Dice la palabra de Dios hoy, escrita por Mateo, que los fariseos, los separados sobre el
pueblo, los con el poder político y religioso, recordaban las palabras de Jesús
que había dicho: “que al tercer día de su
muerte, resucitaría”. Y por eso los religiosos, pidieron al poder imperial que
“aseguraran la muerte de Jesús, sellando
su tumba, y poniendo una guardia militar, para que no fueran los discípulos a
retirar el cuerpo, e inventar que su palabra se había cumplido resucitando”.
(Mateo 27, 62-67)
Muchas veces ocurre lo mismo entre nosotros. Ante una
situación de resurrección, ante el cambio para bien en la vida de alguien, si
no es con la ayuda de los que se sienten con el poder de Dios o con el poder
político, ese bien humano molesta.
Y los poderosos ordenan sellar la puerta, para que nadie
entre, ni salga de donde está. No están abiertos a lo nuevo. No quieren dar
posibilidad de que algo cambie en la estructura religiosa y social. Y tienen
sus soldados, para cuidar lo que ya está
muerto. Soldados que no son gente mala, pero son sumisos al poder.
Ojo, con ser fariseos y enterrar a alguien diciendo que no
puede resucitar. Ojo con ser soldados al servicio, de los que no están abiertos
a las opciones y buena noticia de los evangelios…
Dios actúa de diferente manera. Todo bien liberador, al hombre es bien de Dios. Y la mayoría de
esos bienes no serán realizados dentro de nuestras limitadas estructuras
sociales y religiosas. Incluso alguno de esos bienes puede ser que no esté
aprobado por nuestras normas de convivencia.
Me pregunto entonces:
-Hay alguna persona
que ¿la consideró perdida, muerta, sin arreglo?, ¿hay algo en mí, que me cuesta
creer que pueda volver a resucitar?… Que la luz de la Pascua, su esperanza en lo
que parecía imposible, me dé la gracia de la esperanza en la resurrección de
esta persona; dispuesto a darle una mano si me lo pide. Poniéndolo en manos de
quienes lo puedan ayudar.
Y personalmente que
sepa poner en las manos del resucitado la realidad que está herida o está
muerta y quiero que vuelva a nacer. Todo lo puede hacer nuevo, una relación con
alguien, o con los bienes materiales; un
error; mi responsabilidad ante los que cuido, o en el trabajo; él puede volver
a resucitar en mí una nueva experiencia de amor, de fe, de servicio, de
entrega. Debo creer que para él todo es posible y estar dispuesto a dejarme ayudar y pedir ayuda.
Nacho
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