jueves, 16 de abril de 2015

CELIA Y DANIEL... 50 AÑOS DE AMOR

… Hace unos cuantos años que la mujer deseaba que llegara este día. Todo el barrio lo sabía y por supuesto que también la familia. El varón lo masticaba por dentro, mas silenciosamente pero igualmente cargado de emoción.
 Llego el día de celebrar los cincuenta años de caminar juntos, “bien casaditos”, como le gusta decir a Doña Natividad. 
Celia y Daniel estaban de fiesta. Ese cariño que despertaba  alegría en todos los que se enteraban.
EL AMOR ES:
 SER CON OTROS
… Cuando se quiere, cuando se ama, nos envuelve totalmente el deseo de ser con los otros. Y esta fiesta también toco la economía de la manera que se vive la vida. Si se vivió para los demás, el festejo será siempre con los demás. Y por eso hace un buen tiempo que empezó el ahorro, para invitar a todos, para agradecer juntos a Dios por lo acontecido.
 Misteriosamente en pleno otoño hizo un día primaveral. Las mesas fueron tendidas afuera, con gente que llego desde días anteriores y otros justo al mediodía. Los pájaros cada tanto regalaban su canto.
EL AMOR ES:
 POSIBILIDAD DE SER PARA OTROS
… Pasaba por allí un niño vendiendo pasteles. Normalmente se acercaba a la casa, porque siempre algo le compraba, además de ofrecerle un vaso de agua y preguntarle como andaba.
Juancito, pregunto qué pasaba. Cuando se lo dijeron, se asombró del numero cincuenta. Sabía que su abuela tenía algunos más, pero no le sonaba que fueran tantos años en pareja. Ya que a su papá no lo conoció junto a su mamá y este iba ya por el cuarto o quinto enamoramiento. Mientras su mama no se había vuelto a casar.
La fiesta era familiar, por eso nuestro amigo al rato nomás, andaba sirviendo Guaraná. Y mira que se puso contento el gurisito. No era solo por el chanchito picado, había algo más en aquel lugar. Lo entendimos en el momento de partir la torta.
El cura amigo andaba entreverado entre la gente, cuando en eso alguien con una cervecita de más grito – “que el cura pida la bendición para los novios”. Lo que despertó carcajadas que después se volvieron silencio, a la espera de unas palabras.
El matrimonio con su mirada confirmo que la bendición era esperada. Por dentro de los presentes, se movían  sentimientos diversos. A la mayoría no le había ido bien con su pareja. Y no solo para Juancito esto era algo fuera de lo común, sino casi todos conocían en carne propia las heridas de la separación, por ellos mismos, por sus padres, por los hijos o los amigos.
El cura no sabía cómo empezar, ni que decir… Confiando en el Espíritu Santo, se tomó su tiempo. Miro a cada uno y veía rostros realmente contentos. La verdad que parecía que cada uno de los presentes estuviese celebrando sus cincuenta de vivencia de amor. Hasta que surgieron las palabras mencionando la bendición:
EL AMOR ES:
 UNA RELACIÓN MADURADA EN EL TIEMPO
… “Esto es el amor, una relación madurada en el tiempo, que supo disfrutar de sus primaveras y ser paciente en sus inviernos. Miren sus rostros, la ternura, el perdón, el dialogo, los otros, nosotros, el trabajo y la fe han dejado sus huellas, son los tejedores de este amor.
Celia y Daniel, no son seres extraterrestres, ni perfectos. Son dos personas que se aceptan a sí mismo con sus dones y límites, queriendo al otro así como es, como  va siendo.  Es visible que no son los mismos del primer SÍ  que se prometieron para siempre. Quizás el día del casamiento no sabían que este lugar existía. Seguro que hay sueños que no se realizaron, en ellos y en sus seres más queridos.
Las relaciones de amor son un misterio, tanto en la pareja como en la amistad. No son como el embarcarse en un tren que tiene una vía con distintas estaciones ya sabidas. Quien vive así, queriéndolo programar todo, se descarrila o se materializa.
 El amor nace en lo cotidiano, ahí es la escuela del amor. En las relaciones humanas vamos madurando y con el tiempo van apareciendo amigos, mientras que otras amistades no maduran o se quiebran. Entre los amigos, algunos eligen una amistad para darlos pasos juntos y ya no ser dos sino “casi uno”.
El amor es siempre fecundo, a veces da hijos para el mundo, a veces no. Pero el amor siempre da esperanza. Y eso es quizás lo que los ojos de Juancito dicen, diciendo lo que nuestros corazones están sintiendo. Creo que estamos felices porque estamos experimentando que el amor es posible… Aplausos y luego secortó y compartió la torta.
EL AMOR ES:
 ALIMENTO DE ESPERANZA PARA TODOS
… Quizás nunca falta algún amargado que siempre señala algo que no salió bien. Sin darse cuenta que las carencias de uno y otro, son las que confirman que el amor todo lo supera. Da pena que algunos que han fracasado, no sepan revivir su esperanza disfrutando y alimentándose del amor que otros viven.
Por eso Juancito está feliz. Como buen pobre sabe recoger y saborear todo lo que no ha tenido y se le ofrece. No sabemos cuál será su historia, porque tampoco sabemos cómo seguirá la nuestra ya que no somos trenes. Pero si sabemos que a este niño lo marco esta fiesta abierta a los demás. Eso es la esencia del amor, entre amigos o en pareja, la apertura a otros, para no encerrarse en el ego.
Y el amor  atrae amor, por eso muchos optaron por estar acá y ser parte de la fiesta. Cada uno con sus dones y errores lo que reafirma lo ya dicho: “El amor se hace con lo que somos, y solo queriéndonos tal como somos, se puede tejer relaciones de amor, que el tiempo las hace fecundas”.
EL AMOR ES:
 DESAMARRARSE DEL EGO Y DARSE
… Al escribir estas líneas, ya hace unos días que termino la fiesta, la cual siguió con una Misa de acción de gracias días después. Dejando de manifiesto que buscar amar es desamarrar  la barca del puerto de la adolescencia, tiempo centrado en sí mismo, para largarse a navegar por los otros, con los otros.
Sabiendo que hay que remar, por momentos en soledad, y disfrutando cuando es con otros. En tiempos se puede izar vela para dejarnos llevar y en otros hay que guardarla por vientos adversos. Las tormentas son las que maduran a los navegantes. Con esa esperanza misteriosas que todo el que navega buscando amar, teje el amor, visible o no. La tierra es redonda entonces adelante siempre esta lo que soñamos cuando éramos niños. Y solo los amarrados al pasado, a lo seguro,  no lo encuentran. 
EL AMOR ES:
 LIBERTADES QUE ACEPTAN Y SE ELIGEN
Siempre hay tiempo para amar, porque es la esencia de nuestro ser. El paso difícil y necesario en toda situación es la libertad que siempre está acompañada de la opción. Optar es priorizar, siendo ahí donde se manifiesta el amor por alguien. Para nada es encierro, sino justamente lo contrario, el amor en libertad se da.
El que mucho abarca poco aprieta, poco madura, poco profundiza. Y quien en el tiempo disfruta de las primaveras  y supera los inviernos de relaciones concretas, se le agranda el corazón con gran capacidad para variadas relaciones de amor. El amor es amistad. Quien ama es amigo.

El amor, la amistad nace desde dentro, el otro la puede despertar, pero siempre será necesario ser amigo de sí mismo, amarse, que es: descubrirse, aceptarse y madurar. Siempre hay tiempo para amar…
EL AMOR ES DIOS, 
Y UNIDOS A EL NOS FORTALECEMOS EN EL AMOR
El amor, la amistad nace desde dentro, el otro la puede despertar, pero siempre será necesario ser amigo de sí mismo, amarse, que es: descubrirse, aceptarse y madurar. Habiendo algo esencial en el Amor de Celia y Daniel, que ellos quisieron hacerlo visible:: «su fe en Dios». 
Fe que la recibieron de su familia, y han dedicado tiempo a cultivarla en el tiempo. Hoy siendo creadores y parte de una comunidad naciente en el Lago Merín.
Si bien todo es parte de un modo de vivir el amor, la preparación, la apertura la colaboración de muchos, el canto, el baile, los encuentros... quizás uno de los momentos más significativos fue cuando pidieron la bendición de Dios, renovando el compromiso con el signo de las alianzas.
Y esta bendición fue compartida por ellos mismos a los que quisieron recibirla, lo cual hizo brotar más de una lágrima, vibrar los corazones, en la ternura de los abrazos. Lo que significo para unos cuantos alimentar la esperanza de vivir el amor. 
Nacho
Fotos: de Socorrito - Lu Silva - Gustavo

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