jueves, 9 de abril de 2015

LA PASCUA,


LA PASCUA, 
ES LA RESURRECCIÓN DEL AMOR EN COMUNIDAD

Jesús nos dejó claro que si queríamos encontrarnos con El: fuéramos a Galilea, a las Periferias, que nos comprometiéramos con la vida Cotidiana...
Celebrando en Poblado Uruguay, comunidad campesina, pequeña y con mucho calor humano, compartimos experiencias de nuestras vidas que fueron VIVENCIAS DE PASCUA. Lo más comentado fue el nacimiento de sus hijos para las que son madres. La reconciliación con algún familiar o vecino. El superar algún quebranto en la salud. Una buena cosecha. El nacimiento de los corderitos. Una comida compartida con familiares y amigos. Pero quien nos movilizo por dentro fue una niña de unos diez años que dijo «para mí la pascua es sentirme muy querida»… mientras las lágrimas se deslizaban por su rostro.

    Los primeros cristianos, al igual que hoy en algunos países, estaban amenazados de muerte por el poder del imperio. Cuando uno no se siente querido sino perseguido, es envuelto por el miedo. Este sentimiento es uno de los más deshumanizante. Por eso Jesús resucitado se hace presente en LA COMUNIDAD REUNIDA para trasmitir Paz. Los miembros se llenaron de alegría, sintiéndose perdonados y amados, con compacidad para amar y perdonar. Sin miedo a la muerte. El discípulo Tomas no estaba presente y no creyó la buena noticia anunciada por la comunidad. Tuvo que VOLVER A LA COMUNIDAD y ahí esperar el encuentro personal  con Jesús, tocar las heridas de la crucifixión para creer. (Juan 20,19-31)


    Entonces la Pascua tiene mucho que ver con el Amor. Si no nos sentimos amados, si no nos sentimos con otros, los miedos nos paralizan o nos desvían de una vida realmente humana. El activismo, consumismo, las diferentes adiciones… son síntomas de la necesidad «de algo» para llenar un vacío existencial. Jesús se quiere hacer presente en las realidades y personas concretas con carencia de Amor. El necesita de discípulos que manifiesten su compañía, su misericordia, su paz. Necesita de comunidades centradas en Él, abiertas a recibir a los que lo buscan. Todos tenemos en la esencia de nuestro ser la vocación de amar. Pero no todos hemos tenido la gracia de sentirnos muy queridos así como somos. Y otros que han sido amados, se han dedicado a llenar su corazón de otras cosas y este se ha materializado.
 
    La esperanza está en que todos somos amados por Dios, por lo tanto un rencuentro con Él, a través de una persona, nos puede hacer resucitar la confianza y darnos alas para amar. Es clara la relación de libertad que Dios entabla con nosotros, por lo tanto si no hay apertura al amor, el amor no resucitará. Y para vivir en el amor hay que centrarse en Él, dejando en segundo lugar otras cosas, que los señores de este mundo nos proponen como felicidad, para dominarnos y sangrarnos en bien de su acumulación de riquezas materiales.
   
    Estamos en tiempo Pascual, que mejor tiempo para volver a la fuente del amor, para tener como prioridad en nuestra vida relacionarnos en el amor. Quizás nos vaya como a nuestro maestro, que no fue entendido, sino perseguido, traicionado y asesinado. Abriéndonos y acompañándonos en ese camino, el del amor desde la vida en común, como camino hacia la vida eterna
Las Periferias geográficas y las situaciones límites, difíciles, dolorosas, injustas, que son «un pesebre», un buen lugar y tiempo para encontrarnos con él para comenzar a caminar junto a Jesús resucitado.
Nacho

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