sábado, 5 de junio de 2010

En la ruta del Che


"El camino serpentea entre los cerros bajos 
que apenas señalan el comienzo de la gran cordillera
 y va bajando pronunciadamente hasta desembocar en el pueblo,
 tristón y feúcho, pero rodeado de magníficos cerros
 poblados de una vegetacíon frondosa..."
Notas de Viaje (Diario en Motocicleta)


En nuestro caminar, ahora un poco más turístico, llegamos a San Martín de los Andes que descubrimos como un pueblo netamente turístico y, por llegar nosotros fuera de temporada, prácticamente vacío. Caminemos por donde caminemos, por todos lados se ven carteles para alquilar cabañas, y la mayoría están inhabitadas. Estamos con sentimientos encontrados. Por un lado nos sentimos unos privilegiados por tener tan increibles paisajes a la vista solo de nosotros, pero a la vez da la sensación de encontrarnos en un pueblo desolado, casi como fabricado para otras epocas del año.

Nos alojamos en un hostal medio escondido, sin un cartel que lo identifique como tal y, como era de esperar, apenas hay 4 personas ademas de nosotros, y en nuestro cuarto de cuatro camas solamente estamos nosotros dos. En uno de los tantos folletos típicos de estos albergues, aparece la foto del Che, con los datos de un museo llamado "La Pastera". Un nombre bastante particular, luego nos enteramos que era un lugar donde guardaban el pasto para los caballos que usaban los guardaparques del pueblo. Fue ese el hotel de Ernesto y Alberto en su paso por San Martin de los Andes, llevados por la Poderosa II luego de que fracasara su intento de alojarse en un dispensario de Salud Publica. Me surge ahora la pregunta de que se podra haberse imaginado el sereno que los alojo en ese lugar, al ver su facha terrible por tanto camino andado y todavia en moto, en el mito que se iba a convertir despues uno de sus "inquilinos". 


Ese lugar sin duda es un tunel del tiempo, y cuando paseas por ahi es inevitable querer revivir esos dias junto a esos dos gurises que se largaron a la aventura de conocer la "America Mayúscula", desde las realidades mas sumergidas de esos lugares que solo muestran la cara mas linda a los turistas, en la simpleza de compartir unos mates con el sereno de un establo. Ahi se fue pintando y forjando un pensamiento diferente basado en el amor. Y me di cuenta de que, por ahi en el fondo, por alguna casualidad o cosa de Dios, compartimos una busqueda en comun. Que ganas de subirme de nuevo en este viaje.

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