sábado, 22 de octubre de 2016

Sobre el pueblo o con el pueblo

Dijo Jesús esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás:
“Dos hombres subieron al templo a orar; uno era Fariseo y el otro recaudador de impuestos.
El Fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.
Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, ten piedad de mí, pecador.’
Les digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido.”
Lucas 18:9-14
Es bueno preguntarnos sinceramente:
-En mi familia, en los grupos a los que pertenezco, en mi pueblo, en la comunidad cristiana de la que soy parte:  
 ¿Quién me creo? 
¿El mejor?  
¿El imprescindible?
Mis palabras me pueden presentar como humilde, la pregunta es ¿Qué dice mi vida?
El humilde escucha a los demás, no se siente ni señor ni maestro, ni padre. Sabe recoger de cada uno sus saberes y valora los dones de los otros. Reconociendo también sus propias faltas y carencias

El lugar que prefiero elegir: en una mesa, en una asamblea, en una comunidad, en un dialogo, dice quien realmente me creo ante los demás.
Por supuesto que los fariseos tenían justificativos religiosos y sociales para ubicarse sobre los otros.
Nuestro espejo humano, religioso es Jesús, quien siendo de condición divina se ubico junto al pueblo. No quiso ser llamado maestro, ni señor, ni padre. Si tomo una actitud de hermano, amigo, servidor, escandalosamente cercano a los pobres y pecadores, por lo tanto siendo considerado uno de ellos.
En tiempos de Jesús, supuesta mente los Fariseos salieron vencedores, hoy puede ocurrir lo mismo.     Pero hay un Dios justo al final de los tiempos. Y ya en esta vida “la verdad” a su momento florece.
Nacho

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