miércoles, 4 de abril de 2012

«LA VUELTA ES LA VUELTA EN SEMANA SANTA»

La primera vuelta ciclista de América nacida en 1939 está en su edición 69, la Vuelta Ciclista del Uruguay es la Vuelta. Más de un millón y medio de personas ven, oyen o participan de este acontecimiento realizado en Semana Santa.

La mística que convoca es «el gran esfuerzo» que deben realizar los ciclistas, por la cantidad de kilómetros recorridos, con diferentes inclemencias del tiempo y la competencia en sí que siempre fue muy disputada y últimamente con una gran participación de equipos extranjeros y los colores de Cerro Largo en la conversación...

Llegar es ganar, está escrito en los corazones de cada participante y de todos los que de una o otra manera alientan tanto en el campo como en la ciudad. Cada uno de nosotros se ha puesto «metas» en la vida y a sido testigo de intentos de otros para cumplir un desafío, ya sea laboral, de estudio, económico, deportivo, en algún arte, afectivo, o de familia. Todos conocemos que el esfuerzo trae logros y derrotas... y cuando se llega a algo es como llegar al cumplimiento de una etapa y cuanto más sacrificio se hizo más se valora la llegada, incluso si no se llega entre los primeros.

El aliento de la vuelta deja relucir que más allá de nuestros proyectos personales hay un instinto dentro nuestro que nos impulsa a alentar el «pedalear» de otros, de los conocidos y de los que ni sabemos su nombre. El ser humano tiene un sentido de bien innato dentro suyo. Bendecirnos es desearnos el bien , es alentarnos cuando andamos medio resagado y felicitarnos cuando las cosas salen bien, sintiendo lo del otro como propio.

El podio se asemeja al domingo de Ramos, un pueblo reconoce y bendice el esfuerzo de alguien que ha logrado algo importante. Los que se alegran con una entrada triunfal es porque de alguna manera se sienten identificado con ese competidor que obtiene el logro. Lo mismo paso con el pueblo oprimido en tiempos de Jesús cuando el entro montado en el burrito a Jerusalén. Veían en él la llegada de nuevos tiempos de liberación, de justicia y fraternidad siendo liberados de la opresión política y religiosa que fomentaba el dualismo «unos mucho y otros nada, puros e impuros, buenos y malos» El deportista que aplaudimos de alguna manera también nos lleva a cada uno de nosotros a un momento de «logro» que equilibra las «pérdidas».

El tiempo previo de descanso, la pre-temporada, la temporada en si se asemejan a la vida cotidiana del cristiano, en particular al tiempo de cuaresma. A la vuelta se llega según como se vivió todo un proceso anterior de muchas renuncias, y algunos logros. La disciplina en el deporte es escuela para la vida. El conocimiento y dominio de si mismo es el arte de superarse. La espiritualidad de la semana santa se vive basado en la vida que venimos llevando con nuestras opciones centrales y nuestras renuncias. Aunque también esta semana puede ser el comienzo de una mayor espiritualidad de compromiso con la vida.

Si he interiorizado la vida de dolor, muerte , la vida que nace y la que tiene sus retoños, podremos vivir el misterio del triduo pascual desde la realidad así como la vivió Jesús, él que vivió haciendo el bien, fue perseguido, torturado, asesinado y después de la muerte nos regala el perdón de toda equivocación a quien se arrepienta por medio del a resurrección que nos anuncia la vida eterna realmente justa después de las injusticias que vemos y vivimos.
El servicio, es la expresión del amor. Y cuantos servidores participan de la vuelta ciclista de manera humilde y silenciosa. Cociner@as, mecánicos, equipo médico, equipo técnico y comisarios, periodistas, quien lava la ropa y demás... el hincha que los aplaude al pasar desde el primero al último aportando el estímulo necesario para llegar. Eso celebramos el Jueves Santo , primer día del triduo pascual que complementan el viernes santo y el domingo de pascua. Celebramos un Dios que se hizo hombre y vivió como expresión del amor la «comida compartida inclusiva y el lavatorio de los pies de unos a otros como lo central del amor.» Cuanto cristianismo hay en la vuelta y en tantas actividades de turismo que cuando aparece el servicio y la fraternidad se transforman en actividades santas según Jesus: "Mi discípulo no es el que dice señor,señor sino el que sirve y fraterniza como yo lo hice»

El sufrimiento y la muerte es parte de nuestro caminar. Los ciclistas bien lo saben, pero también cada uno de nosotros ha experimentado tiempos de sufrimiento y de pérdidas dolorosas. Algunos se entregan y dejan de pedalear... Otros después del tiempo de duelo continúan camino hacia adelante incluso habiendo aprendido algo de esa experiencia de dolor y pérdida. Con la esperanza que al final todo será reencuentro definitivo en el amor.

Los grandes triunfadores en el deporte, en la vida no son personas a las que les ha ido bien en la vida, son las que supieron superarse de pérdidas, frustraciones, traiciones y equivocaciones. Para que haya vida nueva tiene que morir la semilla en el surco, tiene que morir el hombre viejo. Cada vuelta ciclista es una nueva oportunidad para los competidores, cada semana santa lo es para los cristianos, cada día es una nueva oportunidad para la humanidad de optar por el amor que es servicio y fraternidad, poniéndonos de pie en caídas y zancadillas gracias al triunfo de la resurrección sobre la muerte, el triunfo definitivo de la justicia la verdad ante el mal.

Esa es nuestra esperanza «que llegar es triunfar» siempre que se pedalee sin explotar a otros, sin exclusión, reconociendo los errores , límites y aportando los dones que se nos han dado en bien de los demás.
Quizás nunca ganemos una vuelta ciclista pero si todos estamos llamado a ganar la vida eterna, que es gracia por la misericordia de Dios pero también es compromiso con los más débiles, empobrecidos que son los compañeros de humanidad que nos necesitan pero que nos dan la posibilidad de ganar la vuelta al Dios de donde venimos, Padre de Todos que nos hace hermanos entre sí. .. Así será pascua. Nacho

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