sábado, 22 de febrero de 2025

EL RENCOR Y EL AMOR

Amen a sus enemigos,
hagan el bien y
 presten sin esperar recompensa....
 
No juzguen y no serán juzgados;
no condenen y no serán condenados;
perdonen y serán perdonados. 
Lucas 6, 27-38

Me contaba Tarcicio un relato de sabiduria indigena, que coincide con la propuesta del evangelio de este fin de semana.

En un lugar profundo nacieron dos hermanos mellizos. Fue en algún lugar de la Patria Grande.

Como nadie elige donde nacer a estos hermanitos les tocó ver la luz de este mundo donde nadie quisiera ser parido. Fue en medio de una realidad con piedras y espinos.

Los primeros años de estos dos niños crecieron con lo que recibieron. Fue bautizado uno Rencor y el otro Amor.

Siendo grande cada uno se hace cargo de su destino, eligiendo que hacer con lo recibido. Fue así que cada hermano eligio su camino.

El Rencor siendo consciente de haber recibido muchas piedras y espinos, decidió usarlas para defenderse y enfrentar a sus enemigos. Fue considerado como un hombre fuerte.

El Amor sufrió al descubrir sus piedras y espinos, que le hacía sangrar heridas y pidió ayuda, dedicando mucho tiempo a quitar cada piedra y cada espina.  Fue reconocido como un hombre misericordioso.

A su tiempo murió el Rencor y el Amor. El primero dejó como herencia piedras y espinos. El Amor dejó un jardín de rosas. Fue así que ambos recibiendo lo mismo, dejaron a otros, algo distinto.

El camino del Amor incluso al enemigo, era un camino desconocido hasta que se nos regaló a Jesús. Fue y es así, que él se nos acerca, para invitarnos a seguirlo, y en el caminar juntos a Jesús, él nos quita las piedras y espinas, cicatriza heridas, liberándonos de culpas y dándonos el impulso a amar, que es perdonar. 

Cuentan los abuelos que si bien todos nacemos donde a cada uno le tocó, los hombres se distinguen por ser fuertes y estar a la defensiva, o por ser misericordioso y estar dispuestos a perdonar así como han sido perdonados. Es así que unos nombran a Jesús y  otros lo siguen, transmiten, Amando.

Siempre hay tiempo para elegir "el camino", en uno me guía el yo: yo doy lo recibido. Y en el otro necesito de la ayuda de Jesús, de sus verdaderos amigos, para perdonar y perdonarme, que es dar lugar a que crezca el Amor. Es así que no elegimos lo recibido, pero si podemos elegir ser Rencor o ser Amor.

Nacho

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