LA LUCHA INTERIOR,
ENTRE EL CORDERO Y EL LOBO
EJERCICIOS ESPIRITUALES 2019
En tiempos de valorización
del éxito, de la cantidad, de la exterioridad, de la eterna juventud… el
seguirte significa, priorizar la relación con el Padre. Que muchas veces será poner
en segundo lugar el hacer, mis deseos y el de los demás.
El camino es: no ocupar el
lugar de Dios con equipajes, con ataduras, con seguridades. Dejando a Dios ser
Dios y ubicándome como un hermano pequeño en las relaciones del universo.
Vivir la gratuidad ante ti
mi único Señor, en el silencio, en la oración, en diálogo, a la escucha. Ser
Místico, ante la creación, ante la realidad, ante los acontecimientos, ante los
hombres.
Gratuidad en confianza de
tu presencia, de tu poder. Dejándote lugar para que tú ayudes a quien quiera
ser ayudado, a salir del mal.
El camino es claro, tú me
dejas en libertad de elegirte como Dios, o elegir a otros dioses, o ponerme en
lugar de ti, creyéndome dios para alguien.
La elección es entre el
Dios de la vida, que se entrega misteriosamente confiado en el triunfo final de
la resurrección sobre la muerte, o los dioses que se presentan triunfantes,
exitosos, salvadores aquí y ahora… (Deuteronomio 30, 15 – 20)
Nuestro Dios revelado en
Jesús, es un Dios encarnado, que habita en Galilea, en los tenidos por último,
y su camino no exonera a nadie, del misterio salvífico de la cruz.
Ante esta verdad que me
tengo que preguntar:
- ¿Qué tengo que dejar?
Lo mejor que podía hacer, era celebrar la Reconciliación. Como siempre ocurre, ante el deseo interior, se cruzan algunas excusas “buenas”, para que no me acerque a limpiar mí casa. Excusas como: “No debo molestar al confesor”, “hay tiempo, total, no es nada grave, dejémoslo para después”. El lobo con su astucia seguía creciendo dentro de mí… Me proponía pensamientos que justificaban mis pecados, e incluso me los presentaba de una manera atrayente “buena”, para seguir en los mismos aceres, en las mismas relaciones.
- ¿Qué tengo que dejar?
Lo mejor que podía hacer, era celebrar la Reconciliación. Como siempre ocurre, ante el deseo interior, se cruzan algunas excusas “buenas”, para que no me acerque a limpiar mí casa. Excusas como: “No debo molestar al confesor”, “hay tiempo, total, no es nada grave, dejémoslo para después”. El lobo con su astucia seguía creciendo dentro de mí… Me proponía pensamientos que justificaban mis pecados, e incluso me los presentaba de una manera atrayente “buena”, para seguir en los mismos aceres, en las mismas relaciones.
Hasta que ya después de la
cena, habló el cordero con la voz temblorosa aprisionada por el lobo: Pedí el
servicio sacramental del perdón. Y por supuesto que mi confesor inmediatamente
dijo SI.
Al final del día es mi
foto: “la lucha interna con el cordero como vencedor”.
Me siento como recién
operado: dolorido por lo extraído, que era gustoso, pero no era bueno para mí.
Dolorido porque hay
palabras dichas desde mi pecado, que no se pueden borrar…
Tranquilo, en manos de
Dios. Feliz de estar liberado.
Rezando por las personas
que fueron parte de mis tentaciones y caídas. Con fe, que rezar por ellos, es
lo mejor que puedo hacer…
- Estoy sereno, feliz.
Agradecido por lo vivido. Dispuesto al nuevo tiempo de envió de misión. Con un
solo deseo: caminar con él para que otros lo encuentren. “Que la amistad
creada, o más bien profundizada en este tiempo con Jesús, la pueda llevar a los
amigos, a los del camino, para que: se encuentren y se hagan amigos del Amigo…
y yo desaparezca”.
Estoy feliz de la misión
que se me ha encargado: “Ser su Amigo para que otros lo conozcan y disfruten
del Amor de su Amistad”. Gracias, mil gracias a todos los que hicieron posible
este tiempo de gracia.
ELEGIR ALIMENTAR EL
CORDERO
Cuando nos ponemos como
corderos, en presencia de la verdad y pedimos ayuda para limpiar nuestra casa,
ahuyentamos al lobo; el cual crece en el engaño, en la mentira, en la posesión de algo o de
alguien, en hacernos creer dios salvador.
Cuando ahuyentamos el
lobo, crece el cordero, el ángel, que llevamos dentro; que es ser lo que
realmente somos, criaturas creadas a imagen y semejanza de Dios. Somos únicos
en relación de hermandad…
Los sentimientos de Pablo, son mis sentimientos:
Los sentimientos de Pablo, son mis sentimientos:
- En este momento de gracia,
toda ganancia que alguna vez pude haber obtenido, me parece menor a este
momento sublime de estar en presencia de Cristo Jesús, mi Señor. Por su Amor
acepte perderlo todo y a todo lo perdido lo considero nada.
Ya no me importa más nada
que el encuentro con Cristo, desprovisto de todo mérito de santidad que fuera
considerado mío, por haber cumplido la ley, sino por el regalo de haber creído,
por el regalo de la fe, dada por Jesús.
Quiero seguir en su
presencia, conocerlo hasta probar su resurrección. Y tener parte en sus
sufrimientos, él sabe lo débil que soy, hasta asemejarme a él en su muerte y
alcanzar, Dios lo quiera, la vida eterna.
No creo haber alcanzado ya la meta, ni me
considero perfecto, sino que prosigo mi carrera hasta alcanzar a Cristo Jesús,
quien ya me dio alcance.
No, hermanos, yo no pretendo haberlo
conseguido todavía. Digo solamente esto: olvidando lo que deje atrás, o más
bien desprendiéndome aunque no lo olvide, ME LANZO HACIA ADELANTE, y corro
hacia la meta, con miras al premio para el cual Dios nos llamó, desde arriba,
en Cristo Jesús. (Filipense 3, 7 – 14)
Experimento por ir hacia
adelante, seguir en carrera por el buen camino… es tener unos con otros la
misma actitud que tuvo Jesús: El siendo de condición divina no pidió para si la
igualdad con el poder de Dios, sino que se despojó, tomando la condición de
SERVIDOR, y llego a ser semejante a los hombres. Más aun al verlo, se comprobó
que era HUMANO. Se HUMILLO y se hizo OBEDIENTE HASTA LA MUERTE, y muerte de las
peores, en la cruz... (Filipense 2, 5 –
11)
Que así sea. Tú sabes de
mi fragilidad, pero en ti todo lo puedo.
Nacho
Estoy contento, hemos hecho una buena carrera. Más allá de los afectos,
que brotaron y necesitaron ser ordenados, estoy contento porque la VOLUNTAD, en
estos días estuvo encauzada al encuentro con el Señor.
Elegimos el silencio,
sin ser grosero ante los hermanos con los cuales nos encontramos. Elegimos
dejarnos llevar por quien la iglesia ha propuesto para que nos acompañe.
Elegimos la salud en la alimentación, el descanso y el ejercicio físico.
Elegimos disponernos al encuentro con quien vive porque ha resucitado y nos resucita…
Estoy sereno, feliz. Agradecido por lo vivido. Dispuesto al nuevo tiempo
de envió de misión. Con un solo deseo: caminar con él para que otros lo
encuentren. “Que la amistad creada, o más bien profundizada en este tiempo con
Jesús, la pueda llevar a los amigos, a los del camino, para que: se encuentren
y se hagan amigos del Amigo… y yo desaparezca”.
Estoy feliz de la misión que se me ha encargado: “Ser su Amigo para que otros lo conozcan, sean liberados y disfrutando
del Amor de su Amistad”. Gracias, mil gracias a todos los que hicieron
posible este tiempo de gracia.
Nacho
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