimos en caravana hacia el barrio Cirilo
Olivera, una de nuestras Galileas de Río Branco. Con el cariño de Miller, que
aportó un auto antiguo de Museo de los Medios de Transporte, para trasladar a la
embajadora.
CAPILLA SAN ROMERO Y MÁRTIRES LATINOAMERICANOS:
ahí celebramos la eucaristía de recuerdo, acción de gracias y profecía de
Romero de América. Capilla que es una de las primeras en el mundo que lleva su
nombre. Nominada el mismo día de su Beatificación en el Salvador, el 23 de mayo
2015, por el Papa Francisco. Otro milagro la presencia de las distintas
comunidades que colmaron la capillita. Incluyendo a Susana Rivero (Cónsul
uruguaya en Yaguarón –Brasil).
LA CELEBRACIÓN: fue festiva, participativa y
conmovedora. Las palabras de Oscar Romero:
“No me considero ni juez ni enemigo.
Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo,
que sabe de sus
sufrimientos, de sus hambres, de sus angustias;
y en nombre de esas voces yo
levanto mi voz para decir:
No idolatren las riquezas,
no las salven de tal manera que dejen morir
de hambre a los demás.
Hay que compartir para ser felices”.
La lectura del evangelio nos presentaba el
Sacerdocio de Jesús:
“el Servicio Humilde hecho con Amor”.
Recordando la última cena donde lavó los pies a sus
discípulos
y nos invita a hacer lo mismo unos con los otros.
AGRADECIMIENTO Y REGALOS: sin duda que los
mejores regalos son cada presencia. “Qué
lindo que los amigos de los amigos se hagan amigos entre sí”. Cariño expresado a través de las palabras,
miradas, trabajo y abrazos. Con momentos de silencios, para escuchar “lo
esencial que es invisible a los ojos”, también hacer presente a los que están a distancia física…
Con la sorpresa de una torta hecha por Ana, otra de Justimiana, que acompañarían las quesadillas
salvadoreñas. Y el regalo de un cuadro con el rostro de Romero traído de su
tierra centro americana regalado para la comunidad, aporte de la embajada. A
las visitas les pedimos dejaran las huellas de sus manos en la pared del frente
de la capilla.
LA DESPEDIDA fue con el canto que reza el deseo
de: “buen viaje y que les vaya bien y nos volvamos a encontrar”. El camino a
través del tiempo, marca mojones que son inolvidables en nuestra vida
comunitaria: EL DE HOY ES UNO DE ELLOS. Dejándonos el camino de seguimiento de
Jesús: “que la vida, la sangre entregada por Amor, es semilla de Liberación y
Vida Nueva”, así como lo hizo San Romero de América.
Nacho
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