Contaba Luis, que llegó, como responsable, a una casa de recuperación de personas con
adicciones. El ambiente estaba bastante desorganizado. Los muchachos internados
lo hacía todo a medias y sin amor. Los platos eran lavados sin cuidado. Se
barría dejando tierra en los rincones. Los armarios de ropa y de la despensa
estaban visiblemente desordenados. El mal que había poseído a los muchachos, se
había adueñado del ambiente… Por lo tanto las relaciones humanas venía en
decadencia.
Quien llegó como encargado busco en LA PALABRA, el modo de
autoridad de Jesús. Los primeros días observando el caos del lugar,
testimoniaba silenciosamente con su vida que hay una manera mejor de hacer las
cosas, que es con Amor. Su cama bien tendida, su armario ordenado, y el trabajo
que le correspondía cada día hecho con dedicación. Con una sonrisa sincera
agradecía los servicios de los demás. Era una luz en la oscuridad que pocos
veían, y nadie imitaba.
Hasta que un día la PALABRA lo inspiró a dar una noticia a
todo el grupo:
- “este fin de semana próximo nos vendrá a visitar una persona muy
importante, así que todos nos ponemos a arreglar lo mejor posible la casa”.
En el grupo la noticia cayó muy bien. Cada tanto llegaba
alguna visita que traían algún regalo, pero por sobre todo la visita
posibilitan vivir un día distinto. Y se comía como día de fiesta, sin trabajos
de quinta, leña, estudio, limpieza que era lo que más rechazaba el grupo.
Fueron tres días de limpieza, el clima era bueno, basado en
las distintas expectativas que cada uno tenía. Algunos pensaban que podría ser
una visita sorpresa de sus familiares. Otros comentaban que quizás los
visitarán las autoridades políticas de la región. Algunos apostaban a que sería
visitados por los fundadores de estos lugares de recuperación. Y no faltaban
los que soñaban con la visita de alguno de sus ídolos del deporte, de la
música, que cada tanto aparecía de manera benéfica.
El sábado a la tarde todo estaba pronto para la cena de
bienvenida, y la carne adobada para el asado del domingo. El pasto lucia bien
cortado. Los carteles y paredes habían recibido colores nuevos. El comedor
estaba limpio como nunca y con adornos que lo presentaban de fiesta. Pero lo más
sorprendente era el orden en los cuartos de los muchachos, los azulejos brillaban
en los baños, y resaltaba la “pinta” en que
cada uno se había puesto. El mate era con yerba nueva, la música amplificada
era suave y alegre. Las miradas de todos, eran hacia el camino de entrada, con gran
expectativa esperando la importante visita anunciada.
Cuando los encargados de la cocina anunciaron que la cena estaba
pronta para ser servida, el nuevo encargado invito a todos a esperar a las
visitas sentados en la mesa del comedor. Los muchachos dejaron tres lugares
vacíos, en la cabecera de la mesa. Y
Luis habló:
- “La persona muy
importante ya está entre nosotros. Es cada uno de nuestros compañeros. Cuando
descubrimos y vivimos el amor al prójimo, ahí disfrutamos de la verdadera
felicidad. La que nadie nos puede quitar. La que no se compra. La que Dios da la
posibilidad de que la vivamos todos, en cualquier lugar”.
“A partir de ahora cada
día será una fiesta diferente, (continuó con voz pausada) en cada cena y almuerzo, uno a uno iremos sentándonos en la cabecera de la mesa. Para hacer nuestro el mensaje central de
la PALABRA: Cada uno de nosotros es muy
importante para Dios. También esas sillas, serán ofrecidas a toda visita
familiar, autoridades o por trabajo, que venga a compartir con nosotros. Y cada
compañero que ingrese al centro de recuperación, su primera comida será sentado
a la cabecera de nuestra mesa y será el primero en ser servido”.
Desde aquel día la autoestima del grupo se desarrolló en
bien de la convivencia. Más de uno realizaba las tareas correspondientes silbando.
Y unos a otros se daban una mano en aquello que les costaba más realizar. Pero
por sobre todo las presencias corporales, los modos de vestir y las relaciones
humanas mejoraron el cien por ciento en aquel lugar…
La verdadera felicidad
que nos da el encuentro con Jesús,
con su palabra viva,
no está en que llegue
alguien
importante a nuestra vida,
ni está la felicidad
en un lugar especial…
La felicidad
profunda,
brota desde dentro nuestro,
dando lo mejor que somos,
a quien la vida
pone a nuestro lado
HOY
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