POSIBILIDAD DE LIBERARNOS
Veníamos viviendo un tiempo con bastante movimiento. Y la
camioneta Toyota prestaba un buen servicio. Hasta que Cacho nos dijo, que las
cubiertas estaban bastante lisas. Con posibilidad de pinchar. Y tener algún accidente.
Detener la camioneta unos días significaba detener algunas
actividades. Cuando uno está en movimiento le parece que no es posible
detenerse por mucho tiempo. Pero se dio... enviamos la Toyota a cambiar las
cubiertas. Lo que también significaba algún día para nosotros sin movimiento.
A la tarde del primer día, nos pasa un mensaje el mecánico.
Que también hay que cambiarle los espárragos de la rueda. Ponerle una tuerca. Cambiar
los Bulones.
De mi parte me esperaba, que al entrar al taller, algo más a ser
arreglado encontraría él mecánica. Con un tono de voz agradecido le respondí el
mensaje al encargado del arreglo, "que sí que lo hiciera".
Y a la mañana siguiente encuentro otro mensaje de Juan, él mecánica,
en mi celular. Pensé que sería para darme el presupuesto de trabajo realizado y
la hora para que fuera a levantar la camioneta ya pronta. Y no fue así. El
mensaje decían "que era necesario ratificar la campana y reparar los frenos, que
estaban en muy mal estado".
La verdad que se me cruzaron los sentimientos. Primero la preocupación
porque el costo del arreglo y el tiempo de la camioneta en el taller, aumentaban
más allá de mis cálculos. Pero a su vez surgía
otro sentimiento de agradecimiento, pensando que quizás hubiese tenido un accidente, lastimandome y lastimando a otros, al no saber que los frenos estaban en mal estado. Entonces un poco ronco le respondí
el mensaje a Juan de "que si, que lo hiciera".
A la tardecita del otro día, me comunican que la Toyota está
pronta para ser recogida del taller. La
boleta indicaba los cambios de cubiertas, los arreglos que me habían informado
y además, la alineación y balanceo. El costo fue muy superior a lo pensado. Pero
Dios provee, de un lado o de otro siempre aparece la solidaridad para gastar en
algo que está al servicio de la comunidad.
Y llegó la cuarentena, donde nos tuvimos que detener. La
camioneta quedó arreglada, está en el garaje. Con los días de quietud hemos aprovechado
para agregarle algo más: darle una buena lavada, revisar aceite, cambiar limpiaparabrisas. Creo que ahora está muy bien para cuando sea el momento de volver al movimiento. Está pronta para
servir bien.
Concluimos diciendo que está siendo bien aprovechado este tiempo de
quietud, para cambiar las cubiertas que sabíamos que había que cambiar, pero lo
mejor fue descubrir que los frenos necesitaban ser arreglados…. Solo Dios sabe
de qué nos salvamos y para que nos esta preparando.
MORALEJA:
Personalmente a mi me vino bien la cuarentena, necesitaba
un tiempo de descanso. Lo difícil del detenerse es que aparecen algunos
demonios que están vivos dentro nuestro. Aparecen dificultades en las
relaciones con los que tenemos que convivir más tiempo. Aparecen recuerdos que
nos dejan de manifiesto que hay heridas no cerradas y tentaciones que reaparecen...
La cuarentena es un buen tiempo para ver cómo está “nuestra
propia camioneta”… El mecánico, poco a poco “si lo escuchamos” nos irá
indicando que hay que cambiar, que hay que ajustar, que hay que agregar por que
hace falta para andar bien. Todo es costoso. El desprendimiento de lo viejo siempre cuesta. El adquirir algo nuevo, bueno, tambien cuesta.
Tenemos la inclinación humana a atarnos con lo exterior. Hay como una necesidad
de poseer, de llamar mío a las cosas y a las personas. Sabemos que ahí está la
fuente del sufrimiento, "el apego", pero no aprendemos… una y otra vez nos desprendemos, o
la vida nos desprende y nuevamente caemos en el apego.
Si decimos que hay que "soltar"... pero nos cuesta "confiar" en Dios, en el mejor mecanico. Nos cuesta escucharlo y hacer su voluntad.
E ahí la gran tentación, la peor. La de decirnos:
- “Para que
me voy a limpiar, si mañana me volveré a ensuciar”,
- “Para qué voy a dar pasos
de libertad si mañana nuevamente caeré en la dependencia”.
La respuesta del buen espíritu es:
- “Porque la vida es alternancia
entre noche y día...
soledad y encuentro...
caída y vuelo...
quietud y movimiento…
búsqueda y encuentro…
y nuevamente búsqueda…
apego y libertad..”
La vida se
mueve...
No cresco, cuando me paralizo en un “no puedo o no quiero”, en un “así soy y así seré
siempre”.
La vida crece, se expande, fecunda cuando hay movimiento. Este tiempo
de cuarentena, es muy buen tiempo para el movimiento interior, que comienza por
la quietud exterior y ponerle nombre a los desarreglos, las faltas, las
tentaciones que aparezcan.
El demonio siempre se presenta como “un todo” “somos muchos”
o como un mesías “tú lo puedes ayudar”, “tú serás la salvación”. Por eso en
tiempo de quietud, “hay que quedarse quieto Y TRABAJAR LOS MOVIMIENTOS INTERNOS... CON EL MECANICO. Si es necesario pedir alguna mano a un peón de Jesús...
Y saber que el problema no soy yo,
el problema son algunos desajustes concretos de mi persona. Ponerles nombre y
darle tiempo al mecánico "el Espíritu" para que los arregle. Sabiendo que todo tiene su
precio… he ahí lo que más nos cuesta: cambiar, para que las cosas cambien. Pero es posible, si "me suelto en sus manos".
Nacho
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