Con Franco, Eduardo y Julio, vivimos una de las mejores pescas. Veníamos de varias pescas sin pescar o pescar muy poquito...
Casualmente nos encontramos en la Fazenda de Cerro Chato con Augusto un joven queriendo seguir los pasos del Nazareno. Ese Jesús que nos prometió su presencia resucitada en GALILEA, y la Fazenda es un lugar que acoge a los que en algún momento de su historia, muchos pensaron que: ya nada bueno podía salir de ellos...
La mateada que tuvimos con Augusto, fue semejante al encuentro de Jesús con los considerados impuros: cercanía y acogida de Jesús que fue escandalosa para los que se creían y decían tener todos "los papeles" en regla, cumpliendo las leyes de purificación para agradar a Dios; y encuentro que les cambió la imagen y relación con Dios a aquellas personas (como hoy Augusto) que eran capaces de presentarse ante él, en verdad, con sus dones y cosas a resolver...
Esa sinceridad de Augusto me despertó confianza y escuchando de su trabajo en el campo, le pregunté si no había lugar de pesca. A lo que me responde "si y buena pesca". Intercambiamos los números de celular, y ahora venía la oportunidad de poner en práctica la Palabra de Jesús de este fin de semana: después de una noche larga, de muchas pescas, sin que nosotros pescáramos casi nada, Jesús presente en la Fazenda y por medio de Augusto, nos daba la posibilidad: de volver a echar las redes, creyendo que tendríamos buena pesca con nuestros aparejos.
Siempre que vamos a dar un paso en la fe, de creer que con Jesús podremos, aparecen inconvenientes que nos quieren hacer desistir del paso a dar: un compañero que no podía ir por trabajo, se venía la peor luna para pescar la llena, y había solo un dia posible por el temporal anunciada para la semana y que ya habían anotados otros pescadores. Superando las trabas, se armó el equipo que creemos que el Señor quería, sumando a Franco, un joven "pescado" en la Fazenda femenina, en la visita a su madre.
Veníamos estos últimos años saliendo a pescar hacia el Oeste de Melo... Ahora éramos invitado a cambiar y salir hacia el Noroeste. Unos kilómetros de asfalto y otros de tierra. Lugar desconocido para los cuatro. Franco el más joven nos guiaba con el GPS en el celular.
Nos empezó a llamar la atención la cantidad de árboles caídos por el viento. Nos contaron del fuerte temporal de la semana anterior donde también se llevó techos de galpones. Zona de vientos... por eso se ven los grandes molinos que producen electricidad. Nos cruzamos con varones y mujeres movilizando majadas de vacunos y de ovejas, todos ellos tostados por el sol, no por playa y si por el trabajo diario a la intemperie. Hace mucho bien verlos, para valorar el alimento que se nos presenta en nuestra mesa.
La hospitalidad, el apretón de mano, el tiempo para recibir a quien llega, nos fue recibiendo en las personas que nos indicarían el camino al lugar de pesca. Aunque mi pinta no sea de cura, salió el tema de curas conocidos por Rivera, Vichadero, Tacuarembó y Melo. Que lindo es escuchar que algunos colegas han marcado desde la juventud, a estas personas que hoy laburan en algo tan valioso como producir alimento para la humanidad. Hay muchos cristianos en medio del mundo, siendo levadura en la masa, donde solo son reconocidos como cristianos, por su modo de trabajar y relacionarse. Justamente cuando en estos días es muy nombrado algunos cristianos de misa diaria, que han utilizado el ganado para engordarse...
Y llegamos a la laguna indicada, un paisaje realmente hermoso. Tomamos la decisión de ir al otro lado, lo que también nos trajo como consecuencia tener que superar varias dificultades: pastizales, cañadas... por caminos no marcados. Caminante, el camino se hace al andar, hay que animarse a arriesgar, para ir a donde creíamos que alguien nos había invitado a volver a tirar nuestros aparejos y tener una muy buena pesca.
Rediña para las mojarras al agua, mesa para el compartir lo que cada uno llevaba, aparejos encarnados lanzados, y a esperar suerte. Y aparece en la otra orilla la luna llena, que nos habían enseñado que es la peor luna para la pesca. Que las tarariras comen menos, que tienen menos fuerza para el pique. Las piolas estaban quietitas sostenidas en las cañitas, entonces decidimos ponernos a comer, en este restaurante natural con mil estrellas. Todo regalo del creador.
Y ahí nomás en la primera mascada de empanada o milanesa de pescado, comenzaron a sonar las campanitas, y la emoción de las primeras tarariras pescadas. El disfrute de ser equipo, cuando no era uno, era el otro, el que se ponía de pie con el aparejo en mano, pronto para el sinchon y engancharla. La alegría va por barrio y hoy nos tocó a nosotros cuatro. Por momentos no daba para encarnar un aparejo y volverlo al agua, cuando el otro se movía con un nuevo pique. Misteriosamente todo a la luz de la luna llena, que parece se reía de nuestras teorías aprendidas de que: con ella sería mala pesca.
Cuando teníamos 15 nos pareció suficiente, y más cuando entre las tarariras había unas muy buenas. Solo una pequeña y una vieja del agua fueron devueltas. Todas tenía el peso de más de un kilo y medio, llegando la mayor a tres kilos cien, pesada al dia siguiente en Fraile muerto. En ese tiempo de levantar el campamento completamos los 20 ejemplares, lo que nos hacía estar con la sonrisa de oreja a oreja.
Seguro que el pique continuaría, pero hay que saber tomar lo necesario en todos los ámbitos de la vida. El elegir bien: el equilibrio en el trabajo y descanso, en la comida y la bebida, en la palabra y la escucha, en la cercanía y la distancia... se va aprendiendo con los año y descubrimos que es salud para el cuerpo y el alma.
En todo anduvimos bien, incluso en la ayuda que nos tuvimos que dar unos a otros, para superar las dificultades del camino de regreso, que fue bastante duro. Pero cuando uno está bien por dentro, se está con los prójimos que nos toca estar, se disfruta agradecidamente de lo bueno de la realidad que se nos presenta y se encuentra paciencia, fuerzas y sabiduría para buscar "la vuelta", el nuevo camino, cuando se nos presentan obstáculos impasables... ¡¡¡ Cuanta gente hay plantada en una cañada, o paralizada por una pérdida !!!
Hasta un zorrillo se nos cruzó, y el perfume nos acompañó en todo el viaje de regreso, debiendo tener que venir de ventanas abiertas para respirar el viento del viaje. Otra cosa que nos alegro, que al probar con carnada de pancho, salchicha, ningún anzuelo se descarno, dándonos la tranquilidad que las tarariras comen más saludable que nosotros. Si tendremos que aprender de ellas... La comida chatarra es un modo de colonización y matanza de parte de los obesos de dinero y poder.
Hace más de 2000 años después de aquella pesca milagrosa de aquellos que estaban desanimados envueltos en una noche larga de mala racha sin pesca buena, pero que creyeron en Jesús y volvieron a tirar su redes, después de aquella experiencia se sintieron indignos de estar cerca del maestro, pero el quiso estar con ellos haciéndolos pescadores de hombres. Que significaba sacar del mal a quien quisiera ¿a salir, acercándonos a ellos y extendiéndole nuestra mano desde nuestra experiencia de amor, de haber sido pescados.
A eso nos sentimos llamados: a permanecer agradecidamente cerca de ese tal Jesús que quiere estar cerca de nosotros para hacernos experimentar que nos ama asi como somos, y que el es capaz de volvernos a darnos el pescado más necesario para crecer como humanos: un buen relacionamiento con nosotros mismos, con el prójimo, con las cosas, con las pérdidas y dificultades. Con Jesús se puede pescar una noche de luna llena y se puede encontrar un camino alternativo aunque se nos presenten varias cañadas que nos corten el paso...
La vida continúa en la cotidianeidad de cada uno, pero todo aquel que tuvo una buena pesca, después de una mala racha, cuando parecía que la realidad no era la adecuada... quien vivió ese milagro queda con una experiencia de amor, de fe, a la que puede volver en otros momentos de mala racha... sin olvidar que todo comienza en Galilea... en las preferirías, junto a aquellos que son desplazados del centro donde están puestos los reflectores que prometen la felicidad centrada en el ego, gozando de superar a otros, de acumular lo superfluo.
Este escrito también quiere ser la puesta en práctica del llamado de Jesús a ser pescadores de hombre, quizás pueda ayudar a creer que es posible volver a pescar.... con el...
Nacho
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