martes, 31 de octubre de 2017

MUERTE O VIDA: El Caballero de Milaño y el Mendigo de la Luz

 EL CABALLERO DE MILAÑO 
EL MENDIGO DE LA LUZ
Había una vez un caballero que se hacía llamar Milaño, porque quería y creía, que con su poder podría vivir mil años.

Vivía en un castillo muy bien protegido por altas murallas, un cruel ejército, y un lago que rodeaba al castillo habitado por feroces cocodrilos.
Todo le iba bien al caballero Milaño y estaba satisfecho de la vida; sólo le sabía mal que fuese tan corta. Siempre decía que le gustaría vivir mil años.

Una noche de invierno, fría y lluviosa, un pobre mendigo pidió albergue en el castillo. Todo mendigo era recibido y se sumaba a la mano de obra esclava.
Pero este mendigo tenía algo en especial, se lo informaron Milaño y este lo hizo pasar al lujoso comedor, cuidado por fuertes soldados muy bien armados. Ofreciéndole algo de comer, que fue aceptado y digerido lentamente. Ambos estaban sentados junto al fuego de una hermosa estufa a leña. El caballero en su trono y el mendigo en el suelo a sus pies como era la costumbre del reino.

El mendigo era un hombre que había recorrido medio mundo y tenía mucha sabiduría. Al caballero le gustaba la conversación. Hablaron de todo y de todos, y el caballero acabó por decirle su preocupación profunda: “que encontraba la vida demasiado corta y que le gustaría vivir mil años”.
Entonces, el mendigo, tomo un leño, apuntándolo hacia el fuego diciendo: 
- Vuestra vida durará tanto como ese leño.

El caballero se impresionó con las palabras del mendigo y  dio la orden  a sus soldados de retirar el leño de las manos del mendigo. Indicando que al leño lo pusieran cuidadosamente en un lugar seco, envuelto en terciopelo, guardado en un baúl de oro, custodiado por la mejor guardia militar.

Milaño, creyendo que ya le había sacado toda la sabiduría al mendigo, y lo mando llevar con los demás esclavos al servicio de su reino.
A los pocos días murió el mendigo, dejando un recuerdo lindo en aquel castillo entre los esclavos. Era un hombre, alegre, amable, comprensivo y servicial. Lo poco que tenia y lo mucho que sabía lo compartía con humildad, sin esperar nada a cambio…

Pasaron los años y el caballero continuaba su vida regalada. Confiado que llegaría a los mil años, si conservaba bien guardado el leño. Pedía para sí la mejor comida, las mejores ropas, los mejores lugares, tenía muchos esclavos a su servicio. Sin dejar lo que él llamaba vida, de placeres y fiestas.
El caballero Milaño, fue haciéndose viejo y las fuerzas le abandonaron hasta el punto de no poderse moverse. Todos los suyos se fueron muriendo. Los esclavos se levantaron en una justa revolución y se acabo el tiempo del reinado. Los muros del castillo fueron abiertos, construyéndose puentes sobre el río uniéndolo a otros pueblos.

El pobre caballero, desengañado ya de la vida y sin poder entenderse con nadie, ni valerse por sí mismo, deseaba morir.

Entonces una noche, soñó con la visita aquel mendigo, recordaba su rostro feliz, aunque solo poseía lo que necesitaba, una túnica, unas sandalias, un poncho de abrigo y una gorra de lana. Recordaba incluso que le habían contado que este hombre pobre, no había dudado de compartir su poncho con una mujer viuda, que pasaba frio con sus tres hijos. Recordó uno a uno los cuentos sobre este hombre que al final murió comido por los cocodrilos que cuidaban su castillo, intentando salvar a otro anciano que los soldados habían lanzado al agua, como modo de diversión…

En el sueño, de fondo de los recuerdos del mendigo, veía un fuego alimentado por leños, que daban luz y calor. El mendigo gozaba de muy buena salud, con una sonrisa de oreja a oreja. Hasta que en el mismo sueño se vio a sí mismo, con mil años, en una cama de oro, envuelto en sabanas de terciopelo, pero solo, muy solo.
Entonces despertó y recordó el leño que había guardado. Llamo a su sirviente fiel, el único que le quedaba, y le dio 4 órdenes con la voz entre cortada de emoción:

1 - Que tomara el leño que el había mandado guardar y lo llevara  para alimentar el fuego de la estufa, de alguna familia pobre de la ciudad.

2- Que le hiciera llegar su pedido de perdón a cada uno de los que había tratado mal y que escribieran una carta en su nombre, donde perdonaba de corazón a todo el que le hubiese hecho algún mal.

3- Le revelo al sirviente, donde tenía escondido sus tesoros, ordeno desenterrarlos y repartirlos lo más justo posible entre los necesitados de la región, entre buenos y malos.

4- Le dijo directamente a su servidor: que ya no sería más su amo, pidiéndole lo considerado su hermano, y deseándole que nunca más se arrodillara ante nadie, ni dejara que nadie se arrodille ante él. Regalándole su anillo de rey, pidiéndole que lo derritiera y con su oro comprara lo necesario para él y su familia. 

Colorín colorado, culmina el relato diciendo que justamente cuando el leño guardado por mucho tiempo, cuando se quemo totalmente en el hogar de aquella familia pobre, en ese mismo momento murió el caballero Milaño…

Aunque algunos dice que VIVE en el recuerdo de mucha gente que almira, los cuatro últimos gestos de solidaridad, de liberación,  compartiendo con los más pobres sus tesoros que estuvieron escondidos por años, recordando el pueblo su última mirada que trasmitía paz. El caballero se despidió desnudo, ya nada poseía, y ya nada lo poseía…
Otros dicen que días después de la muerte de un ser querido, en sueño, han visto el rostro del mendigo y del caballero, llenos de luz, recibiendo a todo el que llega después de morir, en un bello castillo, sin muros, sin soldados, sin sirvientes, sin cocodrilos, siendo recibidos con un fraterno y tierno abrazo a cada uno que vamos llegando…


                                                                                                                               Nacho 
(Tomado de la propuesta pastoral para niños de la diócesis de Canelones)

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